Serie del Caribe 2019: “Crónica de un despojo anunciado”

Anunciar el cambio de sede del evento caribeño de béisbol, minutos después del contundente triunfo del equipo Cardenales de Lara sobre los Leones del Caracas, es una clara jugada que tiene muchas “aristas”, y descubre elementos políticos que se imponen por encima del criterio estrictamente deportivo.

Cuando la oficina del Comisionado de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe informa la “decisión irrevocable” de retirar a Barquisimeto como la sede de esta edición 2019, argumenta razones que pudieron ser invocadas días atrás, cuando las circunstancias y el contexto país era el mismo del día del fatal y odioso anuncio.

Decir el domingo 27 de enero en horas de la tarde, en plena celebración “cardenalera” por al campeonato, que se está viviendo una situación en donde están presentes circunstancias de “Usurpación de Poderes”, Actos de Enemigo Extranjero, Hostilidades y Golpe de Estado”, no puede ser una excusa de última hora, cuando todos el mundo sabía, incluyendo a los miembros de la Confederación, que esos elementos ya estaban presentes desde hace semanas en la realidad política de Venezuela.

Presentar como excusa para despojar a Barquisimeto de organizar la Serie del Caribe, “el rompimiento de las relaciones diplomáticas con EEUU y las visas de entrada a los jugadores norteamericanos” se cae de inmediato, porque ya la LVBP y el Ministerio del Deporte habían anunciado que los peloteros solo necesitarían las acreditaciones respectivas para ingresar al país.

Presentar en el comunicado las recomendaciones de la “Mayor League Basebal” a los peloteros afiliados de “no permanecer en territorio venezolano” se cae por sí sola, ya que durante el desarrollo de la serie semi final y gran final del beisbol en Venezuela, los jugadores de los equipos participantes, casi todos afiliados a Mayor League Baseball, estaban en el país jugando en un contexto político igual, al momento de publicar el comunicado la Confederación de Beisbol Profesional del Caribe.

¿Sería interesante conocer los argumentos que valientemente presentaron los miembros de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) para oponerse al despojo, que en forma  “premeditada y con alevosía” le hicieron a la fanaticada y al gentilicio larense, que soñaba y aspiraba ser los mejores anfitriones de la Serie del Caribe 2019.

Que fácil le resultó a quienes representan la confederación caribeña de béisbol tomar esta medida, y además informar tranquilamente que no han tomado esta decisión sin haber hecho el más profundo análisis de su impacto y consecuencias, tanto económicas como operativas y de imagen”.

Si fueran sensatos y de verdad hubieran hecho un profundo análisis del grave impacto que este “despojo” ocasionaría a la economía de la región, a lo mejor la decisión sería otra. No solo cuenta para este evento la inversión pública que es bastante. Desde el anuncio y la confirmación de que Barquisimeto albergaría la Serie del Caribe 2019, se activaron componentes del ámbito productivo de la ciudad, del estado Lara y del país, para garantizar a los equipos visitantes las mejores condiciones en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez y en los hoteles de la ciudad.

Esa inversión millonaria que hicieron varias empresas hoteleras para adecuar sus habitaciones y aéreas de comida; así como restaurantes y pequeños vendedores, de nada le importó a quienes tomaron la decisión de cambiar la sede del campeonato caribeño.

La gerencia de los Cardenales, la LVBP y los organismos involucrados en la organización, lucharon hasta el final para ver cristalizado el anhelo de mucha gente de promover un evento que involucraba las capacidades del sector público y privado del estado Lara.

¿Quién se beneficia políticamente con la suspensión? ¿Quién pudo ser tan despreciable para invocar elementos fútiles y desdeñables para que en Venezuela y en la ciudad crepuscular no se realizara la Serie del Caribe 2019?

Nos despojaron el evento, pero jamás podrán borrar de la historia el triunfo alcanzado a punta de coraje y batazos en el terreno de juego, a pesar del dolor que significó haber perdido a dos jugadores, baluartes de los símbolos más preciados del fanático: “ser por siempre orgullosos cardenaleros”.

NB