Renato Aguirre y sus misterios gratos

Cuando Renato Aguirre recibió la terrible noticia de la muerte de su hermano Ricardo, al amanecer del 8 de noviembre de 1969, estaba a cuatro días de cumplir 23 años.

Renato había acompañado durante sus siete años de carrera profesional a su hermano cantor, primero en los Cardenales (a secas), luego en Cardenales del Éxito, en los años 1967 y 1968 en el Conjunto Saladillo, los gaiteros del pueblo. Ricardo era su hermano mayor, su ídolo, el cuarto vástago de la familia de siete varones.

Esa noticia tan devastadora, recibida cuando apenas salía de la adolescencia, lo marcó para toda su vida, lo encerró en una eterna bruma de nostalgia y lo comprometió a llevar por los escenarios del mundo el cuatro de su  finado prójimo y compañero, el mismo que le dejó una madrugada debajo de su ventana:

“La luz nace en la mañana
Interrumpe en mí el ensueño
la voz, creo que fue un sueño
pero hay un misterio grato:
dejó olvidado su cuatro
debajo de mi ventana”.
(Renato Aguirre, 1980).

Sus nombres Renato Alonso, significan; el renacido preparado para la lucha. Su signo es escorpio, que le da la creatividad y la pasión.

Nació el 12 de noviembre de 1946, como el sexto hijo de Luis Ángel en Ida Cira González. Fue bautizado católico. Su extensa familia siempre tuvo la música como prioridad, es una cofradía de buenos ejecutantes del cuatro y talentosos cantantes, dotados de una afinación innata y voces abaritonadas.

Su carrera artística comenzó cuando su hermano Ricardo le pidió le hiciera una suplencia en Los Cardenales, que llamaban para la época “Los Cardenales de Aguirre”. Fue para una actuación en Cabimas, en la inauguración de una sucursal de la tienda “Calzados Ciros: a sus pies”.  Así, a los 16 años de edad, comenzó la intensa carrera, donde supo construir un liderazgo desde las bases, como cuatrista, compositor y director musical de importantes agrupaciones.

Su inmensa producción como compositor comenzó en la década de los 60. En 1966 le colocó la música al clásico “Reina Morena” con la poesía de Jairo Gil.

Su primer gran impacto en el ambiente gaitero, lo dio con su tema “Aleluya” grabado por Ricardo Cepeda con Cardenales del Éxito en 1971:

“Aleluya, a la gaita quiero
Aleluya, a la gaita adoro
Aleluya, porque es el tesoro
Aleluya, del maracaibero”.

Era el tema obligado en las actuaciones de esos renovados Cardenales del Éxito, dirigidos por Pedro Suárez, con cantantes veinteañeros, de gran talento y carisma: Astolfo Romero, Daniel Alvarado, Danelo Badell, Ender Fuenmayor y su intérprete más leal Ricardo Cepeda:

“Todo aquel que sea gaitero
un aleluya recibe,
si se muere se revive
con este golpe pascuero”.

Le siguieron éxitos como “El Bambuco” en el año 1975, fue la primera gaita romántica, de nuevo tenía éxito la dupla de compositor-intérprete Aguirre-Cepeda:

“Un bambuco y una serenata
le dieron vida a un amor
un mozuelo cantaba a una flor
que más tarde sería mi madre,
le cantaba mi futuro padre
lleno de inmenso fervor”.

Se agigantaba su prestigio como excelente cuatrista y genial compositor. Su personalidad la marcaba su humor inteligente, mordaz. El misticismo que envuelve sus actos, su ceremonia creativa.

Él, en una entrevista en la radio, me relató que para componer buscaba la madrugada, su silencio y la pasión serena que de ella se desprende, el momento del conticinio.

Solo con su cuatro y su libreta, Renato crea una atmósfera que lo conecta con lo celeste, con lo espiritual, y comienza a crear versos y melodías inusitadas, poco convencionales.  Es como si creara un pequeño cielo a su alrededor, una pequeña bóveda celeste donde manan sus musas.

Renato Alonso Aguirre González, apellidos con alto significado: Aguirre es de origen vasco, refiere: “lugar en lo alto”. González es un patronímico muy extendido en España, deriva de Gonzalo. Llamado el poeta diamantino, cree que el universo es perfecto, su energía que lo alcanza todo. Piensa que hay una conexión planetaria infinita, una luz líquida que fecunda y da vida. Su interés como creador va desde la alegría de una parranda como “Palomita negra” o “Caimare Chico” con ritmo violento y letras llenas de humor, hasta los temas dedicados a la Virgen y sus misterios divinos. También ha realizado gaitas-crónicas, como “Aquellos lejanos días” que grabasen Los Compadres del Éxito, donde relata el comienzo de la explotación petrolera en 1922, con el reventón del pozo El Barroso en Cabimas, que hasta entonces, era una aldea de pescadores:

“El Zulia perdió la razón
cuando hubo el reventón
de petróleo en el Barroso.
Y el pueblo gozoso
miró con asombro el pozo
que enriqueció a la nación”.

En ocasión de celebrar sus 50 años de fundados, en la temporada 2010, Los Compadres del Éxito le confirieron el honor a Renato Alonso de ser el compositor de su tema aniversario. Él  les entregó una hermosa obra musical, que relata sus inicios en el decenio de 1960, cuando grabaron de la mano del
maestro Rafael Rincón:

“Mil novecientos sesenta,
tan lindas noches pascueras
la familia petrolera
de Bachaquero fomenta
esa navidad contenta
haría un grupo inolvidable
que serían Los Compadres
del éxito que proyectan”.

Ante la prematura muerte de Ricardo Aguirre, cuando apenas tenía 30 años de edad, y su ausencia inesperada, Renato debió asumir el liderazgo de la principal familia gaitera del país. Sus hijos, los hijos de Rixio, Alves, y del propio Ricardo, lo reconocieron como el jefe que los nucleaba a su alrededor. Por ello fue director de la agrupación que concentró a los talentosos primos, La Dinastía Aguirre, creada con el patrocinio del industrial zuliano Antonio Moschella. Después creó y dirigió La Grey Zuliana junto a su hijo Ricardo, el poli-instrumentista que lo ha acompañado en todas sus grabaciones desde los años 90. Con La Grey Zuliana realizó un hermoso homenaje a Rafael Rincón González, con el tema “Zulianidad frondosa”:

“Maracaibo dichosa
de añeja cofradía
te rezo al mediodía
tibia, lozana y piadosa.
Que en horas primorosas
regalas fantasías
a novios que esos días
paseaban en carrozas.
Ésta es la cuna hermosa
hogar y bendición
de Rafael Rincón;
zulianidad frondosa”.

Su estatura artística indiscutible, su heredad gaitera, lo llevó a presidir la fundación de la gaita, institución que lleva el nombre de su hermano Ricardo Aguirre; encargada de promover la gaita en las escuelas del Zulia y atender a los gaiteros de las distintas generaciones, asistirlos, acompañarlos, con el respaldo de la Gobernación del Estado Zulia. Estuvo allí al frente desde el año 2003 hasta el 2012; sin duda que su gestión gerencial, la ciudadanía en general la calificó como exitosa.

La agrupación A lo Zuliano, dirigida por el cronista Héctor Romero Vega, cuya  base de operaciones está en Ciudad Ojeda, realizó una súper producción en homenaje a la obra musical renato-aguirreña. Para ello versionó sus mejores gaitas, donde participaron Neguito Borjas, Ronald Borjas, sus bellas hijas Rena y Daniela, su nieto-sobrino Ronald Aguirre Romero, cantando de forma impecable, con su marcado acento mexicano. También participó Rafael Pollo Brito y los acompañaron una valiosa pléyade de músicos consagrados, de alto nivel profesional. Uno de los temas que conmueve es “Cordón de plata” dedicado al eterno lampo del Catatumbo, donde lo llama “emisario del alma sideral”:

“Relámpago;
fulgente símbolo de la inmortalidad
cordón de plata
que une a la zulianidad
con ese gran misterio
en tal inmensidad”.

En el año 1988 conoció al tenor Alfredo Sadel, un año antes de su muerte, quien para entonces ya contaba con una vastísima fama en Europa y América. Sadel le confesó que lo  admiraba por sus composiciones. Para él, Renato compuso el tema “Catatumbo templo del sol” y lo grabó en los estudios de Sonofuturo con el respaldo de la agrupación La Universidad de la Gaita:
“Allí donde Dios se posa
desde el principio del mundo
nace el sol del Catatumbo
y se siembra el universo
es el océano excelso
de la gloria misteriosa”.

El poeta Aguirre González ha sabido navegar en las aguas de la creación melódica, ha sorteado los demonios que atormentan a un compositor. Sabe que su cuatro es como un peñero que boga sobre las aguas profundas del arte, sobre la superficie de insondables misterios y peligros. Y sobre su cabeza, siempre protegida con una gorra beisbolera, está la panza gris del cielo, que le ha regalado por igual bendiciones y tempestades.  En ese navegar ha mantenido un Norte de elevación espiritual, ha sido el autor de las gaitas profundas a la Virgen, la ha rodeado con pétalos de aurora, no ha cejado en su búsqueda mística, con frutos tan hermosos  como “Sagrada dama del Saladillo” y “Oración de piedra”.

En el punto Este de su brújula, él fija el amanecer, el comienzo de la historia, allí están sus gaitas épicas, como “El guerrero peregrino”, “Vigencia de un perfil”, “Fascinante Venezuela”, “100 años LUZ”:
“Aquel ígneo personaje
que cabalga en nuestra historia
ciñe corona de gloria
honor patrio a su linaje”
En el Sur profundo están sus raíces, las estampas antañonas, la evocación de sus ancestros. El Sur, es el punto cardinal de su creatividad, donde están los temas costumbristas: “Aleluya”, “La negra Juana”, “La palangana”, “Cuero y madera”, “Negrita faramallera”. En el Oeste ubica lo sombrío, el amor de cómplices, el acoplamiento carnal, el final festivo del día. En ese punto cardinal de su obra están los temas “Amor prohibido”, “Parranda con amor” y “Acaríciame”:

“Ella despertó enseguida
la llama de la pasión
que estuvo en mi corazón
por mucho tiempo dormida”.
(Aguirre, 1991).

Su tránsito por las agrupaciones gaiteras comenzó con el quite que le hizo a su hermano Ricardo en Los Cardenales. Desde la década de los 70 ha pertenecido a La Universidad de la Gaita, VHG, donde grabó en 1989  “La historia de la grey”. Fue director fundacional de La Dinastía Aguirre, luego de La Grey Zuliana junto a su hijo Ricardo “El Pelón” Aguirre. Formó parte de Los Colosales junto a su intérprete predilecto y hermano astral Ricardo Cepeda. Y es miembro fundador de Los Chiquinquireños, la agrupación que se reúne para ofrendar a la patrona maracaibera en sus fiestas. Para ese conjunto, compuso los dos temas más imponentes que se hayan realizado en el culto mariano chiquinquireño en las últimas décadas: “Monumento de Chiquinquirá”, del año 2003,  y “La elegida” en el 2009:

“Todo era humilde y precario
pero en el ambiente espeso
flotaban mansos los rezos
de aquellas almas de a diario.
Colgaba un viejo rosario
en la pared de aquel nido
y un cuadro descolorido con aromas de presagio
y a su lado un crucifijo
con el primer legionario”
(Aguirre, 2009).

Astolfo Romero, uno de sus más afectuosos compañeros de vida, escribió en su honor una parranda que tituló “Renato candela” donde lo describe en su lado bohemio, parrandero, hombre lleno de humor e ingenio:

“Cuando sale a parrandear
siempre un cuatro lo acompaña
dale Renato, Renato candela
pero es que él tiene esa maña
y no se le va quitar”.
(Astolfo Romero, 1978).

Con varios centenares de obras en su cofre particular, con un perfil de líder y aureolado por el fuego de la inspiración, Renato celebra su vida. Superó una complicada operación a corazón abierto, que le realizaron en el centro cardiológico IECTAS, intervención quirúrgica que se prolongó por ocho agónicas horas. Ahora pasó la hoja de ese percance y se siente rejuvenecido, comparte sus atardeceres con sus nietos, sus hijas y su esposa Arita. En las madrugadas, entra a hurtadillas a su terraza a componer, para seguir sondeando el reino de secretos marianos, los  misterios del amor y la gloria de antiguos próceres. Crea sus gaitas desde ese pequeño cielo, donde  solamente él se orienta, con la luz de su musa prodigiosa.

León Magno Montiel
@leonmagnom