Santo del Día | El místico Hermano Rafael

Muchas veces, cuando se piensa en los Santos, se hace colocándolos en un pedestal muy alto que se nos olvida poner los pies en la tierra, lo que los vuelve personas admirables, pero no imitables, es por eso que Dios desde lo cotidiano nos invita a ser modelo de santidad

Ceremonia de Canonización del Hermano Rafael en el Vaticano, año 2009

Rafael Arnaiz Barón, nació el 9 de abril de 1911 en Burgos, allí recibió el Bautismo, la Confirmación e inicio sus estudios en el colegio de los Padres Jesuitas, donde realizó su Primera Comunión en 1919.

Preferencia por las Cosas de Dios

Dotado de una precoz inteligencia, Rafael ya desde su primera infancia, daba señales claras de su inclinación a las cosas de Dios; recibiendo en esos años la primera visita de la que sería su sombra y compañera: la enfermedad que le obligó a interrumpir sus estudios.

Llegado el año 1922, ya se encontraba recuperado, y su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la Santísima Virgen, a finales de la época de verano lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen del Pilar, hecho que marcó el ánimo de Rafael.

El Hermano Rafael

Su familia fue trasladada a Oviedo, y tuvo que continuar allí con sus estudios medios; al culminarlos se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Su brillante inteligencia, destacaba en Rafael sus cualidades para la amistad; por ende, a la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, iba creciendo también en su experiencia espiritual de vida cristiana.

Corazón dispuesto

Con un corazón bien dispuesto, Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida monástica; habiendo tomado contacto con el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas, se sintió fuertemente atraído por lo que vio era el lugar, todo aquello correspondía con sus deseos más íntimos, ingresando el 15 de enero de 1934.

Con su vida entregada completamente a la voluntad de Dios, recibió de su parte una misteriosa prueba, una penosa enfermedad: la diabetes sacarina, que le obligó a abandonar tres veces el monasterio, pero otras tantas volvió en aras de una respuesta generosa y fiel a lo que sentía ser la llamada de Dios.

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Santificado en la gozosa fidelidad a la vida monástica y en la aceptación amorosa de los planes de Dios, su vida se consumó en la madrugada del 26 de abril de 1938, a la edad de 27 años recién cumplidos, siendo sepultado en el cementerio del monasterio.

Su fama de santidad se extendió más allá de los muros del monasterio; hoy en día sus numerosos escritos continúan difundiéndose por todas partes, impregnados con la fragancia de su vida, logrando mucho bien para todos.

El 20 de agosto de 1989, San Juan Pablo II, lo declaro Beato el 27 de septiembre de 1992, y el 11 de octubre de 2009, el Papa Benedicto XVI, lo canonizó. Es considerado uno de los grandes místicos del siglo XX, celebrándose su memoria litúrgica el 26 de abril.

Tumba del Hermano Rafael

Agelvis Villalonga L.