Pitcheo de Cardenales: la clave de éxito de hoy y de antes… de siempre

Análisis post final

Hace mucho tiempo que no se habla inglés en la rotación de Cardenales de Lara. Hace mucho, mucho tiempo… Los únicos importados que han abierto un juego para el equipo en las últimas cuatro campañas –en todas los alados han llegado a la final- son los cubanos Jorge Martínez y Yoanner Negrín, dos cubanos.

El núcleo de los abridores de los pájaros rojos es venezolano y eso no quiere decir que sea algo superior, pero –de acuerdo con lo que han mostrado los patrones históricos de la liga- eso hace despreocupar a una gerencia del tema de la adaptación. Además, los criollos iniciadores de la organización son particulares: no poseen restricciones y siempre están con el equipo. Raúl Rivero, Néstor Molina, Williams Pérez, David Martínez y, desde esta temporada, Ángelo Palumbo, por nombrar algunos.

Esos brazos se han mezclado con rostros que ya se han acoplado al bullpen o que parecen ser parte del paraje. Jesús Sánchez tiene 90 juegos lanzados en estas últimas cuatro zafras. Ricardo Gómez pasó de setup a cerrador y ha estado en 79 encuentros (con 2.99 de efectividad). Vicente Campos, el mejor relevista del club en la ronda regular 2019-2020, tiene 47 encuentros participados en dos temporada y 1.17 de efectividad en 53.2 innings. Pedro Rodríguez y Daniel Álvarez también han consumido capítulos.

Humberto Oropeza, presidente de los crepusculares, en la emoción de la celebración del título que logró el equipo luego de siete juegos contra Caribes de Anzoátegui, dijo vehementemente a cámaras de televisión: “Luis Ugueto (mánager del club) siempre tuvo la razón. Incluso, cuando no estuvimos de acuerdo con algunas decisiones, el tiempo demostró que él era el que tenía la razón”.

Y sí, Ugueto tuvo la razón en esto: “La fortaleza de Cardenales siempre va a ser el pitcheo”, dijo en los albores de la campaña 2019-2020. Ese fue el elemento que llevó al bicampeonato a la franquicia.

Si bien los abridores (Molina, Rivero, Pérez y el refuerzo Henry Centeno) no fueron intocables en la final contra la Tribu (3.48 de efectividad colectiva y 1.22 de WHIP en 33.2 capítulos), el bullpen sacó la cara, dominó y se recuperó para evitar cualquier despertar de los bates de Caribes. Los bomberos de Lara tuvieron 1.57 de efectividad en 28.2 pasajes laborados, con 0.91 de WHIP (promedio de adversarios embasados por cada episodio).

Gómez, Wilking Rodríguez (sustitución que llegó en el draft para la Gran Final), Campos, Osmer Morales, Jesús Sánchez, Gumercindo González, Elvis Escobar y Yapson Gómez se juntaron para no permitir anotaciones limpias en 18.1 tramos. Solo sufrieron anotaciones Pedro Rodríguez (una en 2.2), Daniel Álvarez (dos en 5.0) y Ángelo Palumbo (dos en 2.2).

Esa fue la redención del bullpen larense que tantos “dolores de cabeza” dio al club en los peores momentos de la ronda regular, fase en la que los bomberos dejaron 3.59 de efectividad en 180.1 innings.

En la serie de playoffs contra Navegantes del Magallanes el bullpen tuvo 3.70, mientras que la rotación tuvo una cifra mucho mejor: 1.93. Y la misma historia ocurrió en la semifinal, contra Águilas del Zulia: Abridores 1.44, relevistas 3.78. Cada vez que Cardenales sufrió, el bullpen estuvo involucrado.

De todas maneras, fue el pitcheo el que, al final, marcó diferencia y acrecentó el slump de Caribes.

Osman Marval y el bateo

Por el veto de MLB, que mermó la cantidad de nombres de peloteros afiliados de todos los equipos en la ronda regular, el pitcheo perdió a Ryan Kelly, quien había sido el cerrador el estelar del club en las campañas anteriores. Felipe Paulino, residente de Estados Unidos, tampoco pudo estar. Pero eso fue todo. Gran parte de los brazos de Cardenales estuvieron aquí, pero la historia fue diferente con la ofensiva.

El bateo de Lara no era el mismo “carro de leña” de épocas anteriores. Ildemaro Vargas se pudo unir en los playoffs, pero no tuvo la compañía de su compadre Juniel Querecuto. El cubano Rangel Ravelo tuvo que irse a República Dominicana, Paulo Orlando a México y Alejandro De Aza no entró en los planes, al igual que Henry Urrutia, que terminó siendo uno de los mejores en el país azteca.

Pero Osman Marval salió del olvido. Tras siete campañas alejado de la LVBP, llegó y fue la gran grúa de Lara. Eso era todo lo que esperaba el equipo de él y mucho más. Al sumar las 31 carreras remolcadas de la ronda regular, con las 15 que logró en enero, se tiene que el bateador ambidiestro remolcó 46 anotaciones.

Yojhan Quevedo, el receptor que se convirtió en gran paleador, peleó por el título de bateo y terminó con .372 de average, con 22 impulsadas. Pero alguien que fue un pilar fue el cubano Yordanys Linares, primer bateador de la alineación y jardinero central, que ligó para .302 de average en la ronda regular y apabulló a Magallanes, Águilas y Caribes en la postemporada. No por casualidad fue el Más Valioso de la Gran Final.

Cardenales es bicampeón y, obviamente, buscará el tricampeonato para darse la mano con Leones del Caracas y Tigres de Aragua. Eso es más difícil de lo que suena. Pero si continúa con su núcleo de lanzadores, con mucha eficacia, todo es posible, como lo ha sido en las últimas dos temporadas.

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