Papa Francisco: “La Iglesia no está llamada a condenar sino a llevar a Cristo”

En la Homilía de la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro, este domingo, con motivo de los 500 años de la Evangelización en Filipinas; el Santo Padre, agradeció a los católicos del país asiático la alegría con la que llevan su Fe a las comunidades cristianas de todo el mundo

Vaticano | “No detener la labor de evangelización y llevar siempre la alegría del Evangelio a los demás”, ha sido la invitación del Papa Francisco en la Eucaristía del IV Domingo del Tiempo de Cuaresma, celebrada en la Basílica de San Pedro, con ocasión de los 500 años de la Evangelización en Filipinas.

IV Domingo de Cuaresma

El pontífice, parte de las palabras que Jesús dirige a Nicodemo en el Evangelio de San Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Jn 3,16), para explicar “el fundamento de nuestra alegría”, y precisar que “el contenido del Evangelio no es una idea o una doctrina, sino que es Jesús, el Hijo que el Padre nos ha dado para que tengamos vida”.

Dios no condena

En este sentido, el Santo Padre recuerda lo siguiente: “Dios amó tanto, que siempre nos ha mirado con amor y por amor vino en medio de nosotros en la carne de su Hijo”; aclarando que, en Jesús: “Dios ha pronunciado la palabra definitiva sobre nuestras vidas, tú no estás perdido, eres amado. No es un Dios que condena, sino un Padre que nos salva con el abrazo bendiciente de su amor”.

Homilía del Papa Francisco

Por otra parte, el Papa Francisco subraya que, Dios “dio” a su Hijo, “precisamente porque nos ama tanto, Dios se entrega y nos ofrece su vida. La fuerza del amor es precisamente ésta: rompe la coraza del egoísmo, quiebra los márgenes de la seguridad humana sobredimensionada, derriba los muros y supera los miedos, para convertirse en don”.

Por eso, Dios sale de sí mismo: porque “ha amado tanto, su amor es tan grande que no puede evitar donarse a nosotros; Jesús, levantado en la cruz, vino a curarnos del veneno que da la muerte, se hizo pecado para salvarnos del pecado. Dios no nos ama con palabras: nos da a su Hijo para que todo el que lo mire y crea en Él se salve”.

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El Amor es la fuente de alegría

Al respecto, agrega el pontífice que, es hermoso encontrar personas que se aman, que se quieren y comparten su vida; se aman tanto que dan la vida, ¡Esta es la fuente de la alegría! Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo. A veces, continúa el Papa Francisco, “buscamos la alegría donde no la hay”, en “ilusiones que se desvanecen”, en “sueños de grandeza de nuestro yo”, “en la aparente seguridad de las cosas materiales”, o “en el culto a nuestra propia imagen”.

Con relación a los 500 años de la llegada del anuncio cristiano a Filipinas, cuando “recibieron la alegría del Evangelio”, el Santo Padre afirmó que, “esta alegría se ve en su pueblo, se ve en sus ojos, en sus rostros, en sus cantos y en sus oraciones”; también agradeció, por la alegría que aportan al mundo entero y a las comunidades cristianas.

Danza filipina en la procesión de ofrendas

Por último, continúa diciendo: “Lo hacen al estilo de María y José”, porque “a Dios le gusta llevar la alegría de la fe con un servicio humilde y escondido, valiente y perseverante. No se detengan”; y concluye dirigiéndose a los fieles filipinos, resaltando que, el anuncio cristiano que han recibido “hay que llevarlo siempre a los demás”, ocupándose “de los que están heridos y viven en los márgenes”. Como el Dios que se entrega, también la Iglesia “no es enviada a juzgar, sino a acoger; no a imponer, sino a sembrar; no a condenar, sino a llevar a Cristo que es la salvación”.

“No tengan miedo de anunciar el Evangelio, de servir y de amar. Que así sea, en Filipinas y en cada lugar de la tierra”.

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AV / Con información de Vatican News