Roland Garros: Carlos Alcaraz reacciona tarde ante un inspirado Alexander Zverev y adiós a París

Carlos Alcaraz empezó mal y chocó contra la mejor versión de Alexander Zverev, que se tomó la revancha de Madrid y accedió por segunda vez a semifinales de Roland Garros.

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El murciano, de 19 años, no fue al principio el que dominó en Río, Miami, Godó y Madrid, y lo acabó pagando en su segundo Roland Garros y sexto Grand Slam habiendo tenido punto de set para forzar el quinto cuando se estaba disparando.

Primera derrota de Alcaraz tras 14 victorias consecutivas, con 42 dejadas pero 56 errores no forzados y ganándose al público de la central, que coreó su nombre muchas veces.

Es un fenómeno especial como ya ha demostrado sobradamente y seguirá haciéndolo. A los 19 años el tiempo juega a su favor. Las bases están bien fijadas y goza de un ángel especial que caracteriza a los superdotados del deporte, a los elegidos para la gloria. Carlos Alcaraz regresará enfadado a El Palmar, porque sus expectativas eran lógicamente altas y no quiere perder ni al parchís. Aunque esta experiencia será valiosa en el futuro inmediato, en la próxima oportunidad.

El dominador de la gira europea de tierra batida de esta temporada sufrió un mal comienzo en el peor momento. Roland Garros es la cima sobre esa superficie y unos cuartos de final suponen un escaparate internacional único. La tensión lógica de esa relevancia, que afectó durante hora y media a Alcaraz, se juntó con la inspiración máxima del alemán Alexander Zverev, un más que respetable rival de 25 años y número tres mundial. Semifinalista por segunda vez en París, finalista del US Open 2020. Un tanto voluble, especialmente a cinco sets, pero un rival temible cuando entra en vena de aciertos, impulsado por su poderoso saque desde la atalaya de casi dos metros.

Ganó Zverev por 6-4, 6-4, 4-6 y 7-6 (7) en 3h.18‘ de soleada jornada diurna. Como hubiera firmado el pupilo del también capitán español de Copa Davis Sergi Bruguera, que adquiere firmeza si sus ‘cañonazos’ de saque funcionan. Tanto él como el propio Carlos Alcaraz sabían que esta cita no guardaba similitud con la final de Madrid, que el español se llevó por 6-3 y 6-1. Otras condiciones: desatado el murciano, en altura y Sascha recordó que se había ido a dormir cerca de las cinco de la madrugada por su tardía semifinal con Stefanos Tsitsipas. Han pasado las semanas y el evento impone.

Va tan rápido Alcaraz que en ocasiones su contundencia esconde la realidad de su eclosión y los peligors que conlleva. Uno, el de la experiencia. Ha vivido mucho a velocidad de vértigo pero sólo era su segundo Roland Garros, el sexto Grand Slam. Los nervios afloraron demasiado en un inicio que resultó demasiado costoso.

Comprensible que rozara la eliminación en segunda ronda contra Albert Ramos, a quien levantó una bola de ‘match’. Se entiende que pueda caer ante Zverev rozando los 60 errores no forzados: 56 por 46 ganadores (39 y 34 su adversario).

El campeón de Miami, en dura, y de Río, Godó y Madrid, en tierra, pegó golpes imposibles, lució mano con las dejadas: ¡42!. Hizo muchas cosas, especialmente cuando salvó con una de esas dejadas una bola de rotura para 5-4 y saque del rival en un tercer set que le acabó arrebatando. Lanzado, impulsado por la grada, tuvo bola en el ‘tiebreak’ para forzar la quinta manga. Tiró el revés a la red, el que sí entro de resto al segundo punto de ‘match’ un iluminado Zverev. Más consistente y aplicado de lo habitual. 

‘Carlos, Carlos’, el favorito de la central

¡Carlos, Carlos!, coreó la mayoría de los 14.800 presentes en la Philippe Chatrier en varias ocasiones. Llevó en volandas al tenista, que insistió en darse una oportunidad que casi llega. No era su día aunque casi lo endereza porque en la recta definitiva se parecía al de los últimos meses. Sí resultó una jornada de gloria para Zverev, quien ya había superado a un Alcaraz más juvenil en Acapulco y Viena, en 2021.

Su segunda despedida en 22 partidos de tierra, tras una en Montecarlo frente a Sebastian Korda. Primera derrota después de catorce seguidas. Duele ahora, servirá para más adelante. Es sólo su cuarto KO en 36 encuentros. Esto no ha hecho sino empezar para él. Unos días con la familia, algún que otro hoyo de golf y para la hierba. En un par de semanas, Queen’s, pensando en Wimbledon. No mejoró los cuartos del US Open, continuará insistiendo. 

Mundo Deportivo