“Cuando escribí sobre los dictadores Trujillo y Odría, también escribí de alguna manera sobre Hugo Chávez y Maduro”, ha afirmado este viernes el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en un encuentro sobre la crisis venezolana en la Casa América de Madrid. El novelista ha señalado a Cuba y Venezuela como los últimos rescoldos de una época en la que “América Latina era una sucesión de dictaduras militares” y producía personajes como el dominicano Rafael Leonidas Trujillo, en torno al que gira La fiesta del chivo, o el peruano Manuel Odría, uno de los eje de Conversación en La Catedral. Vargas Llosa y Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), han hecho un llamamiento contra las elecciones presidenciales que convocó Nicolás Maduro para el 20 de mayo.

Henri Falcón, líder de un pequeño partido de la coalición opositora de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), exgobernador de Lara y exmilitante chavista, rompió filas en la alianza y será el único candidato crítico con el régimen que participará en los comicios. El grueso de la MUD considera que las elecciones no cuentan con las garantías democráticas necesarias para ser legítimas. El secretario de la OEA ha afirmado que esta “candidatura beneficia al Gobierno”. “Siempre le hemos pedido a la oposición venezolana que separe la paja del trigo. Falcón es la paja que se ha separado sola”, ha señalado Almagro, quien identificó al exgobernador como un elemento de división de vieja data entre la oposición.

“El camino no son las elecciones que ha convocado el régimen. Este proceso electoral es una farsa”, ha criticado Vargas Llosa. El escritor ha reconocido, no obstante, que pese a los casos concretos de Venezuela y Cuba, el resto de la región ha experimentado un cambio democrático favorable con respecto a hace tres décadas o incluso menos. Es esa comparación la que, en su opinión, hace más triste el caso de Venezuela, un país en el que gobierna una Asamblea Constituyente en la que no hay ningún representante opositor y que funciona como el brazo ejecutor de Maduro. “En Venezuela ha habido una regresión brutal. Era un país que no solo no iba mal, sino que iba bien. Había elecciones libres, libertad de prensa, tuvo excelentes gobernantes”, ha recordado el Nobel. “Desde luego que había corrupción”, ha matizado, “pero era ínfima si se compara con los niveles de hoy”.

Almagro ha incidido en esta escala de descomposición a la que ha llegado el chavismo. “Se trata de un régimen con variables criminales. Es un Estado narcotraficante. Tenemos todas las variables del poder del Estado concentrado en variables del narcotráfico” ha asegurado. “Tenemos además una distribución grosera y manifiesta de pasaportes para organizaciones terroristas”, ha afirmado en referencia a la supuesta alianza del vicepresidente Tareck El Aissami con el partido milicia chií libanesa Hezbolá para facilitarles documentos de identidad. “El tema que resuelve todo esto es la democratización de Venezuela”, ha agregado el diplomático uruguayo.


Entretanto, el país ha caído en una espiral que lo ha llevado a cerrar 2017 con una inflación que superó el 2.400%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). El PIB venezolano se contrajo un 14% el año pasado tras hacerlo un 16,5% en 2016. “Si Venezuela no está peor es gracias a la oposición”, ha acotado Vargas Llosa. “Gracias a esa oposición todavía hay esperanzas”, ha añadido. Y también ha elogiado el papel de la organización que lidera Almagro, transformada completamente durante su gestión: “La OEA era un organismo que había quedado fosilizado. No cumplía un principio fundamental que era la defensa de la democracia y la legalidad. Hasta el punto de que los demócratas no podían confiar en la OEA. Había sido neutral o directamente cómplice de las dictaduras”.

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