Inició la cuenta regresiva para la ceremonia de beatificación del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros. Este 30 de abril América Latina se unirá en oración en torno a la figura del laico más insigne de la Iglesia venezolana, que será elevado a los altares en una ceremonia que se llevará cabo en la iglesia del colegio La Salle de Caracas, con aforo muy reducido, y a la que la mayoría podrá asistir solo de forma virtual.

En un principio se dijo que el acto se llevaría a cabo en el Estadio Universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV); sin embargo, debido al incremento de casos de COVID-19 en el país, se decidió cambiar de lugar.

El acto solemne será presidido por el Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, quien fuera nuncio apostólico en Venezuela y viajará al país en representación del Papa Francisco, en ocasión de tan importante evento. Y en vista de su inminente viaje, Diario Las Américas lo entrevistó en exclusiva.

Usted vivió cuatro años en Venezuela (del 2009 al 2013), ¿cómo experimentó esta devoción por el Dr. José Gregorio Hernández durante su estadía?

Muchas gracias por la entrevista, que me ofrece la posibilidad de felicitar a todos los venezolanos por este resultado tan buscado por muchos años. Yo creo que la figura y la presencia del Dr. José Gregorio Hernández me acompañó durante toda mi estadía en Venezuela.

Yo de verdad no lo conocía, creo que nunca había oído hablar del venerable José Gregorio Hernández, pero apenas llegué a Venezuela aprendí quién era y sobre todo, experimenté el inmenso amor que el pueblo venezolano le tiene a esta figura tan noble.

Y puedo decir, a pesar de que mi experiencia no sea muy grande, pues era la tercera vez que salía de Italia para un país diferente en el Servicio Diplomático de la Santa Sede, nunca en ningún país he encontrado este fenómeno, de todo un pueblo que se siente identificado en esta figura, con esta persona, y entonces sentí siempre su presencia, aprendí a conocerlo mejor.

¿Cómo sintió su presencia?

Recibí muchos libros, muchos estudios, muchas obras del venerable José Gregorio Hernández y escuché muchísimos testimonios, esto me impresionaba. Cualquier parte que fui de Venezuela, las visitas del Nuncio Apostólico en las diócesis y en las parroquias, siempre, siempre, siempre, alguien me hablaba de José Gregorio Hernández.

Y recuerdo algo que me impactó de veras: una vez que fui a la Universidad Central de Venezuela, en donde encontré a los doctores, es decir hombres de ciencia de los que uno no espera comentarios parecidos, que me dijeron que sus pacientes veían en la noche llegar esta figura desconocida, pero conocido por todos por la bata y por el sombrero. Un hombre que está cerca de ellos, que los acompaña en el sufrimiento, que les da valor, que anima a vivir también el tiempo del sufrimiento y de la enfermedad en un sentido cristiano.

Los venezolanos tuvieron que esperar 72 años para poder celebrar la elevación a los altares del “Médico de los pobres”, ¿qué lectura se debe hacer de esta Beatificación en los tiempos actuales?

José Gregorio Hernández tiene mucho qué decir a la Venezuela de hoy. No es solamente una memoria, no es solamente el recuerdo de alguien que ha hecho cosas maravillosas en el pasado, pero que se quedan en pasado, es un santo de gran actualidad.

Yo espero que todos los venezolanos acoplen su veneración por el Santo con sinceridad y hablo de todos, todos, todos, empezando desde los más arriba hasta los más humildes. Espero que todos mantengan el deseo de seguir sus huellas, de seguir su testimonio, su ejemplo y de vivir los valores que él ha vivido; porque imagino que solo a través de la vivencia de estos valores se puede regenerar de veras Venezuela y ayudarla a salir de esta crisis en la que se encuentra hoy.

¿Cuál es su mensaje para los venezolanos?

Yo creo que el mensaje es primero agradecer a Dios que ha dado a Venezuela este hombre maravilloso, este santo. Y segundo, tomar en cuenta el sufrimiento de las personas, el sufrimiento de las familias, de los grupos humanos, de las naciones.
Hoy estamos experimentando con esta pandemia cuánto somos vulnerables, cuánto somos frágiles, cuánto necesitamos de la ayuda de Dios a pesar de los logros que hemos tenido, que a veces nos hacía pensar que éramos omnipotentes y que podíamos hacerlo todo. Cuánta necesidad tenemos de la ayuda de Dios y también de la ayuda de los demás. Y cuánto es importante acompañar y compartir el sufrimiento de los demás.

José Gregorio Hernández no fue un médico frío que hacía su profesión solamente por ganancia, lo hacía con actitud de compasión, para compartir el dolor y el sufrimiento de los demás. Y este es el primer instrumento, el primer camino para sanar a los corazones y a través de los corazones sanar los cuerpos.

Cierto, están los logros de la medicina, estamos esperando la vacuna que llegue a resolver este problema que es tan angustiante para toda la humanidad, pero lo decía el Papa Francisco en esta famosa noche de oración del 27 de marzo del año pasado, tenemos que estar juntos el uno al otro, tenemos que compartir uno el sufrimiento del otro, tenemos que buscar juntos soluciones. Yo creo que en este sentido José Gregorio Hernández puede ser un gran ejemplo y empuje para Venezuela y para todo el mundo.

Información de: NAD