El penal se queda sin muje­res. Más de 300 presas de la Comunidad Penitenciaria Fé­nix en Lara fueron trasladadas a Guárico, Carabobo y Aragua, tras el motín que ocurrió el lu­nes en la tarde y terminó luego de dos días, el cual incluyó si­tuación de rehenes. Los fami­liares de las femeninas denun­ciaron que no han tenido co­municación con ellas, fueron trasladadas hasta las que pade­cen de enfermedades crónicas.

Familiares contaron que se sienten traicionados por Iliana Guerra, coordinadora de fami­lia del Servicio Penitenciario, pues supuestamente ella les informó que sólo las femeni­nas que eran de otros estados iban a ser trasladadas. Asegu­ran que ahora se les hará difícil viajar hasta los nuevos penales en donde fueron reubicadas.

“Se llevaron a mi hija y no sé a dónde. Ella debe cumplir un tratamiento y si no lo hace con­vulsiona”, dice en medio del llanto la madre de una deteni­da. El jueves en la tarde fue el úl­timo lote que salió de Fénix, fueron dos Encava con las fe­meninas. Los familiares conta­ron que en el penal les botaron todos los productos de higiene personal, la colchoneta y las que toman medicamentos no se los dieron.

Exigimos que nuestras mu­chachas sean trasladadas nue­vamente al penal de su origen. Con la situación del país, es imposible que tengamos dine­ro para viajar y poder ver a nuestras hijas”, comentó otra de las madres.

La preocupación de las ma­dres es que luego de un día de los traslados no tienen infor­mación a dónde fueron envia­das. El jueves estuvieron en el penal hasta las 7:00 pm y las autoridades no salieron con la lista para indicar el penal al que fueron enviadas.“Aún espero la llamada de mi hija que me diga “mamá, estoy en el penal. Eso es violar los derechos del privado, porque ellos tienen permitido una lla­mada para avisar que llegaron bien”, sostuvo otro familiar.

En el caso de las privadas de libertad, que padecen de enfer­medades, los familiares temen que su salud se empeore y que ellos no tengan cómo trasla­darse hasta esos estados ni có­mo comprar las medicinas, porque poco se consigue el tra­tamiento anticonvulsivo.

Nota de: La Prensa