El turco abandonará el Barça sin haber triunfado y dejado perdidas económicas.

El Barcelona ya se ha desembarazado de Arda Turan, una de las apuestas más ruinosas de la historia del club, que acuciado en 2015 por la sanción FIFA que le impedía fichar y el proceso electoral que mantenía a la entidad en un vacío de poder se vio abocado a meterse en una operación de cerca de 40 millones por un jugador que no ha dado el rendimiento que se esperaba de él. Fue una apuesta electoral de Bartomeu ante la que todos los candidatos (Benedito, Joan Laporta y Toni Freixa) mostraron su disconformidad. Con poco más de 50 partidos jugados en los dos años y medio que ha estado en el Barcelona, el turco será recordado más por la afición azulgrana por lanzarle una bota al árbitro asistente durante un choque de Copa entre rojiblancos y culés cuando militaba en el Atlético que por el rendimiento ofrecido.

Pieza fija en el once de Simeone, Arda nunca llegó a integrarse en el Barça. El otomano no solo no se ajustó a la cláusula que empujaba a los futbolistas foráneos a tratar de integrarse en las costumbres y la lengua de Cataluña sino que nunca habló ni una palabra de español. Su escaso rendimiento en el terreno de juego se vio gravado además por su altísima ficha, producto de la urgencia que el Barça sufría en el verano de 2015, dirigido por una Junta Gestora a la espera del nuevo presidente. Si el Atlético se hizo de oro triplicando lo que pagó en 2011 al Galatasaray, Turan hizo lo propio con unos emolumentos de 15 millones de euros brutos. Precisamente, su ficha ha sido uno de los grandes lastres para el Barça, ya que pocos clubes pueden asumir una cantidad tan alta, lo que limitaba su salida ante la negativa del turco de anteponer su carrera deportiva a sus ingresos económicos.

El Basaksehir de Estambul no corregirá esa ruinosa operación culé, pero sí que se hará cargo de la ficha del jugador, cedido por esta temporada y otras dos más según el acuerdo hecho público por ambos clubes. La devaluación que ha sufrido el jugador estos años hace prácticamente imposible que el Barça pueda recuperar los casi 18 millones que le quedan por amortizar, aunque respira aliviado por aligerar de manera notoria y notable la masa salarial que ahoga las finanzas culés. La gran apuesta de Luis Enrique se limitó a una lujosa suplencia que con Valverde ha ascendido a llamativo ostracismo, lo que le llevó a reconsiderar su situación y girar el pomo de la puerta de salida que todos le mostraban.

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