Rafael Nadal superó el viernes un partido que seguramente marcará un punto de inflexión en su recorrido en el Abierto de tenis de Estados Unidos, ya sea por lo fortalecido que saldrá por la batalla de casi cuatro horas y media o por las dudas que despertó el estado de su rodilla derecha.

Después de perder el primer set por 7-5, Nadal pidió la asistencia del médico para que le vendara justo debajo de la rodilla. “No es el día de hablar de la rodilla, creo que ha sido algo menor en general y nada más. Simplemente he pedido que me pusieran el vendaje para tener una mayor sensación de sujeción”, minimizó después el campeón defensor tras batir al ruso Karen Khachanov.

Algo más que preocupado por el resultado

Pero en el momento no pareció un tema tan menor. Durante el segundo set, en el que siempre corrió de atrás en el marcador al ruso, el número uno del mundo lucía un gesto adusto que denotaba algo más que la preocupación por el resultado y el buen juego que exhibía Khachanov. Dejaba la sensación de que podía retirarse en cualquier momento.

En la breve pausa del 5-5 en el segundo parcial para que corrieran el techo por la lluvia, Nadal volvió a ser atendido, aunque esta vez simplemente le añadieron más cinta al vendaje que tenía. Pero el campeón defensor descartó que haya tenido una injerencia relevante en el juego. “Evidentemente todas las cosas que va ocurriendo tienen un impacto en el juego, pero creo que en el partido han pasado tantas cosas y ha tenido tantos momentos que no hay que darle más vueltas a eso“, insistió.

El historial de su rodilla derecha

Sin embargo, el historial de Nadal con esa rodilla derecha obliga a prestar atención a su evolución, teniendo en cuenta que para repetir el título en el Corona Park todavía debería asumir cuatro partidos.

El español sufrió una carga de estrés en el tendón rotuliano de esa articulación en el último tramo de la temporada 2017. Jugó 18 torneos en todo el año, de los que ganó seis, y llegó a la gira asiática en octubre con molestias.

Después de perder la final de Shanghai ante Roger Federer con una cinta para sujetar el tendón, renunció a Basilea, se retiró en los cuartos de final de París y se bajó también del Masters de Londres tras perder su primer partido ante el belga David Goffin.

A principios de este año, por el mismo motivo canceló una exhibición en Abu Dabi y se bajó de Brisbane, por lo que llegó al Abierto de Australia casi sin rodaje. Ya recuperado, en Melbourne abandonó su partido de los cuartos de final ante el croata Marin Cilic, pero por una lesión en el psoas ilíaco de su pierna derecha, que luego le impediría jugar Acapulco, Indian Wells y Miami.

Calendario más reducido

Para evitar ese desgaste, Nadal y su equipo optaron este año por un calendario más acotado, e incluso se saltó hace dos semanas el Masters 1000 de Cincinnati.

Con ocho torneos y la serie de Copa Davis ante Alemania disputados en el año, Nadal lidera la Carrera a Londres, pero es el tenista de los top que menos torneos ha jugado, por debajo de los 11 de Federer y los 12 del serbio Novak Djokovic. Con excepción de la lesión que lo marginó en Australia y la gira norteamericana de febrero y marzo, el resto se debió a organización de calendario.

“Hay ciertos cambios, sí”, reconoció su entrenador Carlos Moyá. “No hablo a nivel de juego, hablo de la manera de entrenar, de las horas que pasa en la pista, del descanso, de la gestión del calendario“, explicó.

“No me siento muy mal. Es una buena noticia, me siento muy bien”, aseguró Nadal después de las cuatro horas y 23 minutos de batalla ante Khachanov.

Y si en definitiva se trató sólo de un susto, Nadal ya se encargó de enviar el mensaje a sus rivales de que lo que no mata, fortalece: “Uno necesita esa sensación de presión, de tensión, de pasar momentos complicados… Y es verdad que ha habido momentos demasiado complicados, pero es una victoria que me puede ayudar y dar confianza de cara a lo que vendrá”.

DPA