El grito silencioso de Barquisimeto: La salud mental en la cuerda floja

La capital larense ha sido testigo en las últimas semanas de una realidad que, aunque a menudo silenciada, pesa como una losa sobre la cotidianidad de sus habitantes: la salud mental. Lo que antes eran susurros o casos aislados, hoy se manifiesta de manera más palpable, generando inquietud y preocupación en cada rincón de la ciudad. Desde episodios de ira desmedida hasta intentos de suicidio, Barquisimeto parece estar lidiando con una crisis silenciosa que exige atención urgente.

La tensión alcanzó un punto álgido el pasado miércoles 2 de julio, cuando la ciudad contuvo el aliento. En las imponentes Torres del Sisal, la escena de una persona al borde del abismo encendió las alarmas. Por fortuna, la rápida y eficiente acción de los cuerpos de seguridad ciudadana evitó una tragedia, salvando una vida y brindando un respiro momentáneo a la comunidad. Sin embargo, este incidente no es más que la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda y compleja.

La Perspectiva del Especialista: Un Sistema en Crisis y un Estigma Persistente

Para profundizar en el tema, entrevistamos al Dr. Carlos Manuel Santeliz, su visión nos ofrece un panorama crudo pero necesario sobre la situación actual. «Desde una perspectiva psicológica, la salud mental en Barquisimeto atraviesa una situación compleja que refleja tanto carencias estructurales como dinámicas sociales profundamente arraigadas», explica el Dr. Santeliz.

El especialista hace referencia a casos recientes, como el de un joven con episodios de alteración en la carrera 17, para ilustrar su punto. «Estos casos muestran no solo la falta de diagnóstico claro y acceso a tratamiento, sino también el temor colectivo y la tendencia a interpretar estos comportamientos desde creencias espirituales o supersticiosas. Esta estigmatización impide una respuesta empática y terapéutica, y en cambio, genera aislamiento social y respuestas punitivas».

La escasez de atención especializada es, según el Dr. Santeliz, «crítica». «Los hospitales y unidades psiquiátricas carecen de recursos, el personal capacitado ha disminuido debido a la migración, y los tratamientos son económicamente inaccesibles para gran parte de la población». A esto se suma el estigma cultural, un obstáculo que sigue siendo importante. «Aún se confunde el sufrimiento psíquico con debilidad, ‘locura’ o incluso posesión espiritual, lo que desalienta a las personas de buscar ayuda o hablar abiertamente sobre sus emociones».

Señales de Resiliencia y un Camino Hacia la Esperanza

A pesar del desalentador panorama, el Dr. Santeliz también vislumbra señales de resiliencia. «También hay señales de resiliencia y esperanza. Algunas ONGs y redes comunitarias están generando espacios de acompañamiento, campañas de sensibilización y atención psicológica asequible, a veces mediante plataformas digitales o grupos locales de apoyo». Estas iniciativas, aunque reconoce que son «limitadas en alcance», demuestran «el potencial de respuesta desde lo comunitario cuando el sistema institucional falla».

Como profesional de la salud mental, el Dr. Santeliz es contundente: «Abordar la salud mental en Barquisimeto requiere un cambio profundo: romper con los estigmas, crear redes de contención emocional y exigir políticas públicas que garanticen atención integral. Es una tarea colectiva que comienza con la empatía, la educación emocional y el reconocimiento de que el sufrimiento psíquico merece ser atendido con dignidad y profesionalismo«.

La situación en Barquisimeto nos invita a una reflexión profunda. ¿Estamos prestando suficiente atención a este tema? ¿Tenemos los recursos necesarios para atender a quienes lo necesitan? La prevención, la educación y el acceso a servicios de salud mental de calidad son pilares fundamentales para construir una sociedad más sana y resiliente.

Rubén Conde/Noticias Barquisimeto