Santo del Día | Olegario, el Obispo que no quería ser Obispo

Obispo de Barcelona y Arzobispo de Tarragona durante el reinado del Conde Berenguer III y Berenguer IV; ocupó la Sede Episcopal desde 1116 y es venerado como Santo desde el momento de su muerte

Olegario nació en Barcelona en el año 1060, pertenecía a una familia noble; su padre era Secretario del Conde de Barcelona, Berenguer I, y su madre descendía de la nobleza goda. A los 10 años de edad fue encomendado por sus padres a la Catedral de Santa Cruz en la ciudad de Condal; allí recibió su primera educación.

San Olegario, Obispo

En 1087 tomó las órdenes menores y, dos años después, fue nombrado Diácono; para 1093, accedió al cargo de Presbítero de la Catedral, siendo ordenado Sacerdote en 1095, a la edad de 35 años.

Vida monástica

Su inclinación a una vida de mayor recogimiento, lo llevó al Monasterio de San Adrián del Besós, donde llegó a ocupar el puesto de Prepósito; en el año 1110 pasó al Convento de San Rufo en Provenza, y al poco tiempo fue elegido Prior del mismo.

Leer también: Santo del Día | Adrián: «De guardia romano a mártir cristiano»

En 1115 formó parte del séquito que acompañó a la Condesa Dulce, esposa del Conde Berenguer III, a recibir a su esposo en su regreso a Barcelona, tras una exitosa expedición contra los musulmanes de Mallorca.

Elección y labor episcopal

En el transcurso de esa campaña murió el Obispo de Barcelona, y Olegario, que tenía fama de hombre sabio y justo, fue aclamado por el clero y el pueblo para ocupar la Sede Vacante; al conocer su elección, Olegario abandonó rápidamente Barcelona para refugiarse junto a sus monjes en San Rufo.

En junio de 1116, fue amonestado por el Papa Pascual I para que aceptara la cátedra episcopal; el propio Conde, por petición pontificia, acudió a San Rufo para escoltar al nuevo Obispo Olegario hasta Barcelona, y en el camino, fue investido en la Catedral de Magalone, en Provenza.

Por obediencia aceptó ser Obispo

En 1117, viaja a Roma para presentar obediencia al Papa Gelasio II; y con la reconquista de Tarragona, fue investido como Arzobispo de esa región, sin perder la mitra barcelonesa. A partir de entonces, actuó como metropolitano con plenos derechos, ejerciendo también, como Administrador Eclesiástico en los territorios de la aún no restaurada Diócesis.

Legado y ejemplo de santidad

Fue un hombre con grandes influencias en la política de su tiempo, buen consejero y colaborador de los Condes Berenguer III y Berenguer IV; participó activamente en la renovación que la iglesia de Roma realizó en estos siglos, adquiriendo más independencia del poder civil. Participó activamente en la vida eclesiástica de su época; asistió a los Concilios de Narbona (1118), Toulouse, Reims (1119) y Letrán (1123), siendo el único prelado español que acudió al de Clermont Ferrand de 1130, siendo nombrado Legado Pontificio “a latere” en España para la cruzada contra el Islam.

En 1125, cuando contaba cerca de 65 años, emprendió la Peregrinación a Tierra Santa, y su fama de su santidad le precedió hasta aquellos lugares lejanos; fue recibido con altos honores por el Obispo de Trípoli y el Patriarca de Antioquía. A su regreso, participó junto al Conde Berenguer III en la instauración de la Orden de los Caballeros del Temple en Cataluña.

Tumba de San Olegario en la Catedral de Barcelona

Mantuvo su actividad pastoral hasta el último momento de su vida; en noviembre de 1136 convocó un Sínodo diocesano, y ya enfermo, se retiró de la sede episcopal. Murió el 6 de marzo del año 1137, rodeado por el cabildo catedralicio.

Su tumba fue venerada desde el primer momento como la de un santo; en 1281, el Rey Pedro III de Aragón solicitó al Papa Martín IV su canonización, pero no fue hasta mayo de 1675 cuando fue canonizado por el Papa Inocencio XI. Actualmente, su cuerpo momificado se puede venerar en la Capilla del Santísimo de la Catedral de Barcelona.

Agelvis Villalonga L.