El papa Francisco se escapa por sorpresa a una tienda de discos del centro de Roma

El periodista Javier Martínez-Brocal estaba paseando tranquilamente por el centro de Roma cuando, en la calle de la Minerva, junto al Panteón de Agripa, vio una escena que le llamó la atención.

Llegó un Fiat 500L blanco y se paró ante de una veterana tienda de discos. “Yo pensaba que iba a ser Parolin”, explica Martínez-Brocal, director de la agencia Rome Reports, refiriéndose al número dos de la Santa Sede, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin. “Pero para mi sorpresa, era Francisco”.

 En efecto, era el papa Francisco, quien se adentró en la tienda de discos Stereosound alrededor de las siete de la tarde del pasado martes. Cerraron las puertas de vidrio para evitar que ningún curioso estropease la visita. Un par de clientes se pararon a observar el escaparate, con vinilos de Maria Callas, Oasis y Pink Floyd, sin percatarse que un hombre de blanco estaba en su interior.

Martínez-Brocal, como buen vaticanista, se quedó esperando fuera de la tienda a que saliera el Papa, cronometrando los minutos que pasaba allí, como si fuera una audiencia a un jefe de Estado. Estuvo doce minutos. Bendijo el local, recientemente renovado, a su anciana propietaria, la señora Letizia, y a su hija y a su yerno. Después curioseó el interior de la tienda durante diez minutos antes de salir con un disco envuelto en papel de regalo de color azul entre sus manos.

En el exterior, un grupo de taxistas (enfrente del local hay una parada de taxis) observaban la escena con curiosidad y se aventuraban a adivinar qué iba a comprar el Papa. “¿Se comprará el nuevo de Adele?”. Nada de eso: Francisco salió con un disco de música clásica, un regalo de los propietarios, advertidos sobre lo que iba a ocurrir aquella tarde.

Se trata de una tienda que Francisco solía visitar cuando era arzobispo de Buenos Aires y se quedaba en la cercana Casa del Clero, en Via della Scrofa, durante sus estancias en Roma. Cuando fue elegido Pontífice, los propietarios le invitaron a acudir de nuevo a la tienda, y unos años más tarde ha cumplido su promesa. “Es un viejo cliente”, dijo la señora Letizia.

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Fue mala suerte que después de tomar todas las precauciones había un periodista esperando en la parada de taxis”, escribió el Pontífice, en una carta dirigida a Martínez-Brocal, donde le agradecía “cumplir con su vocación, aunque sea poniendo en dificultad al Papa”.

Quien no se sorprendió con la escapada del Papa a la tienda de discos fue el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del consejo pontificio de la Cultura. Como Bergoglio, es un apasionado de la música, y desde hace unos años ha creado una “audioteca” en una habitación en el dicasterio con el nombre del Pontífice y compuesta con discos que Francisco le manda regularmente. Se trata de una pequeña colección de 1.728 CD y 19 vinilos, copias que le han regalado y otros más personales que el Papa escucha desde hace tiempo.“Sobre todo de música clásica. Pero Francisco, con la sensibilidad típica de las personas que aman de verdad la música, no se limita a un género”, explicó Ravasi en una entrevista al Corriere della Sera . “Por ejemplo, me mandó un recopilatorio de canciones gospel cantadas por Elvis Presley”.

Todo empezó hace más de tres años, cuando el Papa jesuita envió a Ravasi algunos CD, y él le respondió que le gustaría mucho conocer sus gustos. Empezó a apasionarse por la música cuando era niño en Argentina y escuchaba con su madre un programa de radio de ópera, la mayoría italiana. También tienen una gran parte de tango, sobre todo Astor Piazzolla, obras de Beethoven, Bach o Wagner…, todas comentadas con notas escritas a mano por el Papa. “El último disco que me ha mandado, de entre sus personales, es un vinilo histórico de Édith Piaf, un recopilatorio de éxitos. Como suele pasar, lo ha acompañado con una nota con consideraciones: me explicaba lo sugestiva que es y evocadora del mundo parisino, la carga humana de su voz…”.

Pero su favorito siempre será Mozart: “Aquel Et Incarnatus est de su Misa en Do es insuperable: ¡te lleva a Dios!”, contó él mismo.