Todo fue de oro despedida de Ancelotti y Modric y Bota de Mbappé: Madrid se impuso a la Real Sociedad 2-0

El Bernabéu dio a Modric y a Ancelotti el adiós más emocionante que se recuerda y Mbappé casi se aseguró acabar como máximo goleador mundial.

A estas alturas convendría recordar que también hubo un partido, la excusa para la quedada, porque la gente vino a otra cosa. También se hubiera llenado el Bernabéu de no haber comparecido ni árbitro ni Real Sociedad. En realidad, lo hicieron en calidad de testigos. Fue un día de acción de gracias, del Madrid hacia dos monumentos, los más grandes si se atiende a la aritmética. La regeneración siempre está asegurada en la casa, vino a ser el último y esperanzador mensaje de Ancelotti, lo que no evitó las lágrimas entre los que se van, el técnico y Modric, y los que se quedan, el resto de la plantilla y los 85.000 de la grada. Quizá teman que los homenajeados sean irrepetibles.

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Así que lo mejor, al margen de los goles que acercan mucho la Bota de Oro a Mbappé, se sirvió a los postres, porque el madridismo entiende que además de ganar, Ancelotti y Modric han sabido hacerlo desde la elegancia, la buena educación y el respeto a los valores del club y del fútbol. Su legado no queda solo en el museo, sino en el ideario del madridismo.

Ancelotti puso lo mejor que le quedaba para empaquetar bien su despedida y para darle buena compañía a Mbappé en su intento por conquistar la Bota de Oro. El pichichi ya fue una declaración de inocencia. Acabar como mejor goleador del mundo por primera vez supondrá ponerle a la altura de su prestigio, aunque los tantos, en una temporada de vaivenes, hayan sido el iceberg y no la punta del iceberg. El centro del campo estuvo repleto de pasadores, donantes de gol todos en potencia, para sumarse a la causa.

Imanol, en cambio, quiso premiar a los desfavorecidos en su despedida. Los finales de curso y de ciclo vuelven conmovedor a todo el mundo, más al que se marcha también como leyenda.

La emoción que recorrió la grada faltó en el campo entre dos equipos en avanzado estado de resignación y bajos de defensas. Aún así, Modric decidió jugar bien hasta el último día. Esa ha sido su carrera: máxima regularidad, nula volatilidad. Nunca bajó del notable. Nadie aguanta trece años en el Madrid con peores notas. Sobre él, en su despedida de la afición, construyó el juego el equipo con el objetivo de que la desembocadura fuera Mbappé. Al francés no le faltó asistencia. Antes del primer cuarto de hora le pusieron dos veces ante Marrero Güler y Brahim. El meta salvo su primer remate. El segundo, de bote pronto, se marchó al fondo norte. Entre uno y otro, Sergio Gómez tuvo media tarde para encontrar por dónde batir a Lunin y se le vino la noche encima. Su remate cruzado en pleno estado de indecisión lo detuvo con acierto el ucraniano. Tardó mucho en volver ahí la Real. Le sucedió mucho más tarde a Mariezkurrena, que con menos ventaja remató muy cruzado.

Güler, el heredero

El arranque ofreció una buena versión de Arda Güler, el delfín. Tiene la ciencia, pero aún le falta el alma, según esa teoría casi teológica de Ancelotti que sirve para separar a los buenos de los santos. Con él y Modric al timón apretó de firme el Madrid, aunque la obsesión por encontrar al francés y desechar alternativas no acercó demasiado al gol al equipo, más volcado hacia la derecha, donde repitió mucho Lucas Vázquez, otro que no volverá. Entrará en la lista de canteranos ejemplares, esos que juegan cuándo y dónde les ponen, sin una mala cara. Solo se les valora cuando ya no están. De eso puede escribir un tratado Nacho.

Cerca del descanso encontró al fin Mbappé el gol que le permitía superar al sueco Gyökeres en su carrera hacia la Bota de Oro en una de esas jugadas con freno y marcha atrás que ha traído el VAR. Pablo Marín estropeó con un medio tapón un intento de sombrero de Güler. A Melero, otro que se marcha, la mano le pareció inocente, la pelota acabó en Mbappé y su remate lo salvó Marrero en estirada fotogénica. La sala de videoarbitraje le dio otra oportunidad al francés al recomendar el penalti. Marrero pudo con el primer disparo, pero no con el rechace. El Bernabéu reclamó a Modric como lanzador, pero ahí el equipo atendió a la cabeza y no al corazón. Luego, con el doblete, aseguró el francés su Bota de Oro. Salah necesitará un póquer para quitársela hoy.

Lucas, telonero de la despedida

A partir de ahí, el partido solo fue la excusa para la aclamación del croata. Cada córner lanzado por él se festejó como un gol. En cierto modo, y desde el punto estrictamente deportivo, resulta inexplicable su salida del club. Mantenerle no hubiera sido agradecer los servicios al mejor centrocampista en la historia del Madrid, sino conservar al jugador con más criterio de la plantilla en la creación, si no para todos los días, sí para los días de la verdad.

Camino del fin de fiesta, Ancelotti dejó despedirse también a Vallejo e Imanol sacó a sus figuras (Zubimendi, Oyarzabal, Barrenetxea) para buscar el punto del honor en su adiós. Después, Lucas Vázquez hubo de desmonterarse casi a su pesar al ser sustituido. Pretendió pasar inadvertido en un día que era de otros, pero no lo consiguió. El segundo gol de Mbappé solo fue el preludio al pasillo final a Modric, que acabó en abrazo a Kroos, que le esperaba en la banda. Casemiro debió verlo desde Mánchester. La Santísima Trinidad ya está en los cielos. Entrenada por Ancelotti.

Cambios

Jon Olasagasti (45′, Pablo Marín), Vinícius Júnior (54′, Brahim Díaz), Jesús Vallejo (55′, Aurélien Tchouaméni), Martín Zubimendi (69′, Beñat Turrientes), Mikel Oyarzabal (70′, Arkaitz Mariezkurrena), Ander Barrenetxea (70′, Sergio Gómez), Gonzalo García (76′, Lucas Vázquez), Brais Méndez (83′, Luka Sucic), Chema Andres (86′, Luka Modric)

Goles

1-0, 37′: Kylian Mbappe, 2-0, 82′: Kylian Mbappe.

Hender «Vivo» González

Con información de Diario AS