La experiencia médica de quienes están en primera línea en los hospitales atendiendo a pacientes infectados con el virus detallan que el beneficio de la vacunación es la reducción de las probabilidades de desarrollar enfermedades graves. Es por esto que quien está vacunado, si se contagia de coronavirus, tiene altas probabilidades de tener síntomas leves.
Los pacientes que no han sido vacunados en sus síntomas manifiestan fiebres altas, tos intensa e incluso dificultad para respirar hasta el punto de tener que usar oxígeno; en cambio, quien está inmunizado y se enferma de covid-19 puede presentar un cuadro de dolores corporales, resfriado y fatiga. Es decir, la gravedad de la enfermedad se reduce.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud advierte que alguien se puede infectar incluso después de recibir las dosis correspondientes según la vacuna, por lo que llama a estar atentos a los síntomas.
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Existen campañas que alientan a eliminar el uso de tapabocas y cualquier medida sanitaria en quienes se han vacunado, pero el organismo mundial sanitario recalca que se debe tener cuidado, pues los vacunados infectados tienen síntomas leves y hay que estar vigilante si experimentan fiebre, escalofríos, fatiga, tos, dolores musculares, dolor de garganta, de cabeza, diarrea, secreción nasal, náuseas y pérdida del gusto o el olfato.
Diversos estudios reseñados en revistas médicas exponen que las personas vacunadas con infección tienen hasta un 58% de probabilidades de tener fiebre o de ser hospitalizadas, pues para muchos el covid-19 se presenta como un resfriado común, una vez que ha sido inmunizado contra el virus.
Ante la posibilidad latente se recomienda continuar con el tapabocas, alcohol o gel antibacterial y el aislamiento como método obligatorio si se ha contraído la enfermedad aún después de la vacuna.
