La paciencia de los barquisimetanos se agota. Si el día a día ya es una proeza económica, el aumento «a lo bravo» del pasaje urbano hacia la zona norte de la ciudad ha sido la gota que derramó el vaso. De un plumazo, y sin gaceta oficial que lo avale, la tarifa para llegar a estas comunidades pasó de los ya polémicos 30 bolívares a 40 bolívares, dejando a pie –literalmente– a miles de ciudadanos.
La situación es un calco de lo que sucede con frecuencia en el transporte público venezolano: los conductores y colectores justifican el alza por el incansable ascenso del dólar oficial, que ya coquetea con los 120 bolívares. Sin embargo, esta realidad económica no valida una medida que atenta directamente contra el bolsillo de la gente, y que, además, es completamente ilegal.
Indignación en las paradas: «Nos están matando el sueldo»
En las concurridas paradas de la ciudad, la indignación es palpable. Trabajadores del sector público, estudiantes universitarios y, sobre todo, nuestros adultos mayores, son los más afectados por esta nueva escalada.
«Esto es un abuso descarado», exclama una enfermera del Hospital Central que vive en Valle Lindo. «Con un sueldo que apenas nos alcanza para comer, ¿ahora tenemos que sumar 40 bolívares por pasaje? Es una burla. Nos están matando el sueldo de a poquito».

Manuel Rivas, estudiante de medicina de la UCLA, comparte la frustración. «Antes uno se quejaba de los 30 bolívares, que ya eran ilegales porque la Gaceta dice 25. Ahora de golpe son 40, ¿hasta cuándo? Si uno toma dos o tres autobuses al día, eso es una fortuna al mes que no tenemos».
Y para la tercera edad, la situación es aún más dramática, «Uno ya no tiene fuerzas para caminar largas distancias, y ahora nos quieren cobrar más por un pasaje que ni siquiera deberíamos pagar completo. ¿Dónde queda el respeto a los adultos mayores?», relató cuando venía de regreso a su hogar una abuelita.
¿Dónde está la autoridad? Un clamor ciudadano sin respuesta
La pregunta que resuena en cada esquina es la misma: ¿Dónde están las autoridades? La Gaceta Oficial, esa que se supone rige la vida económica del país, pareciera ser solo un papel mojado cuando se trata del transporte público. La falta de fiscalización y control ha creado un terreno fértil para que cada transportista decida el precio del servicio a su antojo, dejando al usuario a la deriva.
Mientras tanto, los transportistas se defienden. «No nos queda de otra», comenta un colector «Todo sube: el repuesto, la gasolina, el aceite. Si no ajustamos el pasaje, no comemos. ¿Usted cree que a uno le gusta esto?». Una justificación que, si bien puede tener algo de verdad, no absuelve la ilegalidad de la medida ni el impacto devastador en la economía familiar.
Un llamado urgente a poner orden
La situación del pasaje en Barquisimeto es un reflejo de la crisis económica que vive Venezuela, pero también de la imperiosa necesidad de que las autoridades pongan orden. Es urgente que se respete la Gaceta Oficial, que se establezcan tarifas justas y, sobre todo, que se garantice un servicio de transporte público digno para todos.
De lo contrario, la paciencia de los barquisimetanos seguirá agotándose, y el transporte público, que debería ser una solución, seguirá siendo un dolor de cabeza y un lujo inalcanzable para muchos.
Rubén Conde/NB