¿Qué es la distonía?, Conozca el trastorno neurológico que provoca contracciones involuntarias

Puede manifestarse de diferentes formas según cada persona afectada, pero su característica principal es siempre, la presencia de contracciones musculares involuntarias.

Por la compleja naturaleza del sistema nervioso humano, las enfermedades neurológicas pueden ser especialmente impredecibles y difíciles de abordar. 

¿Qué es la distonía? 

Algo así sucede con la distonía, un trastorno del movimiento caracterizado por contracciones musculares involuntarias, que causan movimientos repetitivos o de torsión. 

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Puede afectar a tan solo una parte del cuerpo (en tal caso, se denomina distonía focal), a varias (distonía segmentaria) o a todo el cuerpo (general) y puede presentarse en varios grados de gravedad, que van desde leves espasmos a contracciones dolorosas que interfieren en las tareas diarias. 

Sus causas exactas no se conocen del todo, pero se cree que se debe a alteraciones en la comunicación de algunas neuronas en las regiones del cerebro relacionadas con el movimiento. Existen formas de distonía hereditarias y otras que van asociadas a enfermedades neurodegenerativas como el párkinson, el huntington o la enfermedad de Wilson y a lesiones cerebrales de varias etiologías. 

¿Cuáles son sus síntomas? 

La distonía puede manifestarse de diferentes formas según cada persona afectada, pero su característica principal es siempre, como decíamos, la presencia de contracciones musculares involuntarias. 

Por otra parte, tiende a aparecer en una única zona (normalmente una extremidad o el cuello o la cara). Si empieza pasados los 21 años, tiende a permanecer como focal o segmentaria. Igualmente, es frecuente que se produzca sólo al realizar ciertas tareas (como escribir), a empeorar con la ansiedad, el estrés y la fatiga y a agravarse con el paso del tiempo. 

¿Cómo se trata? 

No existe, por ahora, una cura para la distonía. Afortunadamente, no obstante, sí que existe una serie de enfoques terapéuticos capaces de reducir su gravedad y controlar las contracciones musculares. 

Las inyecciones locales de toxina botulínica (Botox) de forma periódica, por ejemplo, resultan muy eficaces a la hora de reducir las contracciones y de corregir las posturas anormales. Similarmente, se puede actuar sobre los neurotransmisores implicados en el movimiento con fármacos como carbidopa-levodopa, trihexfenidilo, benztropina, tetrabenazina, deutetrabenazina, diazepam, clonazepam y baclofen. 

Este enfoque puede combinarse con ciertas terapias orientadas a paliar algunos efectos secundarios de la condición; por ejemplo, con fisioterapia para mejorar la función o terapia del habla cuando la enfermedad afecta a la vocalización. 

Por último, en casos graves, es posible emplear algunas técnicas quirúrgicas como la estimulación cerebral profunda (a través de electrodos insertados en el cerebro) o la denervación selectiva, consistente en cortar el nervio que transmite el impulso para el espasmo muscular anormal.