El sol de agosto cae a plomo sobre Barquisimeto, pero el calor no es impedimento para que las risas de los niños resuenen en uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad. La Plaza Ayacucho, tradicional punto de encuentro y epicentro de monumentos históricos, ha cobrado una nueva vida en estas vacaciones escolares, transformándose en un improvisado, pero vibrante, parque de diversiones.
En un espectáculo que se repite cada día, la majestuosa fuente de la plaza deja de ser un adorno para convertirse en una piscina al aire libre. Decenas de niños, con ropa ligera y sin miedo a mojarse, se zambullen y salpican en sus aguas, un oasis refrescante en medio de la ciudad.


Sus padres, sentados en los bancos circundantes, los observan con una mezcla de alegría y satisfacción. Para muchas familias, este se ha convertido en el plan perfecto: económico, seguro y lleno de la espontaneidad que solo la infancia puede ofrecer. «Yo siempre traigo a mi niño una vez al mes o cada 15 días, como vivo cerca de la zona, a él le gusta recrearse aquí y el ambiente es bien tranquilo para despejar la mente», expresó Jhon Sione, quien ve la plaza como un escape de la rutina.
Para Luismar Pérez, la plaza representa una alternativa económica y segura. «Es una parte muy divertida para los niños, algo fuera de lo cotidiano, algo donde uno puede brindarle a ellos gratuitamente una forma de diversión para compartir con las demás personas, es seguro, y pues así se divierten en el área del parque y bañándose un rato».



Mirla Juárez, una abuela, también celebra la iniciativa. «Me gusta mucho este parque, me di cuenta de que ha mejorado porque vengo al mercado de San Juan los domingos y como ahorita no hay dinero para pasear, los traigo para acá, para que se entretengan mis nietos, tengo once y vine con la mitad».
Por su parte, Yusbeli González, otra de las madres, destacó la versatilidad de la plaza. «Traemos a los niños cuando salen de jugar béisbol para que se relajen y disfruten un poco de la maravilla de este parque…», comentó, resaltando que es una «buena recreación» para sus hijos.
Más allá de la fuente, el parque infantil ubicado dentro de la plaza se ha convertido en el segundo punto de atracción. Los columpios, toboganes y pasamanos están en constante movimiento, llenos de energía y la euforia propia de las vacaciones. La imaginación de los pequeños se desborda, y cada rincón de la plaza se vuelve el escenario de una nueva aventura.



Este fenómeno de la Plaza Ayacucho, ubicada entre las carreras 14 y 16, no es nuevo, pero se intensifica con la llegada del receso escolar. Muchos testigos que transitan por la zona recuerdan sus propias infancias y celebran la vitalidad de estos espacios públicos. Es un testimonio de que, con creatividad y un poco de ingenio, la alegría puede encontrarse en los lugares más inesperados.
La imagen de la fuente llena de niños no solo es una postal de diversión, sino también un reflejo de una comunidad que se apropia de sus espacios y encuentra formas sencillas de crear momentos memorables. En un país donde la economía a menudo limita las opciones de entretenimiento, la Plaza o Parque Ayacucho se alza como un recordatorio de que la felicidad de un niño puede ser tan simple como un chapuzón bajo el sol larense.
Carla Martínez / Noticias Barquisimeto