Obispo, de origen palestino, fue Patriarca de Jerusalén y participó en el Concilio de Nicea; impulsó la construcción de las grandes basílicas palestinas, y se le relaciona en el descubrimiento de la Cruz de Cristo junto a Santa Elena
Macario nació hacia el año 250; se distinguió por su elocuencia, fue sucesor del Patriarca Hermón en la sede de Jerusalén, y durante su episcopado tuvo que enfrentarse a la herejía arriana, que ya causaba un profundo cisma en la Iglesia, error que combatió con ahínco durante el primer Concilio de Nicea en el cual participó activamente.
En ese Concilio defendió también el punto en el cual creemos que Nuestro Señor “descendió a los infiernos” y que aparece como Dogma de Fe en el Credo Niceno-Constantinopolitano; su nombre encabeza la lista de los obispos palestinos firmantes de las actas de dicho Concilio.
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Macario fue el encargado por el Emperador Constantino, para la búsqueda e identificación de las reliquias existentes en la ciudad; las excavaciones comenzaron poco tiempo después del Concilio. Se descubrió el suelo original del Santo Sepulcro, y de inmediato se inició la construcción de una Iglesia en el lugar.
En esa época realizaba una peregrinación la Emperatriz Elena, madre de Constantino, y con su ayuda, descubrieron la “Vera Cruz”, es decir, el madero donde fue crucificado Jesucristo; durante el tiempo de su episcopado, se da inicio a la construcción a gran escala de los primeros templos cristianos sobre los lugares históricos, entre ellos: la Basílica del Santo Sepulcro, la iglesia en el lugar del Cenáculo, un templo en el lugar de la Ascensión y la Basílica de la Natividad en Belén, entre otros.
Macario de Jerusalén murió en el 333 y es reconocido como Santo por la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas; su memoria litúrgica se celebra el 10 de marzo.
Agelvis Villalonga L.
