Cuando las vacunas han permitido que el mundo comience a tomar aire, Venezuela contiene el aliento. Tras un año de convivencia con el covid-19, la mutación brasileña ha hecho que la gran ola de contagios llegue al país caribeño, con los ciudadanos asustados por la crisis propia y la posibilidad de colapso hospitalario.

Los centros médicos son los que más sufren la presión en un país que acumula 19.491 casos en marzo, de los 159.149 registrados desde el comienzo de la pandemia, algo que, según explicó a Efe el sindicalista del sector sanitario Mauro Zambrano, «se hubiese evitado si hubiese habido una inversión en materia de salud y una planificación».

Zambrano, también coordinador general de Monitor Salud, una asociación promovida por los sanitarios para denunciar las condiciones en las que trabajan, señaló, como ejemplo de las carencias con las que se encuentran en el día a día, que hay un déficit del 50 % en tapabocas para el personal que trabaja en primera línea.

«COMO COMENZAMOS, ESTAMOS»

Como en el resto del mundo, los centros médicos de Venezuela se han debido adaptar a la nueva realidad provocada por el coronavirus. Sin embargo, Zambrano es contundente acerca de la evolución en los hospitales en el país caribeño: «Como comenzamos, ahora estamos».

«Hay un déficit de todo, de insumos médicos, equipos médicos, incluso de material de bioseguridad», explica.

No en vano, 408 sanitarios fallecieron desde el comienzo de la pandemia, según la ONG Médicos Unidos de Venezuela, un dato relevante si se considera que han muerto 1.589 personas en total.

Además, los centros clínicos están llegando a su límite, según el sindicalista, quien cita como ejemplo el Hospital Universitario de Caracas, el más grande de la capital, que «tiene 1.200 camas y debería tener 120 camas de terapia intensiva; hoy tiene 23 y, de ellas, solo quince son para covid-19».

Explica que cada vez es más frecuente que no puedan atender a contagiados, lo que está derivando en una situación «muy grave porque ya está pasando que están muriendo pacientes en sus casas que pueden necesitar una cama de terapia intensiva».

CUATRO CENTROS, NINGUNA PLAZA

Esa odisea la conoce bien Pedro (nombre ficticio) que explica a EFE que una pariente de 26 años, asmática, comenzó a «presentar insuficiencia respiratoria» tras siete días aislada en casa.

Bajo condición de anonimato por temor a represalias, comenta que se dirigió al hospital más cercano, el Hospital Vargas de Caracas.

«Ahí, en emergencia, hay un pequeño pasillo en el que pacientes con covid esperan para ser atendidos y una cola en la parte de fuera. Dentro, las enfermeras, desde una entrada con poca luz y goteras en el techo, te informan que no hay cupo y te indican el número de pacientes que están en cola», explica.

Tras ver que era imposible ser atendido, acudió a otros tres centros médicos sin éxito.

«Hasta que conseguimos un servicio a domicilio que costó unos 150 dólares, ahí fue atendida y estabilizada», comenta.

Su pariente se salvó gracias a esa atención en casa, el hogar de un país en el que el salario mínimo ronda un dólar.

«ÉRAMOS HIPERSENSIBLES»

El problema no nació con la llegada de la variante brasileña del coronavirus, pero su facilidad de transmisión llevó al país al borde de un abismo, ya que, como explica el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, Venezuela era un país «hipersensible» a la pandemia por la debilidad estructural de su sistema de salud.

En opinión de León, «la situación, a partir de ahora, es muy complicada, se tiende a complicar aún más y por supuesto va a generar colapsos».

Sin embargo, León advierte que en este año transcurrido desde que fueron detectados los primeros casos ha llegado a Venezuela el apoyo de la cooperación internacional y «de los aliados del Gobierno», lo que ha permitido que el sistema esté mejor preparado.

De un lado, destaca que siguen «sin resolver los problemas de infraestructura básica», pero, gracias a ese aporte internacional, «hay un poco más de capacidad de atención», beneficiada también por un mejor conocimiento de la enfermedad.

Sin embargo, considera que, pese a que puede haber un colapso hospitalario, sería similar al que hubo en otros países sin llegar a los niveles vistos en Perú o Ecuador.

«No creo que vayamos a ver un proceso equivalente a esos que se vivieron en algunas zonas de Ecuador. Tiendo a pensar que se va a parecer más a las crisis convencionales de otros países latinos», comenta.

En todo caso, eso no sucederá «porque Venezuela tenga una capacidad mejor que la de Guayaquil» o «zonas particulares de Ecuador y Perú donde la cosa fue dramática», sino por el apoyo internacional y el mejor conocimiento de la enfermedad.

Información de: EFE