Los incendiarios mensajes en Twitter de Donald Trump han desatado crisis diplomáticas, provocado bajadas de la bolsa, roto el corazón de personas transgénero al saber que iban a ser  vetadas del Ejército y generado un sinfín de bromas en todo el mundo. El presidente estadounidense se jacta del impacto de sus mensajes, pero ahora son objeto de una batalla judicial, que toca uno de los principios sagrados de Estados Unidos: la libertad de expresión.

La pugna se dirime en un juzgado de Nueva York. Siete personas que fueron bloqueadas por el presidente estadounidense en Twitter lo que les impide ver o responder a los mensajes que publica la cuenta @realDonaldTrump, con casi 50 millones de seguidores han interpuesto una demanda contra el veto del hombre más poderoso del planeta. Alegan que Twitter es un foro público y que “bloquear a personas simplemente porque le critican” vulnera la Primera Enmienda de la Constitución, que consagra la libertad de expresión.

“Lo que pedimos es que el presidente Trump deje de bloquear a nuestros demandantes y a otras personas por sus puntos de vista”, dijo el jueves durante la vista oral del juicio la abogada Katie Fallow, de un instituto de defensa de la Primera Enmienda de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Según los cálculos de ese centro, “centenares” de personas han sido vetadas de seguir al republicano en la red social.

Uno de los demandantes es Philip Cohen, un profesor de Sociología de la Universidad de Maryland. Fue bloqueado por Trump en junio de 2017 después de que contestara a un mensaje del presidente con una imagen que rezaba: “Corrupto, Incompetente, Autoritario”.

A Trump le defiende un abogado del Departamento de Justicia, Michael Baer, que esgrimió que el mandatario, en un acto político, tiene el derecho a alejarse de una persona que está protestando en vez de estar obligado a escucharla y que esa misma analogía es válida para Twitter. “El presidente tiene un interés en decidir con quién va a pasar su tiempo en ese ámbito”, dijo Baer a la juez Naomi Reice Buchwald.

La magistrada se mostró escéptica de que Trump tenga la potestad constitucional de bloquear a usuarios en Twitter pero evitó inmiscuirse a fondo en un debate delicado sobre los límites de la libertad de expresión en la era de la eclosión tecnológica. Instó a las partes a llegar a un acuerdo porque avisó de que, de lo contrario, su dictamen puede no agradar a ninguna. Se desconoce cuándo podría llegar una sentencia, pero Buchwald sugirió una solución que puede sellar la paz: “En vez de bloquearlos, los silencia”. Twitter permite no recibir notificaciones de determinados usuarios sin llegarlos a vetar. “De esta manera, no afecta a la interacción de los otros constituyentes”, argumentó.

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