“Mi hijo decidió mudarse al cielo”: Madre de Pablo, piloto venezolano asesinado en ataque terrorista de Kabul

Un atentado terrorista en un hotel en Kabul, acabó con la vida de más de 20 personas, entre ellas la de Pablo Ernesto Chiossone, joven piloto venezolano que tuvo que emigrar al lejano oriente para poder volar en mejores condiciones con la línea aérea Kam Air de Afaganistan. “Cuando se fue al exterior yo estaba tranquila porque pensé que nunca lo perdería en un accidente de aviación, pero tuvo que ser un acto cruel de unos terroristas que me lo quitaron”, recuerda su madre.

Pablo Ernesto con su hijo Juan Pablo

Yuyita de Chiossone agobiada por el dolor de haber perdido a su hijo, lo recuerda con amor desde que siendo un niño Pablito soñaba con ser piloto a pesar de los temores de sus padres. “Yo hubiese preferido que tuviera una profesión más liberal, de escritorio, más tranquila, pero su pasión eran los aviones”.

 ¿Podría comentarnos un poco sobre la vida de Pablo Ernesto?

Desde muy niño iba al aeroclub de Barquisimeto, su abuelo se lo llevaba y desde pequeño comenzaron a gustarle los aviones. Cuando terminó el bachillerato comenzó a recibir clases de aviación con Salomón Arráez, y cuando llegó a la mayoría de edad se inscribió en la Escuela de Aviación de Acarigua donde obtuvo su licencia de piloto. Allí empezó a trabajar como piloto particular, después trabajo en Aeropostal y luego en Aserca. Siempre fue de un rendimiento excelente, era un piloto extraordinario y no lo digo porque sea mi hijo, sino porque era reconocido por sus colegas, sus amigos, incluso en las condiciones más desfavorables para volar un avión, Pablo Ernesto siempre lograba llegar a destino seguro. Cuando se fue al exterior yo estaba tranquila porque pensé que nunca lo perdería en un accidente de aviación, pero tuvo que ser un acto cruel de unos terroristas que me lo quitaron.

EL piloto barquisimetano Pablo Ernesto Chiossone

 ¿El siempre creyó en la iniciativa de ser piloto?

Toda su vida le rogábamos, cuando terminó el bachillerato, que lo tuviera como hobby. Yo hubiese preferido que tuviera una profesión más liberal, de escritorio, más tranquila, pero su pasión eran los aviones, su pasión el cielo y “decidió mudarse al cielo”.

¿Cómo era de hijo?

Inquieto, muy tremendo y de carácter fuerte, no era fácil hacerlo entrar en razón porque era terco, pero aun así era de un corazón muy grande. Cuando pasó la tragedia de Vargas, el estaba trabajando, estaba en Maiquetía y se quedó allí en la base para ayudar a rescatar gente con los helicópteros. Eso fue un voluntariado, era una persona sumamente solidaria, con el sentido de la compasión, era creyente de la Divina Pastora.

La familia Chiossone

¿Cuando recibe esta noticia cuál fue su primera impresión?

No creerlo y tener la esperanza que fuese un error, de que él se hubiese podido salvar, que estuviese herido nada más, pero el horror, además del dolor que uno siente al perder un pedazo de la vida, es pensar lo que sintió Pablo Ernesto cuando vio a unas “bestias” fusilándolo. ¿Qué pensaría? ¿Sentiría miedo? ¿Pensaría en su hijo Juan Pablo? ¿Pensaría en su papá? ¿Qué puede pasar por una cabeza en el momento que está muriendo? Es terrible, yo hubiese querido tenerlo en mis brazos, cerrarle los ojos y darle la bendición.”

¿Tuvo usted la oportunidad de volar con él?

Nunca tuve la oportunidad de volar con el piloteando el avión, volamos mucho juntos pero siempre como pasajeros ya que nunca le toco, pero si hubiese sido él, me habría sentido absolutamente segura con los ojos cerrados”

Pablo Ernesto niño ya soñaba con ser piloto

¿Cómo describiría a su hijo?

La persona más noble de sentimientos, mas colaboradora y solidaria que he podido conocer, y para mí fue un privilegio ser su madre, un privilegio que fuera mi hijo por 49 años y lo sigue siendo, allí donde Dios lo tenga. Las personas que tenemos fe, creemos que algún día nos volveremos a reencontrar, y le prometo a Pablo, como se lo prometí siempre que su papá, su tía Juana Inés Chiossone y yo, vamos a colaborar con María Elena, la mamá de mi nieto, para culminar la crianza de Juan Pablo, para que sea un gran hombre como su papá soñaba”.

Luis Alfonso Godoy