Al trabajar encubierto en bares y prostíbulos en el sureste asiático para combatir la esclavitud sexual infantil, el activista Kevin Campbell se hizo pasar muchas veces por un turista en busca de tener relaciones con una menor.

Pero actualmente, Campbell, quien trabaja para el grupo contra el tráfico The Exodus Road, dice que es mucho menos común ver niñas a la venta en puntos claves de turismo sexual en las ciudades, ya que los traficantes buscan víctimas en lugares alejados y en Internet.

Campbell dijo que los traficantes operan en suburbios o pequeñas localidades y pueblos “donde sienten que pueden actuar con impunidad porque la policía nacional no es tan activa en el lugar”. El tráfico de personas es la actividad criminal de más rápido crecimiento con un valor estimado de 150.000 millones de dólares al año.

En América Latina, el tráfico de mujeres y niñas para la explotación sexual es la forma más común de delito.

Campbell dijo que las mujeres y niñas venezolanas corren cada vez más riesgo de caer presa de traficantes que buscan explotar la pobreza en momentos en que miles de personas se dirigen a los vecinos Colombia y Brasil para escapar de una crisis humanitaria y política en su país.

“Hay un mercado ahora para víctimas que es muy tentador para los traficantes. Los traficantes son expertos en explotar la vulnerabilidad de las personas marginadas. Son muy hábiles en manipular la desesperación de los pobres”, dijo Campbell, que añadió que las mujeres venezolanas son traficadas dentro de América Latina y más lejos.

Campbell capacita a personas para trabajar de forma encubierta y llegar a lugares donde los niños son vendidos, desde bares y prostíbulos a hoteles y plazas, para identificar a las víctimas y reunir evidencias. Esta típicamente incluye imágenes de vídeo tomadas con cámaras ocultas de niños siendo ofrecidos, que pueden ser usadas por la policía para rescatarlos y enviar a la cárcel a los traficantes.

En los últimos cinco años, The Exodus Road trabajó en mayor parte en el sureste asiático e India, pero recientemente se trasladó a América Latina, una región conocida como un centro de la pornografía infantil online, dijo Campbell a la Fundación Thomson Reuters.

Algunas de las técnicas usadas para atrapar a una red de pornografía infantil e identificar a las víctimas incluyen tecnología para decodificar archivos cifrados e información descartada, que puede reunir información desde Internet sobre los traficantes.

“Y luego está el lado de la pornografía, la transmisión en vivo de violación infantil y entonces hay decenas de miles de hombres que se conectan y ven ocurrir estas cosas”, dijo Campbell.

“Hay un tema en América Latina que es como un centro para gran parte del tráfico y reclutamiento de niños muy jóvenes y la transmisión en vivo se hace desde allí”, añadió.

Campbell dijo que los traficantes están distribuyendo cada vez más pornografía infantil y vendiendo niños vía mensajes instantáneos cifrados en servicios como WhatsApp, redes sociales como Facebook, y sitios en la “dark web” que permiten al usuario permanecer anónimo.

Reuters