Juan Vené: De bailador de joropo a periodista del Salón de la Fama

El cronista venezolano contó a Orlando Muñoz parte de su trayectoria profesional desde sus inicios en Maracaibo, hasta consolidarse en el Béisbol de las Grandes Ligas

Periodista Juan Vene

El destacado cronista venezolano contó a Orlando Muñoz (Pepita) parte de su larga trayectoria profesional desde sus inicios en Maracaibo, hasta consolidarse en el Béisbol de las Grandes Ligas con derecho a escoger peloteros para Cooperstown.

Bailar joropo al compás de la música que interpretaba un cantante amigo, Clemente Rodríguez Robaina en la década de los años cuarenta en Venezuela, era un desafío al cual pocos se atrevían. Y salir desde Caracas a Bogotá, de pueblo en pueblo, de cine en cine, resultaba una misión más difícil aún.

Una travesía llena de incógnitas, pero también con  ilusión de trascender en el mundo artístico en una época dominada por la influencia del cine mexicano. Hablar de béisbol era algo lejano para quien soñaba con luces y escenarios.

Su nombre de pila es José Machado, nacido el 10 de enero de 1.929 en Sabana Grande, Caracas, y quien  por sugerencia de Rodríguez Robaina cambió de nombre y se convirtió en  Juan Vené, sin atenuantes el periodista venezolano de mayor relevancia  en el mágico mundo del béisbol de las Grandes Ligas.

¿Cómo nace Juan Vené?

“Tomé el nombre de Juan por el emblemático Juan Bimba y Vené por Venezuela”, señala al inicio de una  conversación muy amena en un restaurante cubano de Coral Gables, mientras nos lleva, con su relato, a los tiempos de su infancia y juventud en la Venezuela, que para entonces dejaba de ser un país rural y pasaba, inducida por la riqueza petrolera, a la emigración a las grandes ciudades.

¿Qué recuerda de su niñez y juventud en una Venezuela que aún tenía  las secuelas de la dictadura de Gómez y transitaba hacia la democracia?

“Yo nací en medio de la pobreza. Mi papá se enfermó y en esos tiempos las mujeres no trabajaban. Fui el mayor de siete hermanos, el único varón. Mi mamá tuvo que ponerse a coser y nos mudamos a un rancho en Los Cortijos de Sarría porque nos echaron de la casa por no pagar el alquiler. Ciertamente, sin exagerar, te cuento que vivíamos de manera paupérrima. En un cuarto dormíamos todos y sin embargo, pudimos estudiar”, cuenta sin resentimientos.

La premisa familiar era que había que estudiar, pese a la adversidad económica. “Mis padres insistían en que lo más importante era graduarse. Yo le tenía aversión a la pobreza y por eso intenté muchas cosas para mejorar, y en medio de esa búsqueda conocí a un excelente cantante llamado Clemente Rodríguez Robaina, quien vivía en Sarría y me propuso salir de gira desde Caracas a Bogotá. Mientras él cantaba, su novia y yo bailábamos joropo y luego se contaba uno que otro chiste, y así nos presentamos en cada pueblo, a veces en teatros o en el corte de una película”, recuerda con enorme agrado.

Al costo de cada entrada, por ver una película, le agregaban un real (medio bolívar) y de real en real llegaron a Bogotá, ciudad que no era el destino previsto. El objetivo era México, para entonces una especie de Meca para los artistas latinoamericanos.

Pero el destino quiso que la ruta encausada sufriera una alteración y sin proponérselo, llegó a Maracaibo en abril de 1.947, en un viaje en piragua desde Encontrados, un pueblo ubicado en el Sur del Lago de Maracaibo.

¿Estaba en los planes llegar a Maracaibo o fue algo casual?

“El objetivo era llegar a México y en Maracaibo queríamos hacer algo más de dinero. Puedo decir que soy uno de los pocos vivientes que llegó a Maracaibo en piragua. Veníamos de Colombia y nos embarcamos en la piragua “El Gran Poder de Dios”, y esa imagen jamás la he olvidado. No dejaba  de ser una aventura porque varias embarcaciones similares se habían incendiado, pero hoy puedo decir que gracias a Maracaibo mi vida cambió”, recuerda sin ambages.

Ya era Juan Vené, el bailador de joropo. Según relata, para entonces la capital zuliana era una pequeña urbe con 250 mil habitantes, tenía vida de metrópolis, con gente de muchos sitios del mundo, en especial de España, Italia, Portugal, que huyeron del desastre causado por la Segunda Guerra Mundial y también ingleses, holandeses y estadounidenses, inmiscuidos en la naciente actividad petrolera.

Una ciudad pionera en contar con energía eléctrica, bancos comerciales y haber proyectado la primera película en la historia de Venezuela, era el sitio perfecto para insistir en fortalecer el plan artístico del trío, conformado por el cantante Rodríguez Robaina e Irma Hernández, su compañera en el escenario, que no era otro que seguir a México, su gran objetivo.

“El espectáculo que presentábamos los tres era Clemente cantando, quien tenía una preciosa voz de tenor, acompañado por guitarristas que contratábamos en cada sitio, Irma y yo de llanerito dicharachero, chistoso y bailador. Irma me ayudaba en los diálogos para los chistes, aparte del baile. Aún ignoro si éramos buenos, pero habíamos producido para pagar los gastos de todo ese periplo”.

El anhelo de llegar a México permanecía intacto. Querían pulirse en Maracaibo y volar al país azteca, donde el cine, la radio y el teatro eran lo más avanzado en Latinoamérica. Sin embargo, de soñar con ser artista, pasó a dar sus primeros pasos como periodista, oficio que lo mantiene vigente a sus 93 años de edad, escribiendo con la misma pasión de siempre.

Se instalaron en una pensión de la Calle Ciencias que se llamaba Hotel Caracas. “Pagábamos 14 bolívares cada uno por día, incluidas las tres comidas, y solo nos importaban tres cosas: en cuál emisora de radio trabajar, en cuál cine presentarnos en medio de las películas, y cómo prepararnos para el vuelo a México”, recuerda con pasión y algo de nostalgia.

Según cuenta, aun cuando no existía la televisión en Venezuela, Maracaibo poseía una poderosa e interesante industria de la radiodifusión y entre otras emisoras menciona a Radio Mara, Ondas del Lago, Radio Popular, Ecos del Zulia, pero fue el dueño de Radio Popular, Don José Higuera Miranda, quien le abrió las puertas.

¿Y qué ocurrió para cambiar de planes y quedarse en Maracaibo por varios años?

“Comenzamos a trabajar en Radio Popular gracias a Higuera Miranda. Nos dieron horario estelar de lunes a viernes a las 7pm y, paralelamente, actuábamos en el Cine Metro en los cortes de 20 minutos por cada película. Todo iba bien, con la mirada puesta en México, hasta que el propio Higuera Miranda un día me llamó a su oficina y preguntó cómo era la repartición del dinero, y al explicarle que cada uno recibía el 33 por ciento de los ingresos, me dijo eso no es justo. Tú eres quien busca los contratos, vendes publicidad y, además, actúas en el grupo. Tienes el mayor peso del negocio y seguro ellos dos (Clemente e Irma eran novios) pagan una sola habitación. Exige el 45 por ciento porque así no pueden seguir”, le dijo en tono contundente.

Por supuesto que al intentar mejores dividendos se encontró con la negativa de Rodríguez Robaina e Irma, a quienes estaba agradecido por haberlo ayudado a salir de la pobreza y mantener intacto el deseo de llegar a México.

”Eres un ingrato. Después que te saqué de la miseria ahora rompes lo acordado”, le espetó el cantante, lo cual lo puso en aprietos de aceptar los consejos de Higuera Miranda o seguir con sus compañeros sin modificar nada.

Recuerda que dejó pasar varios días antes de decidir su futuro.

“Me fui a la oficina a ver al propietario de Radio Popular. Le conté que ya no era del grupo y le pregunté ¿qué haré ahora?”. Higuera no dudó un segundo en decirle que se olvidara de Clemente e Irma y que le gustaba la idea que se quedara en Radio Popular.

De pronto se vio sólo y con dudas sobre su futuro. Sentado frente al escritorio del empresario radiodifusor, esperaba una respuesta que con el tiempo marcaría su trayectoria.

“Ya no eres del grupo, así que te quedas con nosotros. Me gusta la idea de que trabajes aquí. Tenemos que inventar algo. Ya no está ni Clemente ni Irma, así que algo inventaremos, precisó Higuera”.

Con 18 años de edad, lo único que sabía hacer  era bailar joropo y contar chistes.

Después de reunirse con sus socios y hermanos, Atilio e Iván, Don José lo citó a su oficina y le dijo que había notado que siempre estaba dispuesto a trabajar y que le gustaban los retos.

“Tengo mucho trabajo para ti y un reto. Antes que nada debes presentar el examen para obtener el título de locutor. Ponte a estudiar y te vas a Caracas”, le explicó Higuera, mientras celebraba la oportunidad.

Voló a Caracas desde el aeropuerto “Grano de Oro” y en efecto se presentó, junto a 30 aspirantes más, a la rigurosa prueba, cuyo jurado examinador lideraba nada menos que Pancho “Pepe” Croquer, considerado el mejor narrador deportivo del país, y René Estévez, uno de los eximios productores de radio y tv venezolana de la historia.

Se iniciaba una prolífera carrera dentro de los medios de comunicación, primero como locutor y, casi de inmediato, como redactor en un periódico.

”Comencé a transmitir un noticiero de lunes a viernes a las 7pm que se llamó “Noticiero El Mundo”, junto a Alonso Rubio, un amigo que estudiaba Derecho y era muy buen locutor”, agrega. Según relata, el éxito fue inmediato y aunque la supervisión de Higuera Miranda y Luis Guillermo Rosales era permanente y no les perdonaba error alguno, se afianzaron en una ciudad que hoy recuerda por su hospitalidad y de gente amable y dicharachera, con pobladores solidarios y abiertos a todo aquel que llegaba en busca de oportunidades.

“He vivido agradecido a Maracaibo y a su gente; a Don José Higuera Miranda, a sus hermanos Atilio e Iván; a Luis Guillermo Rosales. Fueron siete años de mucho trabajo y de crecimiento, tanto que Maracaibo para mi es una ciudad especial”.

De Clemente e Irma no supo nunca más.

Consolidado como narrador de noticias en Radio Popular, aún instalado en la pensión de la Calle Ciencias, una mañana en medio del desayuno observó que un grupo de hombres hablaban con el dialecto caraqueño e indagó quiénes eran. Formaban parte del personal que preparaba el lanzamiento de un periódico, cuyo nombre sería “Noticias Gráficas”, perteneciente a la Cadena Capriles. Corría el mes de junio de 1.947.

De inmediato hizo los contactos con los jefes del naciente diario y logró una entrevista con Ciro Urdaneta Bravo, quien le dijo: “Así que diriges un noticiero en Radio Popular, entonces puedes trabajar como reportero. Aquí te vamos a enseñar sobre la marcha. Tendrás un sueldo de 1.200 bolívares”, le aclaró Urdaneta Bravo, un histórico del periodismo zuliano, quien le exigió terminar el bachillerato, objetivo que cumplió durante su estancia en Maracaibo.

Sus  inicios  como reportero fueron en la fuente de espectáculos. Y en la primera entrevista con la cantante Teresita Reyna produjo una reacción negativa por el titular: “Teresita busca un hombre que se la lleve a viajar”, que lo puso en aprietos por las quejas de Teresita y su familia.

“Noticias Gráficas” duró menos de un año porque la competencia con los diarios Panorama y La Columna resultaron difíciles, ante el arraigo de los lectores marabinos a sus periódicos tradicionales, en especial Panorama fundado el 1 de diciembre de 1.914.

Sin embargo, Miguel Ángel Capriles en uno de sus escasos viajes a Maracaibo lo llamó a su oficina y le propuso inscribirlo en la Escuela de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” de La Habana, ya que no existían escuelas para formar periodistas en Venezuela. “No tienes que irte a vivir a Cuba. Estudiarás a la distancia. Enviarás todas las notas que escribas y ellos evaluarán. Al final del año si pasarás 30 días en La Habana para presentar los exámenes”, le dijo Capriles, quien con el tiempo se convirtió en una especie de mecenas para Vené.

Tras el cierre de “Noticias Gráficas”, se presentó en Panorama en busca de trabajo y de inmediato lo contrataron. Le permitieron, además, seguir con el noticiero de Popular y ser corresponsal de la Cadena Capriles en el Zulia, y también continuar con sus estudios en la universidad de La Habana, gracias a la generosidad de Miguel Ángel Capriles, quien le reafirmó su apoyo pagando el costo de la matrícula.

En Panorama, según cuenta, vivió una extraordinaria experiencia. Dice que le fue excelente, aunque trabajaban mucho se sentía bien tratado, rodeado de amigos más que compañeros de trabajo y le permitieron ir anualmente a La Habana al examen para graduarse de periodista. Y meses después conoció a su primer gran amor, Olga Rodríguez, con quien se casó y tuvo su primer hijo, Juan Machado, conocido como Jota Ve.

Tanto Olga como su hijo siguen en Maracaibo y mantienen permanente comunicación.

Después de varios años en la capital zuliana y curtido como reportero profesional, optó por regresar a Caracas junto a su esposa en un viaje por carretera. Había recibido una propuesta de trabajo en “El Nacional” a través de Germán Carías, pero finalmente el Jefe de Redacción, Reyes Baena, se opuso por no haber sido informado de su contratación. Fueron días difíciles, aunque su hermana le cedió espacio en su casa hasta que recaló en las oficinas de Miguel Ángel Capriles, quien de nuevo le abrió las puertas.

“Carajo, te ibas a trabajar a El Nacional sin decir nada”, le reclamó Capriles. En realidad ese intento fue consecuencia de haber conocido a Miguel Otero Silva, quien para entonces escribía la célebre novela “Casas Muertas” y Vené quería formar parte del principal periódico del país, pero ni el propio Otero Silva, dueño de El Nacional, pudo imponerse ante la negativa de Reyes Baena.

Casi de inmediato pasó a formar parte del diario “La Esfera”, adquirido por Miguel Ángel Capriles. No solo le dio trabajo, sino que lo invitó a vivir junto a su esposa en el Pent-house de la Cadena Capriles. “Aquí en el Pent-house vivirán cómodos y no te preocupes por el alquiler”.

Y en La Esfera primero y luego en Ultimas Noticias y El Mundo, comenzó a consolidarse como periodista en Caracas.

Una de las coberturas que más le atraía eran las corridas de toros.

En una ocasión el empresario español Manolo Chopera, representante de Manuel Benítez “El Cordobés”, organizó una corrida en El Nuevo Circo de Caracas y los anuncios de prensa y tv decían “torearán El Cordobés y dos más”.

Recuerda que esa tarde el torero español estuvo mal y el mejor fue el venezolano César Faraco, quien cortó dos orejas y dio dos vueltas al ruedo. “Mi título fue “torearon ayer César Faraco y dos más”, lo cual molestó a Chopera, quien acostumbraba a regalar dinero a los cronistas taurinos para que escribieran bien de su representado. Vené marcó distancia y se negó siempre a esas dádivas, que en el periodismo criollo se llama “palangre”.

Y de la cobertura de fiesta taurina, espectáculos, policiales, llegó al béisbol.

¿En qué momento comienza su transitar por el béisbol?

“Tuve el atrevimiento de plantearle a Miguel Ángel Capriles que había que cubrir la Serie Mundial de 1.960. El año anterior Luis Aparicio formó parte de los Medias Blancas de Chicago, siendo el primer venezolano en jugar una Serie Mundial y tal hecho despertó el interés de los lectores y mucha audiencia en la radio. Miguel ángel aprobó el  viaje y la cobertura fue un rotundo éxito porque Piratas derrotó a Yanquis en una épica serie recordada, sobre todo, por el  memorable jonrón de Bill Mazeroski con las bases llenas en el séptimo juego”, rememora con alegría.

¿Qué pasó cuando regresó a Venezuela?

“Al llegar a Caracas me llamó Capriles y me dijo: “Oye Juan, esa columna que escribiste en la Serie Mundial quiero que sea diaria. Te felicito. Ahora cubrirás todas las series mundiales…”, le dijo su mentor, mientras celebraba por haber superado las expectativas del viaje.

Había nacido una columna sobre béisbol llamada “Juan Vené en la Pelota”, que sigue vigente desde hace 62 años, que hoy se lee en 32 medios de comunicación diferentes en América Latina y Estados Unidos, y que la he permitido ganar numerosos premios y reconocimientos, entre otros uno del Congreso de los Estados Unidos en 1.998, tras cumplir 50 años como reportero y destacar que su labor ha sido notable a favor de las relaciones del pueblo estadounidense con Latinoamérica.

En Venezuela, fue elevado al Salón de la Fama del Deporte Venezolano por su incansable aporte al periodismo y a la sociedad en general.

¿A partir de entonces se dedicó al béisbol a tiempo completo?

“No. Seguía cubriendo un poco de todo pero sin abandonar el béisbol con “Juan Vené en la Pelota” y desde 1.960 hasta 2.005 cubrí 45 series mundiales consecutivas, con la excepción de 1.994 por la huelga de peloteros”.

¿En qué momento se muda a Nueva York?

“Realmente no tengo una fecha exacta porque desde 1.960 iba todos los años a Estados Unidos, no sólo a cubrir la Serie Mundial, sino a los entrenamientos primaverales y como eran muy pocos venezolanos en grandes ligas, tenía la misión de entrevistar  a Luis Aparicio, Vitico Davalillo, César Tovar, etc. Se me hace difícil señalar en qué año me mudé a Nueva York. Fue poco a poco. Iba con frecuencia y hasta compré un apartamento”, agrega.

¿Particularmente con Luis Aparicio hizo una gran amistad?

“Sí. Conocí a Luis cuando era un jovencito porque lo vi jugar con Policía de Lara en el estadio Universitario, y aparte en Maracaibo iba al estadio y observaba cuando Luis “El Grande” le enseñaba a cómo fildear. Pero en Estados Unidos siempre que necesitaba entrevistarlo, él accedía y poco a poco nos hicimos amigos. Desde el primer momento me atendió muy bien. Solíamos cenar después de cada juego y hasta me enseñó a tomar un plus café llamado Galiano, muy oportuno después de comer”.

¿Y cómo logra ser acreditado para elegir a los integrantes del Salón de la Fama de Cooperstown?

“Es que desde 1.960 iba y venía a Nueva York y posteriormente comencé a transmitir en vivo juegos, a través de la radio, con mi propio negocio durante más de 30 años. Para ser integrante de la Asociación de Escritores de Béisbol se necesita cubrir 10 temporadas de 162 juegos. Esa meta la superé ampliamente porque cubrí 7.521 juegos con sus respectivas anotaciones”.

¿Cuándo votó por primera vez?

“En 1.979. Casualmente el primer año de Aparicio en las boletas. Pero es bueno que sepan que antes de uno ingresar a la Asociación de Escritores de Béisbol, recibimos una charla en la cual nos explican que en los criterios de selección no pueden prevalecer ni raza, ni credo, ni religión. Todo lo subjetivo debe apartarse”, refiere como parte de un curso introductorio que cada periodista debe realizar para obtener el derecho a elegir.

Nuestro entrevistado fue el primer periodista latinoamericano acreditado en la Asociación de Escritores de Beisbol para elegir a los integrantes del Salón de la Fama de Cooperstown.

¿Cree usted que Aparicio entró bien en  la sexta ocasión o debió ser elegido antes?

“Creo que estuvo bien que fuese en el sexto año. A Luis le tocó competir con peloteros muy sobresalientes y, sobre todo, jonroneros. Sin embargo, ganó su elección en 1.984 y lo hizo gracias a una carrera brillante. Aparicio era un genio que cambió el juego con sus robos de bases, que hizo competitivo a Medias Blancas de Chicago, así como le dio un aporte significativo a los Orioles de Baltimore. Bateó 411 veces por la parte derecha del campo para mover los corredores desde segunda base y eso no aparece en los box score. Fue el mejor de su época”, asegura sin atenuantes.

Mientras iba y regresaba a Estados Unidos, Juan Vené creó un premio para la farándula venezolana que marcó un hito con el “Guaicaipuro de Oro”, de mucho prestigio y aparte recorrió el país con los equipos de beisbol Guacaipuro y Farándula, donde participaban los mejores artistas de la televisión, entre otros el cómico Joselo, el cantante Trino Mora, el propio Vené como pitcher. Llenaban los estadios en cada lugar que iban.

También se recuerda su programa “Lo Mejor de la Semana”, que transmitía Venevisión los domingos en la mañana y era muy sugerente porque recogía las mejores jugadas ocurridas hasta el viernes en la noche en las Grandes Ligas, en tiempos que no existía ni internet ni transmisiones de beisbol por tv.

”Ese programa lo editaba en la propia oficina del Comisionado del Beisbol gracias al apoyo de Monte Irvin (uno de los primeros peloteros de raza negra en jugar en grandes ligas) y del  colega  estadounidense Joe Reichler. Y luego me las ingeniaba para enviarlo en algún vuelo a Caracas, generalmente pidiendo el favor a los pilotos de VIASA, para que pudieran ponerlo al aire los domingos en la mañana en Venevisión y luego en el Canal 8”.

¿A quién considera el mejor pelotero que haya visto en las grandes ligas?

“Hay varios. He visto muchos, pero me inclino por Willie Mays, a quien considero el mejor de todos los tiempos porque reunía las cinco herramientas al ser un bateador de poder, de mucho contacto, era muy rápido, tenía una gran defensa y un brazo potente. Un pelotero excepcional. Igualmente si Mickey Mantle no se hubiese lesionado tanto, quizás lo pondría al mismo nivel de Mays. Otro grande fue Joe Dimaggio y Hank Aaron, quien, además de ser un temible bateador, era una persona fina, un gran ser humano”, describe mientras elogia a Sandy Koufax entre los lanzadores”.

¿Ha habido algún pelotero por quien haya votado y no entró y otros por quienes no lo hizo y fueron electos?

“Si claro. Por ejemplo voté 15 años por David Concepción y lamentablemente no fue elegido. Y en caso contrario, no incluí en mi papeleta a David Ortiz y, sin embargo, entró. Primero fue un bateador designado y, segundo, estuvo envuelto en un episodio oscuro, con personajes vinculados a drogas y con uno de los testigos  asesinado”.

¿Un manager de su preferencia?

“Bobby Cox y Lou Piniella”.

¿Un gerente general?

“Fran Cashen (ex Gerente General de los Mets)”.

¿Un narrador de beisbol?

“Buck Canel y Pancho Pepe Croquer”.

¿Un periodista que haya admirado?

“Eladio Secades (cubano), Germán Carías (venezolano), Dick Young y Milton Richman, por años Jefe de Deportes de la desaparecida agencia de noticias UPI”.

¿Un Comisionado del beisbol de grandes ligas?

“Bowie Kuhn”.

¿Un comentarista de beisbol?

“Carlitos González, sin dudas”.

¿Un libro de su preferencia?

“Hay muchos pero Don Quijote de La Mancha es mi preferido, tanto que lo he leído cuatro veces y quizás en algún momento lo volveré a leer”, advierte con satisfacción.

Ya que usted ha vivido entre Venezuela y Estados Unidos, pudiera decirnos ¿a cuáles presidentes ha admirado de ambos países?

“Rómulo Betancourt por haber sido el padre de la democracia en nuestro país y por haber influido también en otras naciones latinoamericanas en su lucha por ser libres, y de Estados Unidos, me quedo con Abraham Lincoln por ser el creador de muchas de las cosas que hoy disfrutamos, además de haber preservado la Unión, abolir la esclavitud, fortalecer el gobierno federal y modernizar la economía”, explica con entusiasmo.

Según relata Vené, a Lincoln le encantaba el beisbol y una vez siendo presidente, estaba jugándolo y se le acercó un empleado a avisarle de cierto problema nacional y él le respondió “antes de ir a resolver eso, tengo que batearle de hit a este pitcher”.

Juan Vené vive en Miami desde hace 10 años, luego de varias décadas radicado en Nueva York.

“Aproveché a Nueva York al máximo. Fue el gran negocio de mi vida, pero no es una ciudad para viejos, lo contrario a Miami y, Florida en general, que es ideal para pasar la vejez”, explica mientras recibe una llamada de su esposa Barbarita, con quien lleva 54 años de matrimonio y tienen dos hijos. De  sus  tres matrimonios nació Juan, quien vive en Maracaibo y Lisbeth, Amarylis, Juan y Sergio, todos asentados en Estados Unidos.

A propósito de los 30 años que acaba de cumplir “El Venezolano”, donde escribe semanalmente su columna “Juan Vené en La Pelota”, lo considera como un hijo, algo romántico más que comercial porque es lo que recibe de sus lectores.

“Oswaldo (Muñoz) merece todos los reconocimientos por atreverse a hacer un periódico en 1.992 cuando no habían venezolanos por estos lados”, recalca. “Ha hecho un esfuerzo descomunal para mantener el semanario y eso es admirable, aunque me recuerda un poco a Carlitos González, porque siempre tiene muchas ideas y proyectos pero es un poco desorganizado”, afirma mientras se ríe ya que lo une una gran amistad con el editor de El Venezolano”.

“Escribo para 32 medios de comunicación en español e inglés y aunque no voy a un estadio desde el último juego de la Serie Mundial de 2.005, tengo gente que trabaja para mí y por eso me mantengo activo”, agrega Vené, quien ha marcado huella en el beisbol mexicano, donde es admirado y querido al punto que la sala de prensa del estadio de “Los Charros de Jalisco” lleva su nombre, aparte de múltiples reconocimientos y ofertas de trabajo que ha rechazado porque no quiere moverse de Miami.

¿Qué es lo que más recuerda de Venezuela?

“Caramba me pones en aprietos. Yo amo a mi país. Extraño todo, especialmente la calidez de su gente, la navidad. No hay nadie más festivo y amable que el venezolano. Soy un agradecido con este país (Estados Unidos), pero llevo a Venezuela en mi sangre y tengo un cariño muy especial con Maracaibo porque fue donde me civilicé. Llegué siendo un “cimarrón” y me fui a Caracas con una profesión gracias a los maracuchos, a la gente buena que me dio la oportunidad que me permite estar hoy aquí”.

¿Quién es La Pimpi. Existe de verdad o es un personaje creado por usted?

“Es una gran amiga de Nueva York. Profesora de idiomas, muy pícara, poseedora de un gran humor, quien siempre me envía chistes y frases jocosas que publico en  mi columna”.

Se agota el tiempo. Hemos conversado sin tropiezos, en un ambiente tranquilo y degustando una botella de un tempranillo español de exquisito sabor. Una tertulia de la cual quedan muchos aspectos por relatar al momento de escribir. A sus 93 años de edad, Juan Vené es ahora más cordial y ameno que en otros tiempos de acuerdo a quienes lo conocieron, por ser exigente y perfeccionista. Una inquietud periodística quise explorar al final de la extensa conversación.

¿En 75 años de periodismo cuál ha sido la noticia de mayor impacto que le ha tocado cubrir?

“El ataque a Las Torres Gemelas de Nueva York. Me convertí de periodista deportivo a reportero de grandes tragedias y cubrí el caso durante 21 días consecutivos. Fue algo terrible y para mi hay un antes y un después de ese suceso”.

Gabriel García Márquez dijo en una ocasión que “El periodismo era el mejor oficio del mundo y que nadie que no lo haya vivido puede concebir el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia y que nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir solo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia”.

Usted con 75 años de oficio, con una larga y extensa travesía por los derroteros del periodismo, ¿qué sensación le genera esas expresiones del novelista colombiano, Premio Nóbel de Literatura 1.982?

“Que estoy absolutamente de acuerdo con El Gabo. Este es el mejor oficio del mundo, pero con una diferencia que quisiera subrayar: considero que mis 75 años en el periodismo nunca he trabajado porque lo que hago es entretenerme, disfrutar por eso si Dios me permitiera nacer de nuevo, te juro que volvería a ser periodista”, apuntó finalmente Vené, quien a sus 93 años de edad mantiene intacto ese toque mágico de imaginación y creatividad que todo periodista debe poseer.

Entrevista exclusiva realizada por Orlaldo Muñoz

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