La ciencia explica por qué nos gusta tanto besarnos en los labios

¿Quién puede olvidar su primer beso? Y, más concretamente, ¿quién puede olvidar la cantidad de tensión y ansiedad que tuvo que experimentar hasta llegar a ese primer beso, cuando probablemente acabó preguntándose por qué esto de juntar los labios es tan importante para la gente, a ver, ¿por qué?.A nivel superficial, es fácil aventurar una respuesta: no hay nada más íntimo que poner tu boca en la de otra persona, más aún cuando la lengua interviene en el proceso de alguna manera. Es la razón por la que algunas culturas consideran que un beso equivale a poco menos que compartir la comida con alguien que no eres tú. Y, por tanto, se trata de un acto de lo más asqueroso sobre el que están bien sin saber más, gracias.

El doctor Eric Haseltine, de Psychology Today, ha querido ir más allá, y lo que ha encontrado no debería sorprendernos tanto. En realidad, nos besamos por lo mismo que hacemos tantísimas otras cosas a lo largo del día: para proporcionarle a nuestro cerebro una breve, pero muy dulce, gratificación sensorial.

Según explica Haseltine, la activación neuronal de la zona sometosensorial (o táctil) del cerebro es más o menos pronunciada dependiendo de qué partes de nuestra piel se toquen. Por ejemplo, los codos tienen muy poca sensibilidad, luego una herida en esa zona puede doler mucho menos que otra del mismo tamaño en la barbilla. Los labios y lengua ocupan, en palabras del buen doctor, “una zona desproporcionalmente grande del tejido cerebral sometosensorial”.

Lo que quiere decir que el subidón químico que nuestra vieja materia gris experimenta cuando nos besamos no tiene parangón (o, al menos, no uno que podamos ejercitar en público).

Lo cual también sirve para explicar por qué las parejitas van de la mano por las calles primaverales de tu ciudad: lo somatosensorial también cotiza al alza en ese área de nuestro cuerpo, especialmente en las palmas. Es fácil imaginar cómo, a lo largo de la historia, diferentes enamorados fueron probando formas de expresar su amor romántico en público, casi por un método de ensayo-error, hasta llegar a la conclusión de que nada sentaba mejor que un buen morreo mientras juntaban las manos.

No necesitaban que ningún psicólogo les explicase las razones concretas por las que su cerebro prerfería eso al popular método esquimal, pero ahora tú ya lo sabes. Lo que hagas con esa información en el bar a la 1:30 de la madrugada es cosa tuya.

Información de: Noticias 24