Contrario a lo que pudiese pensarse, la reciente Serie del Caribeestuvo bastante lejos de ser un éxito organizativo y deportivo, pese al hollywoodense argumento de la “cenicienta” panameña, que terminó con una zapatilla embarrada más allá del trapo campeonil.
Tan pronto el Gobierno nacional rompió relaciones con su par de EEUU, Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación del Caribe, pidió ayuda a los propietarios de Bravos de
Margarita, quienes también son prósperos empresarios en Panamá.
La directiva del club se movió en pleno para salvar el evento en su inesperada sede. Hizo un buen trabajo que respondía así a los mandatos del Beisbol Organizado que, tal vez temerosa de una conflagración política y social en nuestro territorio, “recomendaba” a sus afiliados no venir a Venezuela. Y una recomendación de MLB equivale a una orden que debe cumplirse.
Descartada Barquisimeto como sede del Clásico, los participantes tuvieron problemas para coordinar su viaje. Venezuela fue la excepción, gracias al patrocinio de Pdvsa.
La señal televisiva, originada por los panameños, fue un desastre, con marcada falta de información y en lo deportivo, una carrera sucia que fue anotada como limpia para el equipo de Panamá, en una reacción contra el Santurce boricua, eliminó en los números al dominicano Estrellas Orientales, lo cual tiene bastante molesta a la liga de ese país.
Tal vez la parte positiva para Confe-Caribe, fue que no debió desembolsar los $225 mil destinados para los finalistas, ya que Panamá y Cuba no son miembros formales del organismo.
Más de un participante, al ver que no pasaba nada extraordinario por aquellos días en el país, lamentó la hora en que la sede le fue despojada a Barquisimeto.
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