“Messi, andá abrazarla, no dejes que se muera”

Lloras como un niño. Hoy todos los niños también lloramos, ese cruel y apasionado deporte que un día desahució a aquel “alevín” talentoso del tercer mundo, aunque después te consagró.

Leonel Messi

Lloras como un niño. Hoy todos los niños también lloramos. “Hijo, los hombres no lloran”, decía siempre mi padre quien no sabía nada de fútbol, ese cruel y apasionado deporte que un día desahució a aquel “alevín” talentoso del tercer mundo, aunque después te consagró.

El déficit hormonal no fue un problema, fue la prueba de vida que Dios puso en tu Rosario natal donde los amigos te hacían “bullying”. Tus padres algo sabían, la fe mueve montañas. “Altuve no tiene chance, que se dedique a ser jinete”, dijo un iluminado del béisbol que se apagó con sus batazos. “Su niño tiene un retraso y no puede jugar fútbol”, le dijo el médico al terco papá, enviando al destierro al imberbe muchacho.

Triste, con mirada perdida, la “pulga” saltó el charco. El “enano” rosarino llegó con 13 años al Barcelona y se hizo grande, gigante. Comenzaste a “tejer  goles” cuál artesano de la pelota. Tu médico no lo creía: “Esto es un Milagro”, exclamó el galeno y claro, tenía razón, el “Mesías” llegó para salvar al fútbol, es decir al mundo.

Argentina no te comprendía. Su fanaticada “tanguera” era monoteísta.  Solo tenía plegarias y oraciones para el “Dios Maradona”. Tuviste que atravesar el desierto y cuál profeta, anunciarle las “buenas nuevas” al viejo continente. “Aleluya, aleluya…” cantaban jubilosas las tribunas para alabar al creador, que sin ser cristiano le devolvió la fe a millones de incrédulos.

! Culpa de Messi! Te crucificaron por errar un penal, los mismos fariseos que cada domingo de ramos se excitaban con tus gambetas. Escrito está que “a los tres días resucitarías“, y la profecía siempre se cumplía contigo. Eres humano, pero con un don divino en esas piernas calzadas con “botínes de oro“.

Hoy 18 de diciembre es día de “Nuestra Señora de la Esperanza”, y que mejor santoral para reafirmar esa esperanza que nunca perdimos con vos.  No te vayas. Nunca te fuiste. Nunca te irás. Quédate para siempre, te lo pido por mis hijos y mis nietos. Esa copa pesada que siempre te fue esquiva hoy la pudiste levantar. Dejó de ser copa y la transformaste en el “Cáliz de la Esperanza” con sangre de Cristo. Se te puso liviana. Diego también la sufrió, era parte de su tragedia, pero al final “la mano de Dios” lo compensó.

“Qué miras bobo…? anda para allá bobo”, la frase que tu rabia soltó para asombro del mundo, acostumbrado a una estrella de poco hablar. La tenías guardada para este momento, cansado ya de tantas ofensas de quienes te han subestimado por ser “enano y retraído”.

¡Levantate Messi, Lázaro también despertó. ¡Y se hizo el milagro! Leo se levantó.  Ayer, en la “Vía Dolorosa” de Qatar, los ateos te azotaban por cometer el pecado de caer frente a los musulmanes en el juego inaugural. Es el mismo “Vía Crucis” de copas anteriores, te ponían una corona de espina “los fariseos del templo”, hombres de poca fe. Tranquilo “pibe”, aun te queda saldo, llama a la vieja Mónica Dómina, tu primera maestra de escuela, quien desde su lecho de enferma en Rosario te pidió en conmovedora carta que “antes de morirme me gustaría abrazarte”. No dejes que se muera Leo, !andá a abrazarla! y dale un beso de príncipe, para que Blanca Nieves despierte y viva feliz para siempre.

! Grande Pulga!

José Israel González
Barquisimeto, 18 de diciembre 2022.