En dos semanas, cuatro bombas, dos muertos y al menos cuatro heridos. La cadena de misteriosas explosiones que ha puesto a la ciudad de Austin (Texas) en alerta registró anoche su cuarta entrega. Ocurrió en la zona de Dawn Song Drive y resultaron heridos dos veinteañeros. Su estado era grave, aunque no se temía por su vida. La policía no ofreció más detalles y tampoco dio por seguro el vínculo de esta deflagración con las anteriores. Hasta la fecha, ni la autoría, ni el móvil de estos extraños ataques se conocen. En todos los casos, los atentados han sido perpetrados con paquetes bomba.

Las últimas dos explosiones se registraron el lunes; en una murió un adolescente de 17 años y resultó herida una mujer; en otra, la bomba alcanzó a una anciana hispana. El pasado 2 de marzo falleció un hombre de 39 años en otro estallido. Las víctimas supuestamente no tenían relación entre sí.

Los investigadores sospechan que las explosiones están vinculadas y no descartan que pueda haber una motivación racial (las víctimas eran negras, excepto una latina). “Sabemos que los dos hogares donde se colocaron esos paquetes pertenecen a afroamericanos, así que no podemos descartar que se trate de crímenes de odio en el centro de todo, pero no estamos diciendo que esa sea la causa”, dijo el lunes pasado el jefe de la Policía de Austin, Brian Manley.

En cualquier caso, los agentes consideran que el autor está lanzando un mensaje. “Ojalá nos esté escuchando; queremos comprender qué te ha traído hasta aquí, te queremos escuchar”, dijo Manley ayer. En su comparecencia elevó la recompensa por una pista a 100.000 dólares. La respuesta fue un nuevo estallido.

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