Por Ahí vienen de regreso

Desconocieron las instituciones y promovieron el artificio de un gobierno provisorio. Llamaron a la abstención, pero ahora van a la campaña electoral.

Un extraño proceso de distanciamiento de la realidad y del interés nacional pareciera estar llegando a su fin en sectores una vez dominantes de la política venezolana. Algunos grupos comienzan a dejar atrás planteamientos fantasiosos y arbitrarios que los llevaron a estrategias fracasadas y que frustraron reclamos de cambio de gruesos sectores de la población.

Se empeñaron por mucho tiempo en desconocer las instituciones. Su objetivo era sembrar desconfianza, que nadie creyera en nada. Buscaban el incremento de la conflictividad política. Lograron de alguna manera que analistas, redactores, comentaristas, y activistas de sus partidos arroparan a la opinión pública haciendo creer que el Tribunal Supremo de Justicia no es el que funciona al final de la Avenida Baralt, detrás del Panteón Nacional, sino uno al que llamaron “legítimo”, que un día sesionaba en Bogotá y otro en Washington.

Los magistrados de ese supuesto tribunal declaraban profusamente y elaboraban sentencias. Era todo un teatro, sólo que los venezolanos no aplaudían a los actores, sino que eran manipulados por ellos. Ya eso pasó a mejor vida. Muchos abogados hoy se avergüenzan de haber respaldado ese disparatado planteamiento que tanto daño hizo, distrajo el debate, y para nada sirvió.

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 En esa misma estrategia de paralelismo institucional armaron la tesis de la Fiscal General legítima. Eso fue todavía más gaseoso y surtió menos efecto, pero revelaba el compromiso de esos sectores de alimentar el caos institucional.

En su afán de hacer las cosas como les diera la gana, creyendo que para eso bastaba la capacidad de perturbación y que a su vez ese sería el atajo para alcanzar el poder, la mayoría parlamentaria que los electores les habíamos dado para legislar, controlar el gasto público y conformar equilibrio político, la usaron para desestabilizar y conspirar. Inventaron una tal ausencia absoluta de Nicolás Maduro y en base a ese artificio se propusieron gobernar el país con esa mayoría parlamentaria a través de un supuesto presidente provisorio.

Esa Asamblea Nacional ya no existe. Fue electa el año 2015 y el período establecido en la Constitución Nacional se venció. Sin embargo, por allí queda uno que otro que la llama la Asamblea Nacional “legítima”. Ya la gente no les hace caso, aunque potencias extranjeras que se valieron de ellos y del llamado presidente provisorio siguen sacándole el jugo a esa farsa para desestabilizar el país.