La alarma se enciende en el corazón de nuestra ciudad. Lo que para muchos podría parecer una leyenda urbana o un relato lejano, se ha convertido en una cruda realidad en las calles de Barquisimeto. La temida «burundanga», una sustancia que anula la voluntad y deja a sus víctimas a merced de los delincuentes, ha cobrado una nueva afectada. Noticias Barquisimeto se acercó a la casa de una mujer, quien por temor prefirió mantener su identidad en el anonimato, pero con la valentía de querer alertar a otras personas, compartió su escalofriante experiencia.
El miércoles 2 de julio, poco después del mediodía la rutina era la de siempre: «Yo venía por los lados del centro comercial Cosmo, pasando exactamente por la tienda que está en la esquina Canguro, venía con mis dos niños de buscarlos del colegio», relata la mujer, con la voz aún marcada por la angustia. La inocencia de ese momento se rompió justo antes de llegar a la calle 22.

«Se me acerca un hombre, yo veo que se viene hacia mí y me está preguntando una dirección. Venía con un paño en sus manos. En eso que me está preguntando la dirección, empieza a batir el pañuelo en mi cara y ahí empecé a sentirme mareada, que me picaban los ojos y ya no estaba bien, pues, me estaba sintiendo mal», narra, reviviendo el terror. Intentó zafarse, esquivar al sujeto, pero la sustancia ya comenzaba a hacer efecto. «En lo que él me está preguntando la dirección, yo le digo que no, que se aparte, que no sé lo que me estaba preguntando, tratando de esquivarlo y quitármelo así de encima, y el hombre no se apartaba».

Como pudo, la mujer logró zafarse un poco y seguir su camino, desesperada por llegar a casa, que quedaba a pocas cuadras. Pero la lucha ya no era solo con el extraño, sino con su propio cuerpo. «En lo que sigo caminando, empiezo a sentirme mal, más mareada. Le digo a mi hijo mayor que me agarre fuerte, que no se suelte ninguno de los dos y que sigan caminando. En eso, la niña empieza a decirme que le pican los ojos, que le arde mucho la cara, que no veía bien. Yo le digo: ‘no se paren, que ya vamos a llegar a la casa'». La madre, luchando contra la inminente pérdida de conciencia, solo pensaba en proteger a sus pequeños.
El trayecto, que antes era corto, se hizo eterno. «Ya cuando iba a una cuadra y media más, sentí más los mareos. Logré pararme allí con ellos y le digo al niño que llamara a su tía, que es mi hermana, porque ya no podía caminar, pues. En eso me mareé más y no tenía noción de dónde estaba», confiesa. Afortunadamente, lograron llegar a la vivienda. «Los niños entraron a la casa, lograron llamar a mis padres y ya estaba inconsciente en la casa. Ellos me consiguieron inconsciente en la casa».

Desde su hogar, fue trasladada de urgencia al seguro de Barrio Unión. Allí, el diagnóstico fue contundente: «El médico dio el diagnóstico de que me habían drogado con burundanga por los signos que tenía y por cómo había llegado». Un detalle alarmante que suma a la seriedad del caso es que, según el relato de la víctima, «cuando la estaban atendiendo las enfermeras, presentaron los mismos síntomas de intoxicación por burundanga», lo que sugiere una alta volatilidad y peligrosidad de la sustancia.
La mujer recuperó el conocimiento alrededor de las cuatro de la tarde, cuando recibió el alta médica.


Un llamado a la alerta ciudadana
Con la recomendación médica y el trauma a cuestas, la dama se dirigió a la delegación San Juan del CICPC, buscando justicia y que se encendieran las alertas. Sin embargo, se encontró con una respuesta desalentadora. «La respuesta de los funcionarios fue que, como no había delito como tal, ni le había pasado nada a mis hijos, ni me habían robado, no podía hacer ninguna denuncia», lamenta con impotencia.
Ante esta realidad, la víctima decidió que el silencio no era una opción y acudió a los medios de comunicación. «Las personas deben saber lo que me ocurrió, porque sí me drogaron, sí me pasó algo y sí le pasó algo a mis hijos. Gracias a Dios no pasó a mayores, pero sí me drogaron con burundanga y es algo que está pasando en el centro de Barquisimeto».
Al preguntarle si siente miedo de volver a salir a las calles, su respuesta fue: «Sí, claro, y con mis hijos mucho más, porque es algo que se está pasando día a día, incluso hay otros comentarios en otro centro comercial cerca que está ocurriendo eso».
Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto