Más que errores: Danielle Dithurbide, Televisa y la cobertura de ‘Frida Sofía’ bajo la lupa

Danielle Dithurbide, reportera de Televisa, afronta posiblemente uno de los peores momentos de su carrera periodística tras la cobertura del rescate de ‘Frida Sofía’, la supuesta niña que estaba con vida bajo los escombros  del colegio Enrique Rébsamen, en Ciudad de México.

Falló Danielle Dithurbide, Televisa y medios mexicanos, así como de diversas partes del mundo que siguieron el caso minuto a minuto, pero no solo de boca de la reportera. Mientras Danielle Dithurbide salía en vivo, el diario El Universal hablaba de una esperanza llamada ‘Frida Sofía’ (TITULAR: La esperanza de Rébsamen se llama “Frida”) y citaba fuentes oficiales, al igual que Excélsior que en esta nota menciona reportes de la Secretaría de Marina.

CADENA DE ERRORES

1. Desconfiar de las fuentes oficiales. No es la primera vez que los periodistas caemos en las trampas de actores interesados en montar un show. Todavía está por conocerse a fondo las motivaciones de la Marina de México y de otros rescatistas que durante largas horas alimentaron una esperanza que no existía. “Sabemos de una niña que nos consta que está viva, y ella nos hace ver que tiene cerca de otros niños con vida, pero a nosotros no nos consta la cantidad”,  dijo el almirante José Luis Vergara, oficial a cargo de las labores. No podemos desconocer estas declaraciones y linchar a Televisa, y a su reportera. ¿Qué pasaba por la cabeza del almirante José Luis Vergara?

 

2. El ‘reality’ del que ahora se habla y que se critica fácilmente, desde la comodidad de un smartphone o un escritorio, no nos deja ver que decenas de reporteros estaban en la zona devastada y quizás con menos fama y alcance que Danielle Dithurbide daban cuenta de una esperanza, de una niña atrapada.

Las agencias no se quedaron atrás. Este no es solo un tema de Televisa, y deberíamos ser honestos a la hora de poner las cartas sobre la mesa y revisar toda la información que circuló. Aquí un reporte en The Guardian.

3. Las salas de redacción estaban fascinadas con la historia de una esperanza. Frida Sofía era tendencia en redes sociales, era un tema que unía a los mexicanos y latinoamericanos y que daba ráting. No es la primera vez que ocurre en coberturas de estas dimensiones.

Lo grave es que los jefes de redacción y los editores, aparentemente, dejen solo a sus reporteros en la zona devastada en lugar de cruzar la mayor cantidad de fuentes para dar con datos más cercanos a la realidad. Pero es fácil juzgar desde aquí: recordemos que esos periodistas también afrontan situaciones de estrés por la tragedia. Tengo colegas que han visto perder a sus amigos, que tienen sus barrios devastados y sus casas como escenarios de una catástrofe.

Así, en esas condiciones, han estado trabajando. No es cosa de justificarlos. La emoción se impuso al rigor en circunstancias de extrema sensibilidad. Se necesita ‘cabezas frías’ para estos hechos. Pero antes de tirar la piedra podrías ponerte en los zapatos de quienes sí están en las calles de México cubriendo este desastre.

4. La importancia de dudar. ¿Y los padres de la niña? Esta es una pregunta que me hice anoche, muy tarde, cuando todo hacía indicar que ya estaban cerca de rescatarla. Era momento de hablar con los profesores y padres de familia para tener más información, pero el foco se centró en rescatistas que quizás en un inconsciente afán de protagonismo soltaban datos que generaban tuits, titulares y lo peor una falsa esperanza. Era muy extraño que no hayan llegado al lugar los padres de alguna niña llamada Frida,  o de alguna niña que no estaba en su hogar, así sea en escombros.

5. El realismo reality. Dudo de aquellos que van diciendo por allí que evidentemente era un show. Horas atrás aplaudíamos a los rescatistas que estaban tras una vida, y luego nos dicen que a vista de todos era un montaje.

Por favor, si sacas a Televisa de escena, teníamos a brigadistas, topos y rescatistas trabajando en una zona colapsada. ¿Todos se pusieron de acuerdo para presentarnos este show? ¿O quizás todos siguieron un rumor, una esperanza, una noticia que puede ser buena? Podemos decir muchas cosas, pero durante largas horas el colegio Enrique Rébsamen fue zona de trabajo. Allí estaban: buscando una vida, varias vidas. ¿Podemos negarlo?

6. La suspicacia. Proceso detalla así:

A la “zona cero” no hubo acceso para los medios de comunicación, quienes estaban apostados a una cuadra del colegio. Habría que pasar al menos tres filtros de seguridad de la Policía Federal para llegar a la calle de Rancho Tamboreo. Poco a poco, algunos camarógrafos, fotógrafos y reporteros se fueron colando al área.

Eso sí, el único medio que tuvo acceso hasta el lugar de los hechos fue Televisa, algunos representantes de medios internacionales y nadie más.

Los primeros siempre estuvieron resguardados por elementos de la Marina, quienes coordinan las labores de rescate. Ante las cámaras de televisión, lucían siempre con sus chalecos de las fuerzas armadas.

Si seguimos con Proceso, la nota “El reality de Frida Sofía o la desmesura mediática de Televisa” culmina con una frase poderosa: “Ahora, la decepción del reality se llama Frida”. En esta ocasión, como en tantas otras, los periodistas cayeron en la trampa por no tomar distancia de circunstancias que los transforman  en protagonistas, testigos, voceros o simples ciudadanos aferrados a una esperanza. No es la primera vez que los periodistas acaban siendo FUENTES al estar en el lugar.

Y eso fueron muchos colegas mexicanos para el mundo. FUENTES. Ellos reportaban para el mundo. Y daban cuenta de una niña que tenía sed, que se estaba agotando cada vez más, que golpeaba la pared. La historia perfecta con final feliz parecía llegar a su fin en algún momento, pero algunos sabemos que las historias perfectas con final feliz muchas veces no son reales. Es entonces cuando debemos dudar. Pero, ¿cuántos dudaron?

No podemos ignorar las explicaciones de Televisa. Vale la pena revisarla dejando atrás antipatías y odios.

Aquí está el video.

Agencias