Capítulo 40 para la historia, cargado de emoción, de garra, de nervios, pero de mucha magia en la Cancha Central de Wimbledon, donde Roger Federer y Rafael Nadal regalaron su majestuoso tenis una vez más, no sólo para maravillar a los presentes en All England, el mundo del deporte y los fanáticos del tenis también detuvieron su viernes para apreciar a los dos más grandes de este deporte.
Era el cuarto choque en la Catedral del tenis, con tantos números, datos y estadísticas para analizar, y que quedaron atrás once años después del partido del siglo, esta vez con una edición con dos protagonistas que evolucionaron sobre la base de su éxito para seguir dominando en lo más alto.
Semifinal de lujo en Londres, un duelo que comenzó muy parejo, donde ninguno regalaba nada, donde defendían su turno de servicio con todo su arsenal y que apenas tuvo un punto de quiebre en el octavo juego cuando Roger Federer no pudo convertir la primera chance que tuvo, un libreto repetido en el que Rafael Nadal volvía a escapar.
Sin novedades, el primer parcial solo tuvo un camino, el desempate donde dominó el de Basilea, espacio donde intercambiaron “mini breaks”, pero donde fue más certero y agresivo el ocho veces campeón del torneo, quien festejó el 7-2 que le daba la ventaja tras 51 minutos de acción, set inicial donde Federer sumó siete aces, 16 tiros ganadores por diez errores no forzados, y con un servicio que fue clave para maniatar a su eterno rival.
El libreto de esta película cambiaría radicalmente en la segunda manga con un Nadal decidido a no dejar escapar al suizo, sabía el español que debía neutralizar su precisión y que debía atacar temprano para propinar un golpe de autoridad.
Rafa generó oportunidad de quiebre desde el comienzo, pero Roger escapó e incluso generó un 15-40 del que se salvó el zurdo de 33 años. Sin embargo, un luchador como Nadal no bajaría los brazos y conseguiría la ansiada rotura con un 0-40 en el tercer juego, ventaja que sería confirmada en un lapso donde el segundo favorito perdería la concentración.
Nadal siguió a lo suyo, contundente, aprovechó y maximizó aún más el momento del suizo, quien no encontraría su juego y quien vería caer el segundo parcial en manos del manacorí por un claro 6-1.
La batalla se nivelaba a un set por bando. A pesar del impacto, Federer pasó página rápidamente y volvió a su juego, agresivo llevó a Rafa a correr por toda la pista, subió a la red en cada chance que tuvo y trato siempre de llevar el dominio de cada punto.
El planteamiento rindió frutos al campeón de 20 Majors, un nuevo quiebre le permitió jugar más suelto y desplegar todo su potencial para firmar la tercera manga a su favor por 6-3 y así inclinar la balanza a su favor 2-1 en sets.
Era consciente el derecho de casi 38 años que tenía que aprovechar y dar otro impacto a su eterno rival, Federer atacó y consiguió oro cuando se quedó con el servicio de Nadal tras otro error del español, el 2-1 subía a la pizarra en medio de festejos por un lado, y de mucha autocrítica del otro.
La tensión iba en aumento en un set que podía ser el final. Decidido, Federer se lanzó al ataque buscando liquidar a Nadal con su devolución, tratando de acortar los tiempos, de no darle chance de pensar tras su servicio, un planteo que le dio el primer punto para partido en el noveno juego cuando Rafa sacó con ventaja del suizo.
Un buen servició salvó al campeón de 18 Slams de caer al abismo, lo que repitió ante el segundo intento del oriundo de Basilea, quien debía volver a cerra el duelo con su saque si quería el pase a la final.
Un saque ganador abrió el camino, decidido a capitalizar cada pelota, cada oportunidaden el duelo más grande de la historia del tenis, un final de mucho nervio y emoción, que tuvo a todos en el final de sus asientos hasta la última pelota, un partidazo que cerró con varita mágica Federer con un 6-4 final al quinto punto para partido luego de poco más de tres horas de acción.
Federer buscará su novena corona este domingo ante Novak Djokovic, todo tras su victoria 101 en Wimbledon y la número 16 ante su más grande rival.
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