La historia del francés que ha tenido tres rostros diferentes

Jérôme Hamon, es un francés de 43 años que ha tenido tres rostros durante su vida. Tras el fracaso de un primer trasplante de cara, realizado por culpa de una enfermedad genética, se le practicó otra operación de ese tipo en enero y ahora aprende a vivir con su nueva “identidad”.

Hamon que sigue hospitalizado tres meses después de su operación en París, es la primera persona en el mundo sometida a dos trasplantes de cara.

De momento, su rostro permanece terso e inmóvil y no se ajusta a la forma de su cráneo, pero su aspecto debería mejorar poco a poco, a condición de que funcione el tratamiento inmunodepresor para impedir un nuevo rechazo del injerto, así lo reseñó el portal web Infobae.

“Me siento muy bien”, dijo Hamon en un encuentro con la prensa. “Tengo prisa por librarme de todo esto”, “, añadió, hablando con dificultad y cansado por el fuerte tratamiento que recibe.

Hamon padece una neurofibromatosis de tipo 1, conocida como enfermedad de von Recklinghausen, un trastorno genético que deformó su cara.

El primer trasplante realizado por el equipo de Laurent Lantieri en el hospital parisino Georges-Pompidou fue un éxito, tal y como contó Hamon en un libro publicado en abril de 2015. Por desgracia, ese mismo año, utilizó un antibiótico incompatible con su tratamiento inmunodepresor para curar un simple resfriado.

En 2016, empezó a mostrar señales de rechazo crónico y su cara empeoró. Tuvo que ser hospitalizado y los médicos le retiraron el rostro injertado, debido a la aparición de zonas necrosadas. Permaneció dos meses “sin cara” y en reanimación en el hospital Pompidou, a la espera de que la agencia francesa de biomedicina encontrara un donante compatible. Unos momentos dolorosos que no acabaron con las ganas de luchar de Hamon.

“Todo el equipo de reanimación quedó impresionado por la valentía de Jérôme, su voluntad, su entereza en una situación trágica. Porque entonces estaba en una situación de espera y nunca se quejó. Al contrario, tenía bastante buen humor”, contó Bernard Cholley, anestesista del Georges-Pompidou.

El donante fue un hombre de 22 años, fallecido a centenares de kilómetros de París. Lantieri se enteró de ello el domingo 14 de enero. Un día después, se retiró la cara del joven y hubo que trasladarla lo antes posible hacia el hospital. Con el acuerdo de la agencia francesa de seguridad del medicamento, se utilizó una técnica revolucionaria para conservar el injerto. En lugar de introducir la cara en una solución clásica, se usó hemoglobina de gusanos marinos para retener el oxígeno.

Jérôme Hamon entró en el quirófano el lunes 15 de enero. Hacia el mediodía, el equipo médico empezó a preparar los vasos sanguíneos y los nervios del paciente para poder hacer el trasplante, explicó Lantieri. Luego fue como colocar una máscara con cuidado, uniéndola a todo lo que compone la anatomía compleja de la cabeza. El injerto dio rápidamente señales alentadoras al tomar color.

Hamon salió del quirófano el martes por la mañana tras una operación extraordinaria.”Tras el primer trasplante, acepté inmediatamente el injerto. Lo consideré como un nuevo rostro, y ahora es lo mismo”, aseguró Hamon. “Si no hubiera aceptado esa nueva cara habría sido un drama. Efectivamente, es una cuestión de identidad. Pero ahora está bien, soy yo”.

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