“El pueblo alemán de Venezuela”, la Colonia Tovar, es uno de los contrapuntos culturales y unas de las rarezas étnicas más interesantes de Sudamérica. Fundada en 1843, su creación fue el resultado de una gestión oficial en los años iniciales de la República para poblar con inmigrantes zonas del país. Una vez concretada la independencia de España, buscaron el traslado de inmigrantes europeos con tradición agrícola y vocación para desarrollar la tierra. La iniciativa dio como resultado este particular enclave, que ha conservado casi intacta su tradición y mantiene su idioma propio.

El enclave, detenido en el tiempo, se encuentra a unos 60 kilómetros al oeste de Caracas, en la región norteña de Aragua. Su puerta de entrada y sus relojes replican en miniatura a los existentes en Bruselas o Berna. También recuerdan a Centroeuropa su liturgia religiosa y sus festividades, entre las que destaca el Oktoberfest; sus casas de madera de tejados puntiagudos, su catedral (Patrimonio Cultural de la Nación), sus residencias y hoteles de inspiración gótica. La colonia se ubicó en un entorno escarpado, rodeado de pinos y con una temperatura media de 15 grados, en un paisaje que alterna la neblina con el sol tropical.

La historia de la “Alemania del Caribe”, como también se la conoce, se remonta al gobierno de José Antonio Páez. Encargó a un equipo encabezado por el ingeniero militar y geógrafo de origen italiano, Agustín Codazzi (vinculado a la nación desde la gesta independentista), concretar el traslado de unos 400 colonos del Ducado de Baden.

Para el proyecto contaron con la orientación del científico alemán Alexander Von Humboldt, uno de los exploradores más esclarecidos del Nuevo Mundo, y escogieron una zona montañosa no muy lejana de Caracas y al mar, de clima templado, ubicada a poco más de 2.000 metros de altitud, en unos terrenos que fueron propiedad de Manuel Felipe Tovar, a la cabeza de una de las familias más pudientes del país.

Desde entonces, ha echado raíces esta población en la zona montañosa central venezolanas, con más de 15.000 habitantes en la actualidad, y que se ha convertido en una de las atracciones turísticas por excelencia de Venezuela. Como destino, la Colonia Tovar es considerado todo un clásico de los fines de semana, un lugar perfecto para los paseos familiares, las convenciones corporativas y las veladas románticas, y un motivo permanente de interés para extranjeros y curiosos.

Los colonos, como se refieren en Venezuela a los nacidos en este pueblo, cultivan con rigor sus tradiciones locales; hablan, además del castellano, el llamado “alemán coloniero”, una variante dialectal germánica de la zona de Kaisersthul, fronteriza con Francia, que solo sobrevive en estos parajes.

Hoy, sus habitantes viven del turismo y el cultivo de fresas, verduras y productos de la tierra. En las tabernas de sus calles el visitante puede reunirse a ver el fútbol y a beber cerveza, alternadas con las salchichas y embutidos que son especialidad del pueblo. También, a consumir los chocolates, mostazas y mermeladas que son tan apreciadas por los ciudadanos del resto del país en sus populares mercados a cielo abierto.

La creación de la Colonia Tovar abrió las puertas a la inmigración de europeos en aquellas tierras despobladas, un fenómeno cultural que se fortaleció y consolidó con la era de la bonanza petrolera un siglo después. Los alemanes de Tovar han contribuido a formar, junto a los ciudadanos de naciones sudamericanas vecinas presentes en el país, uno de los elementos constitutivos del crisol contemporáneo de la Venezuela actual.