El 20 de mayo de 2003 ocurrió el evento milagroso que impulsaría la causa de la Madre Carmen Rendiles. La Dra. Trinette Durán de Branger, médica cirujana en el hospital «Miguel Pérez Carreño» de Caracas, sufrió un grave accidente mientras operaba a un paciente con un tumor de colon. Un cable eléctrico, se desprendió de la mesa de operaciones, provocándole una fuerte descarga eléctrica en su brazo derecho que quemó su guante y afectó sus dedos índice y pulgar.
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Deterioro médico y dolor constante
El sitio Catholic.net narra el calvario de la doctora, quien fue tratada por cerca de 20 médicos sin experimentar la menor mejoría. Había perdido la movilidad del brazo y de tres dedos de su mano. Según el testimonio presentado a la comisión investigadora, «Al contrario, todo empeoraba a pesar de seguir responsablemente las prescripciones médicas a base de sedantes, relajantes, antiinflamatorios y otros».
El dolor se hizo crónico e insoportable. «Nada calmaba aquel dolor noche y día, no podía conciliar el sueño y la inhabilidad del brazo aumentaba rápidamente,» detalla el testimonio. El diagnóstico era claro: «atascamiento del nervio mediano y cubital desde la mano hasta la axila». La severidad de la lesión le impedía continuar ejerciendo su profesión de cirujana. Una operación estaba programada como último recurso.

El encuentro en el Colegio Belén
Antes de la cirugía, la Dra. Durán visitó el Colegio Belén, uno de los centros educativos fundados por la Madre Carmen Rendiles. Tras pasar por la capilla mayor, una hermana la guio al oratorio donde la comunidad de religiosas se encontraba en oración. Allí, tuvo un encuentro crucial con la Madre María San Luis, hermana biológica de la venerable Madre Carmen.
Después de orar juntas, la monja le aseguró a la doctora que la Madre Carmen la curaría de su dolencia. Ambas se dirigieron a una habitación cercana al oratorio que la Madre Carmen usaba ocasionalmente para el descanso. En este lugar, se encontraba un cuadro de la fundadora.

El instante de la sanación
El momento de la curación fue descrito con asombro. Según los testigos, «un rayo de luz salió del borde del cuadro y llegó hasta su hombro», como consta en el testimonio de sanación presentado al Vaticano.
La Dra. Durán sintió un intenso calor que entró por su cabeza y penetró directamente en su brazo. El impacto fue tal que perdió el conocimiento momentáneamente, y al instante, su brazo quedó totalmente restablecido. La férula que usaba ya no fue necesaria, y la operación programada se canceló.

“Fue un milagro que cambió mi vida espiritual y hoy estamos supercontentos, todo el país debe estar de honores, porque Venezuela tiene dos santos”, en una ocasión comentó la doctora Durán de Branger, para el medio de comunicación El Pitazo, mientras agradeció una y otra vez a «Papá Dios, porque con misericordia y amor bajó sus ojos, me vio y me escuchó».
Un segundo milagro y la Beatificación
En 2015, la Iglesia reconoció un segundo hecho como milagroso: la inexplicable recuperación de una mujer con hidrocefalia triventricular idiopática tras tocar un cuadro de la Madre Rendiles. Los médicos confirmaron que la curación fue inmediata y permanente.
Finalmente, el 16 de junio de 2018, la Madre Carmen Rendiles Martínez fue beatificada. La Iglesia Católica celebró este evento trascendental con una multitudinaria ceremonia en el Estadio Universitario de Caracas
Por: Edwin «Sports» Hevia Cadevilla / NB