Iglesia venezolana celebró misa de sufragio por el Papa emérito Benedicto XVI

En el marco de la realización de la 119 Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado, se celebró una misa de sufragio por el papa emérito Benedicto XVI, en Caracas, donde lo recordaron como «uno de los más grandes teólogos de la Iglesia de los tiempos contemporáneos».

La eucaristía quedó presidida por el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas.

Porras expresó, que la vida del papa alemán, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años, «se forjó y acrisoló silenciosa y esperanzadamente entre las encrucijadas y contradicciones que todo cristiano, y en particular el pastor, debe afrontar», cita una nota de prensa.

«La docencia le abrió caminos para la búsqueda de la verdad y la belleza, en diálogo con el complejo mundo de pensamientos encontrados, sin imposiciones», señaló el religioso durante su homilía.

Además, resaltó el interés del Papa Benedicto por la realidad venezolana.

“En su condición de Prefecto de la Doctrina de la Fe, nos recibió en las diversas visitas ad limina, desde los años 80 hasta la del 2009 como Papa”, dijo.

Mencionó que, Benedicto XVI expresó al episcopado venezolano “los retos que debéis afrontar en vuestra labor pastoral son cada vez más abundantes y difíciles, viéndose además en los últimos tiempos acrecentados por una grave crisis económica mundial.

Por su parte, el monseñor Ignazio Ceffalia, encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en Venezuela, dijo que Benedicto XVI «supo transmitir, con sencillez y sabiduría, con un lenguaje claro y accesible a todos, los fundamentos de la fe cristiana».

Agregó que, «puso siempre en el centro de todo a Cristo, crucificado y resucitado, el único salvador y fundamento de nuestra fe».

Benedicto XVI

Benedicto XVI lo despidieron el jueves pasado en una sobria ceremonia en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Las exequias del papa alemán, concelebradas por 130 cardenales, 400 obispos y cuatro mil sacerdotes, fueron muy similares a los de los anteriores pontífices.

El féretro con los restos mortales se trasladó a hombros por doce «sediarios», los portadores de las antiguas Sillas Gestatorias.

Hasta el atrio de una plaza de San Pedro envuelta hoy por una densa niebla desde el interior de la basílica.

Donde había se instaló la capilla ardiente, visitada por cerca de 200 mil personas durante los tres días previos al funeral. 

Un fuerte aplauso acogió la aparición del ataúd, que quedó situado delante del altar.

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Mientras sonaban las campanas a muerto y el secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Ganswein, colocaba sobre él un libro de los Evangelios abierto.

Tras lo cual comenzó el rezo del rosario que precedía a la ceremonia.

Con información de: 2001