«Mi Bendición»: La historia de perseverancia y sabor de el tizanero de Barquisimeto

Desde hace 3 años, la esquina de la carrera 18 con calle 22 en el centro de Barquisimeto tiene un sabor especial: el de las tizanas de Pascual Pérez, un emprendedor que, contra viento y marea, ha logrado levantar un negocio que no solo alimenta a su familia, sino que se ha convertido en un testimonio de fe, constancia y calidad. Su carrito de tizanas, modestamente llamado «Mi Bendición», es el reflejo de una promesa cumplida.

«Mi Bendición viene por la gracia de Dios y por la misericordia que me sanó de una enfermedad que tenía», relata Pascual con serenidad. «Yo le prometí que si me sanaba, le ponía el nombre ‘Mi Bendición’ al negocio. Y bueno, eso fue lo que hice». Aunque tiene tres años en su actual ubicación, su historia con las tizanas se remonta a mucho más tiempo. «Tengo ya 15 años trabajando en este puesto de tizana. Todo eso lo elaboré por un tiempo, y bueno, ahorita volví a comenzar, pero tengo 15 años haciendo mis tizanas y Papelón con limón».

De arepas a tizanas: Un nuevo comienzo

Mirando hacia atrás, Pascual recuerda sus inicios junto a su madre. » yo trabajaba con mi mamá, pero con arepas rellenas». La enfermedad y posterior fallecimiento de su progenitora lo confrontaron con la necesidad de reinventarse. «Cuando yo empiezo a pensar qué hago para trabajar porque no hallaba qué hacer, me puse a hacer un poquito de tizana para ver cómo me iba y empecé a vender poquito a poquito y así fui emprendiendo. Después empecé con el papelón con limón y metiendo ‘chucherias’ ahí en el negocito, poco a poco».

Con cuatro hijos y el menor de la misma edad de su negocio, Pascual asegura que este emprendimiento le ha dado algo de solvencia para sacar a su familia adelante. «Todos los días les llevo alimento a casa, porque con la situación del país, no le falta a uno el pan de cada día y algo que se lleve uno para la casa. No es que uno se va a quedar en la casa encerrado o esperando que le den, es mentira. Todo está en la constancia de uno y la perseverancia de estar en el lugar. Que la gente te vea que estás ahí y que tu mercancía sea buena, que le gusten a los clientes y que vuelvan a venir. Todo está en hacer las cosas de calidad».

El día a día de un tizanero perseverante

El señor Pascual trabaja de lunes a viernes. Su jornada comienza temprano, desplazándose en bicicleta desde su hogar en la Carucieña hasta su puesto en la carrera 18 con 22. Este trayecto, además de ser su medio de transporte, se ha convertido en una terapia para su pierna. «Todos los días salgo de mi casa en la Carucieña hasta el centro de Barquisimeto y si me hace falta comprar algunos insumos para mis tizanas, vuelvo a bajar al centro de la ciudad y subo nuevamente a mi casa. Es una rutina, pero no podemos desmayar», comenta.

Su dedicación es evidente, siempre anda uniformado, lo que le da un toque distintivo a «Mi Bendición». «Tengo amistades que me han ayudado mucho porque pasé por un proceso que de verdad no se lo deseo a nadie y la gente me ayudó mucho. Esta es una franela que una amiga me regaló, gracias a Dios he tenido manos amigas que me han ayudado, sobre todo aquí en estos negocios cercanos que me apoyan», expresa con gratitud.

Venciendo adversidades: La batalla contra la enfermedad

La vida de Pascual no ha estado exenta de desafíos. Hace tres años, un accidente en moto le trajo complicaciones que derivaron en una bacteria. «Me volvió a repetir una bacteria que tenía, tuve una recaída y duré cinco meses sin trabajar. Y ahorita en enero de este año fue que volví a arrancar, eso fue en agosto de 2024», relata sobre su dura recuperación y su determinación para retomar su trabajo.

La receta del éxito: Calidad y carisma

Sus clientes son su motor principal. «Mis clientes me dicen que siga adelante, que mis tizanas y mis jugos son buenos, que no desmaye, que esto va a pasar, que la situación se va a mejorar el país, y que bueno, que sigamos adelante, porque nadie está ajeno a lo que está pasando», comenta.

¿Y qué lleva su afamada tizana? «Tiene fresa, melocotón, cambur, piña, manzana y su respectiva leche condensada», revela Pascual. Pero el ingrediente secreto va más allá de la fruta. «Un toque especial que uno le da, que es el carisma y trato hacia las personas, sin malcriadez, sin amargura, siempre una sonrisa. Porque en eso se basa la calidad de uno. El vendedor tiene que saber atender con una sonrisa, porque si yo te trato mal, tú no vas a volver a mi negocio a comprarme una tizana y se va a expandir la voz de que ‘no, ese muchacho no trabaja bien'».

Pascual también extiende su generosidad: «Siempre estoy aquí y siempre he apoyado a personas que me han llegado y yo los ayudo también. A veces no tienen para comerse una tizana o a veces cargan 50 bolívares. Por eso yo le doy a mi negocio el homenaje de su nombre, ‘Una Bendición’, para que le den una bendición a uno».

Finalmente, Pascual Pérez envía un mensaje a los emprendedores: «Que sigan adelante, no desmayen. Aquí hay una Venezuela que sí podemos, que sigamos luchando por nuestro país y que no nos tiremos unos contra otros con lo del dólar. Que yo te vendo esto, yo tengo y te lo vendo a 120, o sea, no estamos comiendo entre nosotros. Y si no cambiamos nuestra manera de pensar, nunca va a cambiar nuestra manera de vivir». Un testimonio de fe, trabajo y la dulce esperanza de un futuro mejor, una tizana a la vez.

Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto