Roland Garros: Un mejorado Nadal pasa a tercera ronda con su victoria 300 de Grand Slam

Rafa Nadal brilla en la jornada nocturna derrotando al francés Corentin Moutet, que sufrió en primera persona las excelencias de su idolatrado trece veces campeón de Roland Garros.

Triunfo número 300 del balear en Grand Slam, siguiendo los pasos en profesionales de Roger Federer y Novak Djokovic.

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Nadal decidió en tres sets su pase a la tercera ronda, contra el neerlandés Botic Van de Zandeschulp, verdugo del italiano Fabio Fognini y desconocido en pista para Rafa.

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Rafa Nadal brilló en la noche parisina. Aunque prefiere las condiciones de juego más rápidas del día, su pelota salió bien disparada de su raqueta en una plácida jornada vespertina en la pista central contra otro zurdo, el francés Corentin Moutet.

En un partido inédito entre la leyenda de los veintiún Grand Slams, trece Roland Garros, y un parisino que creció en el tenis idolatrando al rey de la tierra batida, se impuso la lógica. Ganó un Nadal mejorado por 6-3, 6-1 y 6-4 en dos horas y ocho minutos.

Paso adelante de tenis de Nadal, en condiciones de seguir avanzando según exija la eliminatoria y el rival si el pie izquierdo continúa dormido. Si la lesión “incurable” no deriva en un dolor insoportable como sucedió en Roma.

Firmó su triunfo 300 en Grand Slam, por 41 derrotas, convirtiéndose en el tercer profesional masculino del tenis que llega a esta cifra, tras el suizo Roger Federer (369-60) y el serbio Novak Djokovic (325-46). En Roland Garros alcanzó su victoria 107, habiendo cedido únicamente en tres encuentros. Una locura.

El viernes vivirá otro encuentro sin antecedentes hasta este evento, contra el neerlandés Botic Van de Zandschulp, 26 años y nº 29 mundial. Doce meses atrás tuvo que pasar por la previa del torneo, y no ha cesado de progresar desde entonces. Fue cuartofinalista en el último US Open y acaba de disputar la final en la tierra de Múnich. Lo tuvo fácil ante un Fabio Fognini cotizando a la baja, especialmente en el aspecto físico: 6-4, 7-6 (2), 3-2 y retirada.

Moutet, con mucha más mano que determinación o potencia, sufrió en primera persona lo que presenció como espectador en muchos partidos de Nadal, su referencia, a quien intentaba imitar de niño. A sus 23 años 139 del mundo, un ranking por debajo de su tenis aunque no tanto de su inconsistencia y la tendencia a lesionarse, vivió la impotencia durante hora y media.

Nadal puso en marcha el parabrisas moviendo de un lado a otro a Moutet. Fue amonestado por el juez de silla por abuso de pelota. Pegó un bolazo con intención de salvar la grada de la Philippe Chatrier. Más tarde lanzó la raqueta contra el suelo, rebotando de tal manera que superó la red y pasó al otro lado de la red. El árbitro le perdonó un castigo mayor, no quería intervenir en el espectáculo que dieron ambos. Buen tenis, especialmente del vencedor.

El balear sólo denotó ese déficit de competición causado por la fisura de estrés en una costilla y el dolor en el pie izquierdo en un mal juego que le costó un 0-2 de entrada en el tercer set y otro que provocó que no cerrase con su saque sino al resto. Breves despistes, pura anécdota en un balance global prometedor. 

También comprensibles porque Moutet puso todo lo que tenía llevando en volandas por el siempre más ruidoso público de la sesión nocturna. Hay más electricidad, ganas de fiesta. Nadal la cerró lo más pronto que pudo, él ya tenía suficiente y otros objetivos en los que pensar. 

Mundo Deportivo