Con la celebración de la Santa Misa en el Estadio “Franso Hariri” de Erbil, el Santo Padre concluyó las actividades públicas en su tercera jornada en Irak; y con ella culmina su Viaje Apostolico a esta región. Dentro de todos los compromisos, éste fue el más concurrido, se espera para mañana la Ceremonia de Despedida y su regreso a Roma
Irak | Este domingo, tercero del Tiempo de Cuaresma, en su Homilía frente a la multitudinaria y colorida feligresía, reunida en el Estadio “Franso Hariri” de Erbil, el Papa Francisco dijo lo siguiente: “La Iglesia en Iraq, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados”.
Cristo es fuerza y sabiduría de Dios
El Santo Padre, al comentar la 1° Carta de San Pablo a los Corintios (1 Co 1,24), expresó que «Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios». No quiso hacerlo con demostraciones de fuerza o imponiendo su voz desde lo alto, ni con largos discursos o exhibiciones de una ciencia incomparable. Lo hizo dando su vida en la cruz. Reveló la sabiduría y la fuerza divina mostrándonos, hasta el final, la fidelidad del amor del Padre; la fidelidad del Dios de la Alianza, que hizo salir a su pueblo de la esclavitud y lo guio por el camino de la libertad.
En este sentido, el pontífice advirtió que, es fácil caer en la trampa de pensar que debemos demostrar a los demás que somos fuertes, que somos sabios, es decir, en la trampa de fabricarnos falsas imágenes de Dios que nos den seguridad. “Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles. La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana”; es allí, donde “Jesús nos muestra el camino de Dios, el que Él recorrió y en el que nos llama a seguirlo”.
Instrumentos de la paz de Dios
Al reflexionar sobre el Evangelio según San Juan (2,13-25), el Papa Francisco subrayó que, lo que Jesús hizo fue porque el Padre lo mandó a purificar el templo, no sólo el templo de piedra, sino sobre todo el de nuestro corazón. “El corazón se limpia, se ordena, se purifica”.
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Sobre el particular, cuestiona el pontífice lo siguiente: “¿De qué? De las falsedades que lo ensucian, de la doblez de la hipocresía; todos las tenemos. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble”. Y para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren.
El fruto de esto, afirma el Papa Francisco es que, “Jesús nos fortalece, para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, que nos hunde en una espiral de represalias sin fin. Con la fuerza del Espíritu Santo nos envía, no a hacer proselitismo, sino como sus discípulos misioneros, hombres y mujeres llamados a testimoniar que el Evangelio tiene el poder de cambiar la vida. El Resucitado nos hace instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia, artesanos pacientes y valientes de un nuevo orden social”.
Cristo vive en este pueblo
Finalmente, el Sucesor de Pedro, resaltó que la Iglesia en Irak, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados; en medio de una gran pobreza y dificultad, “muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren”.
“Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio. Hoy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Irak está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel”, enfatizó el pontífice.
Concluyó sus palabras pidiendo la protección de la Virgen María: “Los encomiendo a ustedes, a sus familias y a sus comunidades, a la materna protección de la Virgen María, que fue asociada a la pasión y a la muerte de su Hijo y participó en la alegría de su resurrección. Que Ella interceda por nosotros y nos lleve a Él, fuerza y sabiduría de Dios”.
AV / Con información de Vatican News