Un tesoro en la basura: El sacrificio diario de Hugo Durán en las calles de Barquisimeto

En el vivir diario de la ciudad de Barquisimeto, hay historias que pasan desapercibidas. Una de ellas es la de Hugo Rafael Durán Durán, un hombre que, desde hace cinco años, ha hecho de las calles su oficina y de la basura su fuente de ingresos. Su historia, que comenzó con la llegada de la pandemia del COVID-19, es un testimonio de resiliencia y de fe inquebrantable.

La jornada de Hugo empieza antes de que amanezca, a las 6:00 de la mañana. Su objetivo es claro: conseguir el sustento para su hogar. Recorre las calles, no para pedir, sino para trabajar. Lo que muchos ven como desperdicios, él lo ve como una oportunidad.

«Tengo que buscar en la basura todo lo que sea. Desde potes, latas de aluminio, hasta hierro y plástico. Todo lo recojo para vender«, explica Hugo.

Su trabajo es una labor de reciclaje en la que transforma lo que otros desechan en materia prima. Lo vende en chatarrerías y en «cualquier sitio donde haya una compra». Lo que consigue, es el único ingreso para su familia.

Los peligros y la recompensa

El trabajo de Hugo no está exento de riesgos. El contacto con los desechos lo expone a peligros constantes. «Lo más difícil de mi trabajo es que tengo que estar pendiente, porque podemos agarrar una bacteria, o pincharnos con una aguja. Eso es lo más peligroso», confiesa, enfatizando la precaución que debe tener cada día.

Las ganancias son tan variables como la suerte. «Un buen día de trabajo, cuando somos bendecidos y todo sale bien, pueden ser 15$ o 20$», dice, aunque también reconoce que hay días en los que no ganan nada, pues «habemos muchos trabajadores también en la calle».

Hoy, en la Urb. Bararida, Hugo no está solo. Lo acompañan sus compañeros de jornada: Simón Sánchez y Luis Alberto Rivas, compartiendo no solo la labor, sino también los desafíos y la esperanza.

Fe y dignidad

A pesar de las dificultades, Hugo mantiene una perspectiva positiva. Ve su trabajo como una bendición que le permite sobrevivir. «Si yo dejara de trabajar entonces no hiciera nada, pasaría mucho hambre, ya estuviera muerto», reflexiona. Reconoce la humildad de su labor, pero la defiende como la única alternativa que tiene para seguir adelante.

Para él, la única opción es «seguir hacia adelante con fe y sobrevivir». Al final de su relato, Hugo envía un mensaje de gratitud y reflexión: «Todo aquel que tenga un buen trabajo, que lo cuide y que lo sepa valorar. Y los que no tenemos trabajo, bueno, estamos por aquí. Le damos gracias a Dios por la misericordia que me está moviendo por la calle».

La historia de Hugo Rafael Durán Durán no es solo un relato de supervivencia, sino un espejo que refleja la dignidad del ser humano ante la adversidad. En un mundo donde el valor de una persona a menudo se mide por su éxito económico, Hugo nos recuerda que la verdadera riqueza reside en la fe y en la voluntad inquebrantable de levantarse cada mañana para proveer a la familia, sin importar las circunstancias.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto