La computadora favorita de Juan Carlos Sánchez Latorre en San Rafael, Venezuela. (Foto: Humberto Matheus)

El puesto ocho del ciber era su favorito.

    El Lobo Feroz se sentaba cada día frente a una computadora de carcasas negras a transcribir textos, alistar presentaciones con diapositivas, editar videos para sus clientes o revisar su cuenta de Facebook.

    Siempre encaraba hacia la pared, concentrado con la cabeza gacha, hasta el punto de aislarse por completo del bullicio que le rodeaba. A su lado colocaba una bolsa de caramelos de leche, varias chupetas de sabores, galletas o globos multicolores.

 Los dulces no eran para el

Los reservaba para los niños que frecuentaban entre 2008 y 2009 aquel local de fotocopias, servicios detallados de internet y elaboración de trabajos universitarios, aún ubicado en la avenida Libertador de Maracaibo, en el occidente de Venezuela, frente a una cancha de baloncesto y entre calles atestadas de comerciantes.

Sus edades oscilaban entre los siete y los 12 años. Los sentaba en su regazo o entre las piernas para mostrarles videojuegos en línea o abrirles cuentas en alguna red social con las cuales podían comunicarse luego.

Deixi Tapia, una mujer morena, simpática, entrada a sus cincuenta años y dueña del ciber Vasedeca, tiene la piel de gallina mientras recuerda esas escenas —que siempre le parecieron atípicas, sentada en una silla de espaldar rígido en su negocio al mediodía del último día de enero.

Deixi Tapia, del cyber centro (Foto: Alberto Matheus)

Deixi Tapia, la dueña del ciber de Maracaibo se estremece cuando recuerda a Juan Carlos Sánchez Latorre.

Regañaba constantemente a aquel hombre de origen colombiano, experto en computación y de actitud reservada que trabajó para ella durante 18 meses. De ello, hace 10 años. Lo conoció entonces como “Danilo Gutiérrez”.

Las autoridades policiales y judiciales de Colombia tienen registros de su verdadera identidad: Juan Carlos Sánchez Latorre, nacido el 13 de septiembre de 1980 en El Espinal (Tolima), criado en Barranquilla y señalado en su país de 276 abusos a niños, niñas y adolescentes entre 2001 y 2006.

Fue capturado recientemente en Venezuela luego de que la Policía lo buscará por más de cinco años.

Había estado preso en la cárcel colombiana La Modelo entre marzo y noviembre de 2008, pero el Juzgado Séptimo Penal Municipal de Barranquilla ordenó su libertad por vencimiento de términos en el juicio en su contra por abusar de un niño de ocho años.

Documento de identidad de Juan Carlos Sánchez (Foto: Diario Versión Final)

Juan Carlos Sánchez Latorre nació en El Espinal, Tolima, a 14 kilómetros al suroeste de Bogotá, y se crió en la ciudad colombiana de Barranquilla.

Deixi lo describe como un hombre de escasos recursos, “inestable”, nómada, que en ningún momento mencionaba su pasado en Colombia. Demostraba pánico ante las cámaras, dice. Las evadía. Odiaba retratarse bajo la excusa de que no era fotogénico.

Juan Carlos Sánchez Latorre en su graduación. (Foto: Diario Versión Final)

La prensa colombiana apodó el “Lobo Feroz” a Juan Carlos Sánchez Latorre después de que se conociera su modus operandi.

Las indagaciones revelaron su modus operandi de otrora: contactaba a los niños en centros comerciales o en las calles de Barranquilla, llevándolos posteriormente a moteles para filmarles y tomarles fotos desnudos, bajo extorsión con dinero o amenaza con armas blancas.

Bien portado tras la maldad

“¡Ya va! ¡Ese es Danilo!”.

Mildred* interrumpió el corte de cabello de su cliente. Vio, sorprendida, cómo los detectives del Cicpc y la Interpol detenían y esposaban a uno de los cuatro inquilinos que residían en los cuartos superiores de su vivienda, en el sector Cumbres de Maracaibo de la Circunvalación 2, donde también administra su salón de belleza.

El hombre la miró con pena desde la patrulla, recuerda la mujer tras las rejas frontales de su hogar, pidiendo a su vez a la prensa que reserve su verdadero nombre.

Casa en la que fue capturado Juan Carlos Sánchez Latorre en Maracaibo, Venezuela. (Foto: Humberto Matheus)

A Juan Carlos Sánchez Latorre lo arrestaron el 1 de diciembre en Maracaibo, Venezuela.

Residió durante “tres meses y pico” en una de esas habitaciones de 3×3 metros, baño individual y armario. Alguna vez pagó su renta con dinero en efectivo, escaso en Venezuela, y otras lo hizo mediante transferencias bancarias.

La policía regresó horas luego para entregarle las llaves de las puertas del primer piso y de su cuarto. Se llevaron las ropas y pertenencias del detenido. Entre ellas resaltaban afiches de series infantiles, como los Power Rangers y los Caballeros del Zodíaco.

Juan Carlos Sánchez Latorre en su graduación. (Foto: Diario Versión Final)

Una señora que le rentó una habitación asegura que no le vio maldad alguna a Juan Carlos Sánchez Latorre y que “si se le desarrolló eso, fue en (Colombia)”.

La vecindad le veía como un hombre inocente, conversador, experto en computadoras, que ayudaba a gente de la localidad a hacer sus trabajos universitarios.

Por algún tiempo, Sánchez Latorre se dedicó a revender comida. Llegó a pasar tanta necesidad que rebajó de peso, no pudo pagar su alquiler y tuvo que vender sus electrodomésticos para subsistir.

Nunca se le vio el “sadiquismo”Apunta la señora de porte robusto y tez oscura que le rentó una de las habitaciones de su hogar, ubicado a solo 50 metros de la iglesia cristiana Cimiento en la roca.

“Danilo” ventiló su despecho en Facebook. Una curiosidad: uno de los hombres más buscados de Colombia no ocultó su verdadera identidad en la red social.

Su perfil lo exhibía como “Juan Carlos Sánchez, servicio técnico en computadoras, trabajador, servicial, caritativo, desarrollador de soluciones, creativo, analista, divertido”.

Cibercafé en el que trabajó Juan Carlos Sánchez Latorre en San Rafael, Venezuela. (Foto: Humberto Matheus)
Aunque en su día a día se hacía llamar Danilo, Juan Carlos Sánchez Latorre nunca ocultó su verdadera identidad en las redes sociales.

Encorvado, nervioso, hermético.

—Señora, ¿aquí editan videos?

—No, señor, aquí no edit…

—¡Heeeey! ¿Qué fue? Yo sé editar videos.

Leidys* quedó perpleja ante el grito que interrumpió su conversación con un cliente de su ciber poco antes de agosto de 2017. “Danilo”, su empleado, alzó la voz desde su puesto de trabajo, al fondo del local, para proclamarle su experticia.

Era su tercer empleo en un negocio de computación del sector San Rafael, al oeste de Maracaibo, muy cercano a la residencia donde meses luego le detendría la policía.

“Sabe demasiado de computación, puede dar clases de eso. No puedo creer que sea esa persona de la que hablan. Era bien hablado, no era pasado, caminaba todo loquito, encorvado; eso sí, no tenía una mirada fija”, cuenta la mujer, que administra el negocio junto a su esposo.

Dueña del cibercafé en el que trabajó Juan Carlos Sánchez Latorre en San Rafael, Venezuela. (Foto: Humberto Matheus)
La mujer que regenta el ciber en el que trabajó Sánchez Latorre en San Rafael no puede creer que del que hablan los medios sea la misma persona que ella conoció. 

Leidys lo recuerda como un hombre tacaño, que no violaba su presupuesto ni por un céntimo. “Él solo comía platanito con salsa de tomate y a veces sopa en un restaurante de comida china que queda cerca. Eso sí: era trabajador al 100%. Le gustaba venir hasta los domingos”.

“Era muy nervioso con la policía”.

Una vez hubo un problema con un cliente porque mi esposo rompió sin querer un título universitario original. “Llamaron a la policía y él salió corriendo, se fue del local”.

 

Michell Parra, quien conoció a Juan Carlos Sánchez Latorre en Venezuela. (Foto: Humberto Matheus)

Michell Parra dice que para él y su hermano Juan Carlos Sánchez Latorre era “como el tío grande”.

 No cree que Juan Carlos haya manejado cifras millonarias o en divisas extranjeras. “Veía sus estados de cuenta y no tenía mucho dinero. Lo ayudé a vender cosas de él porque no tenía cómo sustentarse”.

“Quizá él dejó atrás toda la maldad que llevaba dentro. Nunca le desearía el mal. Si hoy lo veo, le doy la mano y lo abrazo. Él para mí fue un amigo. Nunca vi el monstruo que él ocultaba”.

Información de: BBC Mundo.