La lucha de un joven atleta barquisimetano que necesita una sutura para seguir soñando

Hay historias que golpean, que inspiran y que nos recuerdan la increíble fortaleza del espíritu humano. La de Raiber Samaniego, un joven guaro de apenas 18 años, es una de ellas. Con la mirada fija en el futuro y la pasión de un atleta de alto rendimiento, hoy libra la batalla más importante de su vida, una que no se juega en una cancha, sino en un quirófano, y para la cual necesita una mano amiga.

Hace apenas dos años, la vida de Raiber era la de cualquier joven promesa del deporte larense. Sus días transcurrían entre entrenamientos y sueños en el Gimnasio Berta Carreño de Barquisimeto, bajo la tutela del profesor Miguel Cambero. Su meta era clara: vestir la camiseta vinotinto en la selección nacional de voleibol. Pero el destino, en una de sus jugadas más inesperadas, le tenía preparado un reto monumental.

“Estaba entrenando, me lancé de playón, me lastimé la rodilla y el tumor estaba allí. Fue gracias al golpe que me lo diagnosticaron”, nos relata Raiber con una serenidad que impresiona. A sus 16 años, recibió la noticia: un cáncer óseo en su pierna derecha. El diagnóstico derivó en la amputación de su extremidad, pero la prueba no terminaría allí. La enfermedad dejó una secuela en sus pulmones en forma de lesiones nodulares.

“Tengo tres nódulos en el pulmón izquierdo y uno en el derecho. Necesito una cirugía de emergencia, ya que uno de los nódulos está presionando mis bronquios y hace que mis pulmones tengan un poco de deficiencia para respirar”, explica.

La cirugía, programada desde hace tres meses, ha tenido que esperar. Una complicación en su muñón, donde los huesos crecieron más de la cuenta presionando la piel, requirió una intervención previa que, gracias a Dios, ya fue superada. Ahora, el camino hacia el quirófano para la operación de pulmón está despejado, pero falta un detalle crucial.

“Gracias a Dios tenemos casi todos los insumos médicos, pero nos hace falta lo que es una sutura de marca Ethicon, las cuales van a asegurar que mi cirugía sea un total éxito”, detalla Raiber. Estas suturas, de un costo elevado, son la última pieza del rompecabezas para que pueda volver a respirar a plenitud y continuar su camino.

Un sueño que se negó a morir

Cualquiera pensaría que un diagnóstico así derrumbaría los sueños de un adolescente. Pero Raiber no es cualquiera. Lejos de verlo como una tragedia, asumió su proceso con una madurez admirable.

“Ha sido un proceso bastante complicado, pero fue algo muy bonito haberlo vivido, ser el escogido de poder vivir un proceso tan grande que no ha terminado, pero yo sé que va a llegar el momento en que voy a estar en una vida estable”, reflexiona. “A veces nosotros como jóvenes vemos la vida como que todo es una echadera de vaina, vamos a salir… pero a mí me tocó vivir una juventud bastante complicada y puedo ver la vida desde otro punto de vista”.

Esa nueva perspectiva no borró su sueño, solo lo transformó. El anhelo de representar a Venezuela seguía intacto, latiendo con más fuerza que nunca. Y como la vida misma sabe recompensar a sus guerreros, la oportunidad llegó.

“Soy atleta de la preselección nacional de voleibol sentado”, nos cuenta con un orgullo que se contagia. “Yo siempre creí y aspiré ser un atleta de alto rendimiento. Tal vez no eran los planes de Dios que fuera de la manera convencional, pero su voluntad era que jugara voleibol de otra manera y lo conseguí. Ahora vamos a viajar a Chile a representar a Venezuela en los Juegos Parapanamericanos en noviembre”.

El joven que una vez defendió los colores de Lara en el Berta Carreño, hoy se prepara para llevar el tricolor nacional en su pecho.

Un llamado a la solidaridad guara

Hoy, Raiber Samaniego no solo es una inspiración, sino también la voz de una necesidad urgente. Su lucha nos pertenece a todos como comunidad. Por eso, hace un llamado a quienes puedan colaborar con la donación de las suturas Ethicon que necesita para su cirugía.

Antes de despedirse, deja un mensaje para todos los jóvenes que, como él, enfrentan sus propias batallas: “Confíen plenamente en los procesos. La vida es muy bonita y hay que disfrutarla al máximo. Ante cualquier situación hay que saber sonreír, siempre hay un Dios presente y cuando el proceso es grande, así como el que yo viví, hay grandes recompensas”.

La recompensa de Raiber es seguir viviendo, seguir soñando y seguir demostrando que no hay obstáculo capaz de detener a un corazón de campeón. Barquisimeto, hoy uno de tus atletas necesita el apoyo de su gente para ganar este partido decisivo.

Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto