Lula da Silva se entrega a la Policía Federal de Brasil para cumplir 12 años de condena

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, salió del Sindicato de Metalúrgicos, en las afueras de Sao Paulo, en donde se encontraba atrincherado desde el jueves y se entregó a la policía.

La entrega se dio varias horas después de que se venciera el plazo que le había dado el juez y de que él mismo dijera que se iba a entregar. Esto debido a que militantes que se concentraban a las afueras del lugar impidieron su primer intento de entregarse a las autoridades este sábado.

Lula, de 72 años, salió a pie del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el estado de Sao Paulo, donde estaba atrincherado desde hacía dos días, para subir a un vehículo de la Policía Federal, que partió escoltado por una caravana de otros coches, mostraron imágenes aéreas de TV Globo.

El convoy se dirige hacia el aeropuerto de Congonhas; desde allí, Lula debería ser trasladado a Curitiba (sur), a menos de una hora de vuelo, donde debe pasar su primera noche en una celda especial de 15 metros cuadrados, con baño privado.

Previamente, unas decenas de simpatizantes de su fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT), le habían impedido salir de la sede del sindicato, dando lugar a tensas escenas. El anuncio de su detención fue recibido con bocinazos en barrios de Sao Paulo y de otras ciudades brasileñas.

Lula anunció su intención de entregarse unas horas antes, al final de una misa frente a la sede sindical, en memoria de su esposa fallecida el año pasado. El expresidente fue condenado como beneficiario de un apartamento ofrecido por la constructora OAS a cambio de facilidades de contratos en Petrobras.

“Voy a cumplir la orden de cárcel (…) y cada uno de ustedes se transformará en un
Lula”, afirmó el exmandatario de izquierda (2003-2010), que se proclama inocente, 
desencadenando un clamor unánime de “íSoy Lula! íSoy Lula!”.

“Moro mintió al decir que esa apartamento era mío”, clamó, y atribuyó su condena al propósito de evitar el regreso de la izquierda al poder en las elecciones de octubre, para las que aparece como favorito en los sondeos. 

“Hace mucho tiempo que soñé que era posible gobernar este país incluyendo a millones de personas pobres en la economía, en las universidades, creando millones de empleos”, proclamó, antes de ser sacado en andas del camión de sonido sobre el cual se había improvisado una capilla.

“Ese es el crimen que cometí (…). Y si fuera por ese crimen, de colocar a negros en la universidad, de que los pobres puedan comprar un auto, viajar en avión, seguiré siendo un criminal”, arengó desde la cima del camión, acompañado por dirigentes de partidos de izquierda y de Dilma Rousseff, su sucesora y heredera política, destituida en 2016 por el Congreso.

En Curitiba

La policía de Curitiba decidió alinear barreras de agentes y de vehículos para mantener separados por unos 30 metros a partidarios y adversarios del exmandatario de izquierda cuando llegue a la ciudad. 

Algunas decenas de manifestantes antilulistas se congregaron allí por la tarde. “Estamos aquí para mostrar que no queremos más impunidad. El pueblo despertó”, dijo Thais Taques, una recepcionista de 33 años.

“Lula se burla del pueblo. Fueron muchos años de corrupción, y miren cómo están la seguridad pública, la salud, la educación”, agregó la mujer, que vestía una camiseta con la imagen del diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro.

Con Información de: AFP