Miguel Ignacio Mendoza, mejor conocido como Nacho, le cayeron las críticas en las redes sociales por la manera en cómo habló a Chyno Miranda, su excompañero, sin embargo, eso no fue todo, pues Inger Mendoza, esposa del cantante, sintió la ofensa porque también las críticas llegaron a su cuenta personal de Twitter.

“Apoyando la última publicación de mi esposo y parafraseando también un excelente post de mi admirada y estimada Ana María Simón, aquí voy yo…
Si a usted le provoca un día abrir las puertas de su casa y hacerle una invitación a todos sus vecinos para que pasen a comer, a tomarse un café o cualquier otra cosa que a usted se le ocurra y varios de esos vecinos a quien usted amablemente le permitió la entrada a su casa, comienzan a escupir en sus muebles, a insultarlo a usted y a irrespetar a su pareja, a atacar a sus hijos, a comentar lo asquerosa que está la comida, lo repugnante de su café y a criticar con saña todo lo que ven, ¿le parecería a usted justo que yo le diga que se tiene que aguantar la mala educación y la marginalidad de esos vecinos y que de ninguna manera puede usted pedirles que se vayan o negarles la entrada a su casa de nuevo, porque como usted los dejó entrar pues ahora se los tiene que calar todas las veces que ellos quieran ir a dejar su mala energía en su hogar que con tanto amor usted construye? Yo creo que no sería justo, ¿verdad?”, señaló.

En ese orden de ideas, comentó en una publicación en su Instagram que “pues esta cuenta es mi casa, aquí vive mi familia, y tengo las puertas abiertas porque me provoca, porque sé que existen muchísimas más personas maravillosas y buena vibra que sonríen con nosotros y que hacen del mundo un lugar mejor, que chismosas, cizañeras y mal intencionadas; y como es mi casa, si alguien viene a escupir, a destruir y a hablar groseramente sobre lo que nadie le ha pedido que hable, elimino sus comentarios y lo bloqueo”.

“Eso no me hace ser malcriada ni a mí ni a nadie que haga lo mismo, tal como usted no sería un malcriado si decidiera botar y prohibirle la entrada a quien venga a su casa a pretender hacer y deshacer solo porque usted lo invitó. Gracias, pero no. Si no le gusta mi casa, ni le agrado yo, ni mi familia, ¿qué hace visitando aunque lo inviten? Puede salir por donde mismo entró, aquí nadie quiere su presencia”.

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