La recreación como terapia: Clave para la salud mental infantil

En medio de la rutina diaria, los desafíos económicos y la vorágine de la vida moderna, a menudo pasamos por alto un elemento fundamental para el bienestar de los más pequeños: el juego. Más allá de ser una simple actividad de ocio, la recreación se ha consolidado como un pilar vital para el desarrollo y, especialmente, para la salud mental de los niños. 

En Barquisimeto, donde las familias hacen malabares para equilibrar el día a día, entender el impacto de estas actividades lúdicas es crucial.

La infancia no es solo un período de aprendizaje académico, es una etapa de exploración y socialización. Y el vehículo principal para todo esto es el juego. 

“El juego es el lenguaje natural del niño. A través de él, procesan emociones, resuelven conflictos y construyen su identidad”, afirma la Lcda. Ana María Parra, psicóloga infantil.

En un entorno que puede ser abrumador, la recreación actúa como una válvula de escape. Un partido de fútbol, una tarde de volar papagayos o un paseo en bicicleta, no son solo momentos de diversión. Son oportunidades para que los niños liberen el estrés acumulado, la frustración y la ansiedad que, aunque invisibles, también los afectan.

“Cuando un niño juega, está en control de su propio mundo. Esta sensación de poder y autonomía es increíblemente terapéutica, les permite afrontar situaciones difíciles de una forma segura y simbólica, lo que refuerza su capacidad de resiliencia para el futuro”, explica la Lcda. Parra.

La importancia de la conexión social

El auge de la tecnología y los dispositivos electrónicos ha cambiado la dinámica de la recreación. Sin embargo, la Lcda. Parra insiste en que el juego en grupo es insustituible. “Juegos como el escondite en la cancha de su comunidad fomentan habilidades sociales esenciales en los niños”.

A través del juego compartido, los niños aprenden a negociar, a compartir, a cooperar y a manejar la frustración de la derrota. Estas interacciones son fundamentales para desarrollar la empatía y la capacidad de establecer relaciones sanas. En una ciudad vibrante como Barquisimeto, estos espacios de encuentro, ya sean parques comunitarios o canchas deportivas, se convierten en verdaderos laboratorios de habilidades sociales.

Para los padres y representantes, el mensaje es claro: prioricen el tiempo de juego. No se trata de comprar el juguete más caro, sino de dedicar un espacio en la agenda diaria para que los niños exploren libremente. Fomentar actividades al aire libre, limitar el tiempo de pantalla y participar activamente en sus juegos son acciones sencillas con un impacto profundo.

La recreación no es un lujo, sino una necesidad, es la herramienta más poderosa que tienen los niños para construir un futuro mentalmente sano. En Barquisimeto, una ciudad conocida por su gente cálida y resiliente, el juego es, y debe seguir siendo, el motor que impulse el bienestar de sus ciudadanos más jóvenes.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto