La vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, afirmó con contundencia que “el planeta entero sabe que el verdadero cartel está en el Norte”, refiriéndose a Estados Unidos.
La llamada Administración de Control de Drogas (DEA, según sus siglas en inglés) busca posicionar a Venezuela como un “narcoestado”, una acusación que carece de sustento hasta en los propios informes de la organización.
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Al contrario, un análisis profundo de los documentos oficiales de la DEA, específicamente los “National Drug Threat Assessment” de 2024 y 2025, revela que es Estados Unidos el que posee una relación estructural y profunda con el narcotráfico global, mientras que Venezuela es notablemente omitida de las amenazas y actividades significativas de tráfico de drogas.
Los informes de la DEA de 2024 y 2025 contienen confesiones explícitas sobre la magnitud del problema de las drogas dentro de las fronteras estadounidenses.
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De este modo, la agencia reconoce que Estados Unidos es el epicentro de redes de narcotráfico, funcionando como productor, mercado-destino de estupefacientes y una vasta maquinaria financiera para el lavado de dinero del narco.
Los informes detallan que, debido a modificaciones genéticas, la marihuana actual es unas 15 veces más potente y adictiva que la de décadas atrás, con su contenido promedio de THC pasando del 1% en 1977 al 16% en 2022. Y, sorprendentemente, el país ha alcanzado la autosuficiencia en la producción de marihuana hiperpotente.
Además, el precio de la marihuana en los mercados ilegales estadounidenses se ha mantenido prácticamente estable durante años, a pesar del aumento exponencial de su potencia y la inflación, lo que indica un abastecimiento pleno y un mercado saturado que la DEA no ha logrado contener; lo que convierte a Estados Unidos en un “país oasis de las drogas”.
EE.UU., nudo central del lavado de capitales del narcotráfico
En cuanto al lavado de capitales, la DEA reconoce que Estados Unidos es el nudo central del lavado de capitales del narcotráfico internacional y señala la existencia de blanqueadores de dinero en suelo estadounidense que operan a través de métodos sofisticados como casas de cambio de criptomonedas, billeteras digitales, transferencias tipo espejo, y la compra-venta de activos muebles e inmuebles mediante inmobiliarias estadounidenses, así como otros mecanismos dentro del sistema bancario norteamericano.
Sin embargo, la DEA prefiere culpar a “sistemas bancarios clandestinos chinos” y a la diversidad o inexistencia de regulaciones en instituciones financieras extranjeras, exculpando a las entidades bancarias y a los servicios de control gubernamentales estadounidenses, lo que representa una “farsa metodológica” que desvía la responsabilidad del verdadero centro del problema: el propio Estado norteamericano.

Venezuela no figura en los análisis de amenazas de la DEA
Lo más crucial de estos informes, y que desmonta directamente la narrativa de Venezuela como “narcoestado”, es la ausencia sistemática de este país en sus análisis de amenazas.
Así, los informes de la DEA de 2024 y 2025 no mencionan a Venezuela como un actor significativo en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, ni como país productor, corredor o centro de lavado de capitales.
Por el contrario, la DEA nombra explícitamente a Colombia, Perú y Bolivia como productores de cocaína, y a México, El Salvador, Honduras, Guatemala, Puerto Rico y República Dominicana como puntos claves en la ruta hacia EE.UU.
Incluso se menciona la limitada producción de hoja de coca en México por parte de los cárteles mexicanos.
Cartel de los Soles: ficción comunicacional y construcción propagandística
La única referencia a Venezuela es una mención menor y aislada del “Tren de Aragua” en el informe de 2025, sin vincularla al tráfico internacional de drogas, lo que se percibe más como una justificación política que un hallazgo de inteligencia.
Más aún, el llamado “Cartel de los Soles” no aparece en ningún informe de la DEA, lo que lo califica como una “ficción comunicacional” y una “construcción puramente propagandística”.
Tanto la DEA como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) confirman que Venezuela no es un país productor de drogas.
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Tomando como referencia esta omisión sistemática, sumada a la detallada descripción de las estructuras de cárteles mexicanos como Sinaloa y Jalisco, se afirma que la DEA actúa como un instrumento de “propaganda geopolítica”.
DEA: La paja en el ojo ajeno pero no la viga de hierro en el propio
Sus informes, lejos de ser objetivos, parecen reflejar intereses estratégicos para criminalizar a países como Venezuela y justificar sanciones, desestabilización o acceso a sus riquezas energéticas.
Es particularmente llamativo que la DEA no admita situaciones de corrupción entre funcionarios de seguridad estatales o federales estadounidenses por el ingreso masivo de drogas al país, lo cual es más que sospechoso y un acto deliberado de encubrimiento institucional.
La DEA presenta una hipocresía metodológica, detallando minuciosamente las operaciones de cárteles extranjeros, pero fingiendo ignorancia sobre los mecanismos de narcotráfico que operan en su propio territorio.

Hender «Vivo» González
Con información de Telesur