La ciudad crepuscular, como muchas urbes venezolanas, enfrenta el reto diario de la movilización. Con un sistema de transporte público que a menudo se queda corto, los barquisimetanos han tenido que ingeniárselas para llegar a sus destinos. Desde la agilidad de las motos hasta el renacer de las bicicletas, cada opción tiene su propio balance de costos, beneficios y, sobre todo, riesgos.
Para muchos, la moto se ha convertido en la solución por excelencia para sortear el tráfico de Barquisimeto, especialmente en horas pico. Rubén Sivira, habitante de la ciudad, lo confirma: «En moto es más rápido, se te hace más fácil». La inmediatez es un factor clave, permitiendo a los usuarios llegar a sus destinos en menor tiempo.
Sin embargo, esta agilidad viene con su lado oscuro. Los días de lluvia, por ejemplo, transforman el trayecto en una odisea. «Aquí ando emparamado», comenta Rubén, reflejando la realidad de muchos que, a pesar del mal tiempo, deben recurrir a este medio.



Más allá de la incomodidad, los mototaxis informales, aunque populares, carecen de regulaciones claras, lo que eleva el riesgo de accidentes. No es raro escuchar historias de percances, como el que sufrió Estilita Ortiz, quien categóricamente afirma: «No me gusta andar en mototaxis porque ya sufrí un accidente», prefiriendo la seguridad, aunque más lenta, de la buseta.
Los costos son un factor determinante en la elección del transporte. «Yo siempre ando en buseta, para mi movilizarme es más económico así», asegura Ortíz.
En medio del caos vehicular, la bicicleta emerge como una alternativa que gana terreno. Edgar Briceño es un defensor de este medio, viéndolo como «el transporte del futuro». Sus argumentos son sólidos: «no contaminamos, no atropellamos a nadie y bueno, nos movilizamos más rápido en la ciudad». Para él, la bicicleta ofrece una libertad de movimiento inigualable, permitiéndole sortear el tráfico y llegar a su destino con rapidez, siempre y cuando la lluvia no se interponga.


Sin embargo, la realidad para los ciclistas en Barquisimeto no es un camino de rosas. La falta de una cultura vial que respete al ciclista es un obstáculo importante. «A veces nos cierran la moto, los carros buscan atropellarlo, entonces bueno, hemos tenido inconvenientes por eso», lamenta Edgar. La seguridad de los ciclistas depende en gran medida de la conciencia y el respeto de los demás actores viales, algo que aún está en construcción en nuestras calles.
la realidad del transporte en Barquisimeto nos muestra un panorama de creatividad y adaptación. Ante las carencias del sistema tradicional, la gente ha buscado y encontrado soluciones, a veces con ingenio, otras con riesgo. Lo que queda claro es que la conversación sobre cómo nos movemos, y cómo podemos hacerlo de forma más segura y eficiente, sigue siendo un tema crucial para el día a día en la ciudad crepuscular.
Carla Martínez / Noticias Barquisimeto