El sospechoso de la serie de paquetes bomba que ha aterrorizado a Austin (Texas) murió este madrugada tras detonar un artefacto en su coche cuando iba a ser detenido. La policía afirmó que estaba solo y que, tras la deflagración, un agente le disparo. La causa exacta de su muerte no fue aclarada, tampoco el móvil de los ataques. Los hechos se registraron después de una persecución en la carretera interestatal 35, a la altura de Round Rock, al norte de Austin (950.000 habitantes). El fallecido es Mark Anthony Conditt, de 24 años.

Al fallecido se le atribuye la colocación de cinco bombas en dos semanas. Las deflagraciones acabaron con la vida de dos personas e hirieron a cinco. Los tres primeros ataques fueron artefactos explosivos dejados a la puerta de las casas. El hecho de que las dos víctimas mortales fueran negras hizo pensar que se trataba de crímenes raciales. El cuarto estallido, sin embargo, debilitó esta hipótesis: era una bomba que, activada por cable, estalló al paso de dos viandantes blancos en una zona residencial. La última deflagración se registró en una sede de la empresa de paquetería FedEx a 100 kilómetros de Austin.

Las autoridades identificaron al sospechoso tras revisar la grabación de las cámaras de seguridad del centro de FedEx. Accedieron también a los recibos y a su historial. Fialmente, se le localizó a través de su teléfono móvil en un hotel del condado de Williamson. El sospechoso inició ahí la huida, hasta ser frenado en la carretera, a 18 kilómetros de Austin. Cuando un agente se acercaba al coche, siempre según la versión policial, Conditt hizo estallar la bomba. Fue entonces cuando otro agente le disparó. La causa de su muerte no se conocía en la mañana.

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