Treinta años se están cumpliendo hoy de la primera joya de pitcheo labrada por un serpentinero venezolano en la historia de las Grandes Ligas.
El domingo 11 de agosto de 1991, en el Memorial Stadium de Baltimore, en apenas su segunda presentación como bigleaguer (primera con los Medias Blancas), el zurdo zuliano Wilson Álvarez, de 21 años de edad, se aseguró de dejar sin hits a los Orioles: concedió cinco boletos y abanicó a siete enemigos.
En su histórica actuación hizo 128 envíos. Además de los siete ponches, sacó tres outs por batazos rodados y 17 por elevados.
Álvarez había sido adquirido dos años antes por los Medias Blancas.
Firmó con los Rangers en septiembre de 1986 y debutó en Grandes Ligas el 24 de julio de 1989 contra Toronto, en una actuación para el olvido: no hizo out, enfrentó a cinco bateadores y le anotaron tres carreras. El 29 de julio lo cambiaron a Chicago junto con Scott Fletcher y el dominicano Samuel Sosa, por Harold Baines y el infielder guayanés Fred Manrique.
El prospecto de Maracaibo exhibía marca de 10-6 con 1.83 de efectividad y era líder en ponches (165) de la Southern League AA, con el club Barones de Birmingham, cuando el viernes 9 de agosto le comunicaron que estaba ascendido a Grandes Ligas.
Frank Thomas con cuadrangular y tres remolcadas encabezó el ataque para que los ChiSox se impusieran 7-0 en el inolvidable encuentro. Oswaldo Guillén participó en una doble matanza como torpedero y con el bate aportó doble, sencillo y pisó el plato en dos ocasiones.
La defensiva patiblanca jugó importante papel en la gema de Álvarez. Especialmente el centerfielder Lance Johnson, quien en la parte baja del octavo inning se lució al capturar, lanzándose de cabeza, hacia el sector del terreno corto del bosque derecho, un peligroso batazo de Chris Hoiles, primer bateador de los Orioles en esa entrada.
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